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Los boqueteros guardan la plata y el misterio del señor Espejo

Antonio Mandaradoni tenía en su casa objetos robados.

El primer día del juicio por el robo al ex Banco Crédito Argentino estuvo dedicado al enigma del organizador del golpe. Muchos lo vieron, pero nadie aporta detalles para lograr encontrarlo.


Por Carlos Rodríguez

t.gif (862 bytes) La multifacética personalidad del supuesto Luis Alcides Espejo, falsa identidad del hombre orquesta de la banda de boqueteros que planificó y ejecutó el robo de 165 cajas de seguridad del ex Banco Crédito Argentino, es uno de los enigmas por ahora indescifrable del juicio oral que comenzó ayer en el Palacio de Tribunales. Todo el mundo vio al mentado Espejo       --luego se comprobó que usó un DNI robado a una persona con ese nombre--, pero nadie acierta con su descripción física. Para algunos tenía "tez trigueña", pero otros dicen que era "blanca". Su altura varía entre 1,60 y 1,80 metro. Tenía mucho o poco pelo y hasta en ocasiones bastante pelo, aunque era "medio calvo en el centro de la cabeza". Tenía anteojos negros o anteojos chicos sin signos de color negro. Hasta hay dichos de testigos prejuiciosos para los cuales era "muy educado y afeminado", aunque "parecía uruguayo o paraguayo" porque "vestía ropas de colores que no combinaban entre sí". Lo cierto es que Espejo, el transformista, sigue prófugo, aunque llevó la voz cantante en toda la etapa previa al robo.

  Ayer, en la apertura del juicio a cargo del Tribunal Oral número Uno de la Capital Federal, la tediosa lectura de la acusación fiscal tuvo a Espejo como figura central, aunque los detenidos son René Riviere, Antonio Mandaradoni, Jorge Pomponi y Norberto García. Espejo, como si fuera mágico, fue el que contrató el equipo de radiomensajes mediante el cual se habría comunicado la banda antes, durante y después del robo. También firmó el contrato de locación del local de Callao 1519, desde donde se construyó el túnel que llegó a la bóveda del banco para llevarse más de 20 millones de pesos, e intervino en el alquiler del departamento, en el 1586 de esa avenida, que sirvió de centro de operaciones.  

  Espejo abrió dos cuentas bancarias y alquiló una caja de seguridad, en el mismo banco y en el de Quilmes. Otro hallazgo del ilustre desconocido fue haber bautizado como La Nueva Poltrona S.R.L. al supuesto comercio de "venta de colchones" que iban a instalar en el 1516 de Callao. Hasta se puso en contacto con la embajada de Francia para lograr la representación en la Argentina de la firma gala Treca, fabricante de colchones. Antoine Barret, funcionario de la embajada, desaconsejó la operación porque los datos que obtuvo sobre la firma no eran ni mullidos ni confiables.

  ¿Quién es el falso Espejo? El traje de "yo no fui" le calzaba como un guante a Rubén Héctor Escobar, un ex agente de la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE) que estuvo detenido, pero luego fue dejado en libertad. Aunque quedó probada su vinculación con Riviere y Pomponi y aunque "no resultaron atendibles las explicaciones" dadas en la declaración indagatoria, Escobar fue sobreseído por "no existir elementos de juicio suficientes para responsabilizarlo". El otro sobreseído antes del juicio oral fue el ex campeón de motonáutica José María Clusellas, supuesto financista de la operación boquete.       

  La fiscalía cree que hay "por lo menos otros dos involucrados" que están prófugos, pero la multitud de abogados que defiende a los cuatro imputados insistió ayer en que "todos (los detenidos) son inocentes". Pomponi y Riviere fueron reconocidos por testigos que dicen haberlos visto en distintas etapas del robo. El calabrés Mandaradoni --ayer se enojó con un fotógrafo de este diario, lo escupió y le gritó "gil de mierda"-- tenía en su casa objetos robados, igual que Riviere. El abogado Enrique Aravski, defensor de Pomponi, consideró insuficientes las pruebas.

  Y sobre los objetos hallados en los domicilios de dos de los imputados, comentó: "¿A ustedes les parece que alguien que roba 20 millones se va a quedar en su casa con unas medallitas de níquel?". En la causa participan representantes de los clientes damnificados y del Banco Francés, que compró el Banco Crédito Argentino y que en el fuero civil deberá responder en un juicio millonario por parte de los titulares de las 165 cajas violadas. En el juicio penal en marcha, los acusados pueden ser condenados de tres a diez años de prisión. Sus defensores se juegan a que no pueden darles más de seis, en el peor de los casos. Ya llevan dos años y no les faltaría tanto para la excarcelación. Y el dinero sigue sin aparecer.

 

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