Fue durante un programa televisivo sobre el Operativo Independencia. También fue entrevistado Gorriarán Merlo en la cárcel.
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"Mi lugar era Faimallá y
en los siete meses que estuve allí me tocó vivir, lógicamente, una época
profesionalmente muy rica", arrancó quien luego fue gobernador de
las islas Malvinas durante la guerra de 1982. "Fue una lucha muy
dura, donde era muy difícil reconocer al enemigo", señaló y
enseguida pasó a definir su concepción sobre la metodología empleada
para combatirlo: "Yo les pediría que se fijen en lo que está
aceptado por la Corte Suprema del Estado de Israel, que dice que la
tortura es válida cuando se enfrenta a un enemigo fanático, a un
terrorista fanático". Menéndez pasó por alto, sin embargo, que la Corte israelí dio un vuelco en torno a su postura sobre la tortura en septiembre del año pasado. En un fallo que en ese mismo país y en el exterior fue calificado de "histórico", el máximo tribunal prohibió la aplicación de torturas por parte del servicio secreto israelí a palestinos y ciudadanos árabes.
De todos modos, Menéndez siguió
adelante en su propia lógica. "Por supuesto que si partimos de que
los terroristas no fueron terroristas y que eran simplemente incidentes
políticos, podemos disentir tremendamente. Pero, a través de los hechos
que son historia y que están documentados, es evidente que no eran
simples incidentes políticos", remató Menéndez como argumento para
su reivindicación de la tortura.
Puntodoc/2, un programa
producido por cuatrocabezas y conducido por los periodistas Rolando Graña
y Daniel Tognetti, emitió anoche por Azul TV un documental sobre el
Operativo Independencia. El 5 de febrero pasado se cumplieron 25 años de
la firma del decreto secreto del gobierno de Isabel Perón que facultaba
al Ejército a "aniquilar la subversión".
El último bloque del programa
fue dedicado a Gorriarán Merlo, en una entrevista desde la cárcel de
Villa Devoto, donde cumple una pena a reclusión perpetua por el
copamiento del MTP al regimiento de La Tablada.
--¿Ustedes torturaban
prisioneros? --le preguntó Graña.
--Jamás. Eso que nos acusan
sobre (el capitán) Larrabure no es cierto. El se suicidó. Nosotros estábamos
por liberarlo por sus condiciones psíquicas. Jamás torturamos
prisioneros. Nosotros no vamos a mentir para congraciarnos con nadie. Como
algunos ex guerrilleros arrepentidos, que ahora parece que nadie hubiese
hecho nada. Nosotros actuamos. Y actuamos de esa manera porque creímos
que era la conveniente.
Gorriarán negó también que
la preparación militar de los militantes del ERP fuese importante, como
lo había asegurado minutos antes en el programa el ex dictador Reynaldo
Bignone: "Si no hubiesen estado preparados, no hubieran dado el
trabajo que dieron", señaló. Gorriarán, en cambio, se definió
como "inexperto". "Eramos inexpertos. Eso que dicen que teníamos
mucha preparación no es así. Si hubiésemos tenido preparación, hubiéramos
tenido mejores resultados."
De todos modos, pese a
minimizar el entrenamiento militar, Gorriarán se esforzó por presentar
al ERP como "una guerrilla con fuerte apoyo". "Teníamos
5387 militantes, divididos en tres grupos, con una periferia de apoyo de
25 mil y una subperiferia mucho mayor. Por eso no es como quieren
presentar ahora, que la guerrilla eran cuatro personas sin ningún
apoyo", detalló. Y consideró que los militares "tuvieron éxito
en el terreno psicológico": "Lograron hacernos aparecer
divididos a los compañeros muertos de los que estamos vivos. Han logrado
hacer creer que nosotros mandamos a morir a los muertos. Pero los que los
mandaron a morir fueron los militares, que dieron el golpe de Estado y los
mataron".
Luego reconoció como
"error" el atentado al capitán Viola, en el que murió su hija
de 3 años. "Las acciones preveían meticulosamente el no cometer ese
tipo de errores que llevaran a hechos tan injustificables y desgraciados
como era la muerte de la hija del capitán Viola", señaló y repasó
después los otros "errores", en los que las víctimas
resultaban ser los propios militantes.
--¿No te pesan los errores?
--le preguntó el periodista.
--Me pesa la pérdida de los
compañeros, como a todos. Pero no la responsabilidad. Yo voy a seguir
siendo igual. Nunca quise ser guerrillero, ni quiero volver a serlo más.
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