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EL CURA CUENTA COMO FUE EL ESCAPE CON LOS PRESOS
Una fuga con rezos y salmos

�Rezamos para que Jesús nos protegiera de la policía�, cuenta el cura que conducía la camioneta. Ayer recapturaron a seis.

El cura Luis González era conocido para los presos amotinados.
�Es cierto que viven en condiciones infrahumanas�, dijo.


Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) Encomendados a Dios y a la Virgen y armados con facas carcelarias, 7 de los 13 presos que ayer se fugaron de la cárcel de Eldorado después de un motín siguen escapando por los senderos del monte misionero, tratando de filtrarse hacia el Brasil, entre una larga cadena de gendarmes que patrullan la zona con perros. Los internos, con condenas largas por robos a mano armada, parecen profesar una profundísima fe cristiana que los llevó hasta a rezar y cantar salmos durante una huida increíble en la que el cura Luis González fue usado como chofer del grupo. A punto de entrar a una misa en uno de los pueblos cercanos a la frenética búsqueda policial que seguía rastreando fugitivos, anoche González le contó a este diario cómo es que se subió a la camioneta y tomó el volante para llegar a levantar los 90 kilómetros por hora ��pero sobre tierra y con muchas curvas�� que lo hicieron inalcanzable para la policía provincial.
�¿Qué pensó cuando apretó el acelerador? �le preguntó Página/12.
�Unicamente los encomendé a Jesús para que no perdieran el control, y por supuesto sentí temor, pero más que por los presos por si la policía u otra fuerza no cumplía con ellos y aparecía en alguna parte a los tiros �dijo el padre pisando la colorada tierra de su provincia.
Eran las 23.30 del lunes cuando se sucedieron las trompadas con que un grupo de internos dominó a cuatro guardias de la cárcel de Eldorado, a unos 210 kilómetros de Posadas. Hacía meses que en el penal había un sordo malestar por el hacinamiento, la sordidez, la mugre y la mala comida a la que están sometidos casi 150 presos en una cárcel pensada para poco más de 40. El propio obispo de Iguazú, monseñor Joaquín Piña, había pedido una audiencia al gobernador Carlos Rovira. Ayer el cura González, miembro de la Pastoral Penitenciaria y visitante de la cárcel desde hace dos años, volvió a describir la situación de los presos: �Es cierto que viven en condiciones infrahumanas, y en otras están peor que en ésta. La situación es deplorable. Hace tiempo que veía que la situación de la cárcel los hacía pensar en sus vidas y en la libertad�.
Los presos de Eldorado lo quieren al padre Luis. Cuando estalló el conflicto no pasaron más de dos horas hasta que pidieron que él y otros dos sacerdotes de la Pastoral fueran al penal. Casi sin darse cuenta, los curas se transformaron en los mediadores del motín. Estuvieron allí desde la madrugada, casi no habían dormido cuando se acercaba el fin de las negociaciones. La llegada del ministro de Gobierno Juan Carlos López pasadas las 14.30 del martes empezó a tranquilizar los ánimos. Primero López les dejó claro que jamás les entregarían las armas que pedían para huir, pero enseguida dejó ver que podía ceder a una camioneta en la que entraran los 13 rebeldes. Resuelto ese punto, los presos pidieron un sacerdote para que se retirara de la cárcel con ellos. El dedo del obispo señaló a González: el padre conoce casi uno por uno a los fugitivos y al vocero de la toma, Alberto Díaz.
�¿Maneja bien padre? �quiso saber Díaz antes que nada.
�No se preocupen, hijo, manejo desde los 12 �lo tranquilizó él.
Los presos accedieron a canjear a uno de los guardias por el cura. Le tocó la suerte a Pantaleón Mendoza. Quedaron como rehenes Arlindo Flex y Luis Enrique Bogado. A las 18.54 el capo Díaz salió con un guardia agarrado del cogote, apuntándolo con una faca. La policía se había retirado unos cincuenta metros, hasta volverse invisible. Y tal como se había acordado no disparó. En medio minuto los 13 presos estaban arriba. El padre Luis al volante y como copilotos Bogado, Díaz y otro de los capos, Juan Ramón Cardozo. Por radio se escuchaba a Díaz que desde un celular pedía que le ubicaran a su �señora�, Liliana Padilla, una evangelista con la que se casó en prisión hace seis años.
�A la izquierda, para el río no, para el otro lado�, ordenaba Díaz. �Todo va a salir bien, ustedes tranquilos�, lo calmaba González. �Más fuerte, padre, más fuerte�, insistían los presos. El cura llegó a levantar 90 por hora. Los seguían de cerca tres móviles periodísticos. La policía,que partió a la distancia suficiente como que no los vieran desde la camioneta, nunca logró acercársele. La tensión en la cabina se descomprimió cuando González propuso rezar �para pedirle a Jesús que nos proteja de la policía�, y los presos se engancharon. Primero el Padrenuestro, luego el Ave María. Ya místicos, entonaron una canción a María y el clásico �Pescador de hombres�: �Tú has venido, señor, me has mirados los ojos, no has buscado, ni a pobres ni a ricos, sólo quieres que yo te siga�, tararea el padre casi tarde para la última misa del día, a poco de la frontera donde los ladridos de los perros seguían alborotando anoche el territorio por donde corrían todavía 7 hombres cansados pero �expertos� en caminar entre la maleza �desde que eran gurises� jugando en el monte.

 

Siete hombres aún huyen

Doscientos hombres, entre gendarmes y policías, continuaban anoche rastrillando a pie, con vehículos especiales, lanchas y un helicóptero una zona de 110 kilómetros cuadrados en la semiselva misionera en la que 7 de los 13 fugados todavía siguen escapando. El último de los apresados, ayer pasadas las 19.40, fue Eliseo Dos Santos, uno de los líderes del motín. Según fuentes policiales misioneras, los reos que siguen libres son los que más conocen el terreno. Los que fueron encontrados lucharon contra el tiempo y contra la semiselva en cuyos vericuetos terminaron acorralados.
Mientras, en la provincia la resolución del motín fue reivindicada ayer por el gobernador Carlos Rovira, del PJ, y por el secretario general del Servicio Penitenciario, Guillermo Snaider. �Hay conversaciones encontradas pero la gran mayoría apoya la decisión porque lo que se consideró fue la vida humana �le dijo ayer a Página/12�. Si ponemos en una balanza otro factor, aunque sea la libertad de esos internos, entramos en riesgo, y ante la menor posibilidad de que hubiera perdidas de vida preferimos no disparar. Si no tendríamos otro Ramallo, y ahí sí no creo que haya posiciones encontradas.� Sobre los reclamos de los presos Snaider también aprovechó para las propias facturas: �No tenemos la intención de esconder que el sistema fue marginado y las consecuencias están a la vista�.

 

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