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Mientras los organizadores del
acto del sábado celebraron ayer el amplio eco de la convocatoria, Peter
Westenthaler, líder parlamentario del Partido de la Libertad (FPOE),
afirmó en el comunicado oficial que la oposición socialdemócrata (SPOE)
se ha sumado a "una alianza pública con el extremismo de izquierda y
la violencia". "La cúpula del SPOE desfiló, hombro con hombro,
con políticos comunistas y extremistas de izquierdas violentas de media
Europa, y es responsable de la violencia en las calles", aseguró el
correligionario de Haider en la nota, pese a que la manifestación
discurrió sin que se produjera ningún incidente relevante. Aunque
la policía contó más de 150 mil participantes y los organizadores
hablaron de hasta 300 mil, para Westenthaler no acudieron más de 60 mil.
Y, "si restamos los comunistas del extranjero, no queda casi
nadie", con lo que "la mayoría de los austríacos no participó".
El canciller austríaco, el
conservador Wolfgang Schuessel, fue menos insultante que el partido con el
que cogobierna, pero no menos severo. Ayer declaró que "los desfiles
callejeros no cuestionarán el veredicto de la democracia". En una
entrevista con el diario (conservador) francés Le Figaro, en su edición
de hoy, el canciller austríaco estimó además que los europeos "no
tienen derecho a rechazar el diálogo en su propia familia. Todo lo que
pido a nuestros socios es que escuchen a Austria". Según Schuessel,
"como lo demostraron las elecciones, la mayoría de la población"
austríaca apoya el gobierno de coalición que formó con la ultraderecha,
la cual representa "no un peligro sino la oportunidad de un verdadero
cambio". El canciller rechazó como "ridícula" toda
comparación entre Hitler y Haider, afirmando que este último "ha
cambiado" y se ha vuelto "más serio, más responsable. Su
partido ha salido de la oposición crónica para convertirse en un partido
de gobierno, y hará todo lo posible para no desperdiciar esta oportunidad
histórica".
"Las manifestaciones se
acabarán rápido, en cuanto usted haya renunciado", fue la respuesta
anticipada al canciller Schuessel del periodista austríaco Robert Misik,
miembro del comité organizador de la manifestación antirracista del sábado.
Que haya reunido a 150 mil personas como afirma la policía, o a 300 mil
como aseguran los organizadores, la manifestación del sábado en Viena
contra el gobierno de coalición con la extrema derecha es considerada
como un éxito. Como señalaban en la noche del sábado los intelectuales
extranjeros que participaron en la protesta, 200 mil o 300 mil personas
que manifiestan en Viena --es decir, una cuarta parte de la ciudad--
equivalen a dos millones en París o tres en Berlín. Alentados por este
éxito, los oradores de la Plaza de los Héroes anunciaron su intención
de manifestar cada semana. La próxima concentración está prevista para
el jueves ante la sede de la presidencia. En una réplica de la manifestación del sábado
por la noche, entre 15 mil y 20 mil personas se manifestaron ayer en el
centro de la capital belga de Bruselas contra el nuevo gobierno de
Austria. Entre los manifestantes se encontraban también algunos
integrantes del gabinete, como el ministro de Relaciones Exteriores, Louis
Michel, uno de los políticos europeos más críticos del nuevo gobierno
del canciller federal Wolfgang Schuessel. Todos
los partidos democráticos de Bélgica, además de organizaciones judías
y otros organismos, habían convocado a esta manifestación. La "Marcha Nacional contra la Extrema Derecha" se inició ante el Palacio de Justicia y terminó cerca del Parlamento Europeo. En las pancartas se podía leer: "Todos somos extranjeros" o "Contra el Fascismo".
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