|
--¿Es
recomendable subir la cota a 83?
--Creo que sí, aunque antes
hay que resolver varias cuestiones. En términos de costos, el impacto es
menor. El gobierno argentino estima que las obras necesarias le demandarán
unos 700 millones, de los cuales 500 corresponden a reubicación de
viviendas. Pero muchas de esas relocalizaciones están pendientes y tienen
que hacerse de cualquier modo, aunque no se suba la cota de la represa.
Además, si dejara la obra como está, la EBY corre el serio riesgo de
enfrentar juicios por muchos millones de aquellas personas con propiedades
en los terrenos que se previeron inundar desde el comienzo del proyecto.
Esos propietarios pueden argumentar que, como existía la posibilidad de
que tuvieran que trasladarse, no se hicieron mejoras a su propiedad y
postergaron emprendimientos económicos que hubieran sido rentables.
--¿Quien
y cómo deberían hacerse las obras que faltan?
--Una opción es privatizar, y
que las empresas privadas se cobren con la energía marginal (con la que
se genere por subir la cota) o, directamente, cediéndoles la administración
de la central. Para esto hay que crear condiciones que hagan atractivo el
negocio para los privados, garantizándoles que no van a tener ningún
problema legal con los habitantes del lugar. El otro camino, que es el que
le gusta al gobierno argentino, consiste en que lo haga la EBY, con un
fideicomiso bancario. Pero no creo que esto sea aconsejable sin antes
hacerle a la Entidad una cirugía mayor.
--¿Por
qué no es aconsejable?
--Porque creo que si las cosas
quedan en manos de la EBY no hay garantías de que no vuelva a haber
atrasos en las obras y, por lo tanto, sobrecostos, como hasta ahora.
--¿Esas
faltas fueron por ineficiencia o por corrupción?
--Ineficiencias, seguro que las
hubo. Corrupción, no podemos afirmar. A pesar de que muchos hicieron públicas
sus sospechas, nadie presentó ninguna evidencia en ese sentido. Ni
siquiera el ex presidente, Carlos Menem, que en una oportunidad se refirió
al proyecto como el monumento a la corrupción, presentó jamás una
prueba de esto.
--¿Y
el Banco no hizo por sí mismo algo para constatar si, efectivamente, hubo
corrupción o no?
--El Banco hizo una serie de
auditorías contables y financieras y jamás encontró nada. Claro que
para probar a través de una auditoría contable una maniobra de corrupción,
ésta debería haber sido muy grosera. En las grandes contrataciones los
ilícitos suelen concretarse con mecanismos más sofisticados.
--Entonces,
¿qué se le reprocha a la EBY?
--Hubo enormes atrasos en la
ejecución de las obras e incumplimientos de planes, especialmente los
ligados al aspecto social del emprendimiento. La EBY tiene una estructura
burocrática y un mecanismo de toma de decisiones que la hace
absolutamente ineficaz. Tanto la compra de turbinas como la contratación
de un trabajador requieren el consentimiento del Consejo de Administración
y Comité Directivo. Todas las decisiones se toman en Buenos Aires o en
Asunción, después de una larga cadena de consultas. Si se le quiere
asignar la responsabilidad de contratar y administrar una nueva obra, hay
que reformular la entidad. La EBY, tal cual está, no sirve. Su reingeniería
es para el Banco una condición imprescindible para encarar el proyecto de
elevar la cota a 83.
--¿Cree
que es necesario reforzar controles sobre la Entidad?
--Definitivamente, sí.
Especialmente si se planea que ejecute una obra millonaria y tenga
responsabilidad sobre el futuro de Posadas y Encarnación. Claramente en
la EBY hubo deficiencias en los mecanismos de planificación y supervisión
y no siempre se contrató a las personas más apropiadas. Y, tal vez, no
siempre los criterios para definir las contrataciones fueron estrictamente
técnicos.
--Eriday,
contratista civil de la obra, reclama unos 1500 millones a la EBY por
distintos conceptos, que el gobierno argentino hasta ahora rechazó. ¿Qué
opina el Banco de dirimir este conflicto en un arbitraje?
--El Banco no intervino ni va a
intervenir en este tema. Pero creo que el camino más rápido y menos
costoso sería la negociación directa de las partes. Lo que sí puedo
decirle es que, mientras esté esa demanda pendiente, a los gobiernos les
costará mucho conseguir más fondos para hacer nuevas obras, ya que
cualquiera verá aquella demanda como un riesgo imponderable. ¿Qué banco
prestaría a una entidad que, además de muchas deudas, tiene una demanda
multimillonaria?
--El
Banco Mundial, por ejemplo.
--No. Nosotros no tenemos en
estudio prestar más fondos para Yacyretá ni los gobiernos nos han pedido
recursos para esto.
--¿Argentina
y Paraguay están obligadas a acatar las recomendaciones del Banco? Porque
los gobiernos están dispuestos a avanzar con las obras nuevas de la
represa sin convocar al sector privado, tal como recomiendan ustedes...
--Si primero saldan la deuda
pendiente con el Banco, pueden hacer lo que consideren más apropiado.
Pero mientras tanto, necesitan la "no objeción" del Banco que
otorgó, aproximadamente, alrededor del 10 por ciento de los créditos,
unos 1000 millones. Y una cantidad similar invirtió el BID.
--¿Cree
que los gobiernos podrían hacer caso omiso a las exigencias de los
contratos de préstamo firmados con el BM y el BID?
--Ni consideramos esa
alternativa. Las relaciones con el gobierno argentino siempre fueron
buenas. Yo creo que va a solicitar el aval del Banco y, seguro, vamos a
entrar en un período de discusión. De todos modos, el Banco está
preocupado.
--¿Qué
le preocupa al Banco? --Antes de pensar en elevar la cota a 83 metros hay que solucionar una serie de problemas que, a juicio del Banco, aún no fueron bien considerados. No basta con hacer una planta de líquidos cloacales si no se garantiza que todos los habitantes de las ciudades próximas a Yacyretá se conectarán a la red antes de que la zona anegada se agrande. En lugares como Encarnación (Paraguay), cada familia necesita entre 2000 y 3000 dólares para conectarse, y para muchos ni siquiera es importante hacerlo.
|