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�Querida Leonor �, el rescate de
la epístola en tiempos de e-mail

El programa que Leonor Benedetto ideó, conduce y dirige por canal á suma a la originalidad de su propuesta una realización plena de matices.

Idea: La actriz cuenta que la investigación de correspondencias célebres y no tanto le despertó un instinto chismoso, una necesidad de �saberlo todo, ahora�.

Benedetto repasa cartas de todo tipo, con un alto valor literario.
A pesar de eso, el programa nunca cae en lo culturoso o lo snob.


Por Eduardo Fabregat

t.gif (862 bytes) �Querida Leonor� es un programa típico de canal á, uno de los que mejor ejemplifica la filosofía de la que es una de las más valiosas señales de cable de producción nacional. Antes que rendirse a la histeria informativa de hacer caso a todos los brillos, la señal que va por el 3 de Cablevisión y el 46 de Multicanal se concentra en los detalles con algo de magia. Y de eso, precisamente, se trata el programa ideado, dirigido y conducido por Leonor Benedetto: en la era del e-mail y la comunicación instantánea, rescatar el arte epistolar que puede remontarse hasta el pergamino y la pluma de ganso. Y hacerlo de una manera que dista mucho de ser un ejercicio nostálgico o reaccionario hacia el progreso.
En eso, claro, colabora la calidad de los textos. La misma actriz confiesa que la investigación de correspondencias célebres o no tanto despertó en ella un instinto chismoso, una necesidad de �saberlo todo, ahora�. Pero el encanto de sus cartas leídas o escenificadas por actores invitados reside en lo contrario, en revelar apenas algunas puertas del alma de quien escribe. El mejor valor de la carta escrita en papel está en su aparente desventaja: una carta que tardará tiempo en llegar obliga a quien escribe a otro modo de contar las cosas, otra amplitud de análisis, incluso otro concepto a la hora de conjugar verbos. Eso, probablemente, es lo que hace que la media hora de �Querida Leonor� (domingos a las 24, con repetición el miércoles a las 11, 16 y 23) sea tan disfrutable.
Las ideas de Benedetto y la realización de Luis Santos ponen el otro toque, la necesaria cobertura para un programa cuyo núcleo es la palabra leída. La escenografía tipográfica, los tonos sepia de la iluminación, los encuadres relajados y cálidos les dan el marco ideal a las cartas de amor, de declaración histórica o de simple regodeo intelectual, como sucedió al escenificar un cruce de epístolas entre Marcel Proust y André Gide con referencia a la publicación del primer volumen de En busca del tiempo perdido.
Programa para gente leída, pero también para quienes, sin información previa, se muestren sensibles al particular universo que propone cada texto, �Querida Leonor� no está planteado como un programa culturoso, snob o soberbio. En el programa que se verá este domingo, Benedetto lee una carta de un sargento de la Marina estadounidense en Vietnam, quien se desgarra ante su novia al confesarle que �ayer maté a una niña de once o doce años�. En otras manos, quizá la carta hubiera tenido un contenido más morboso, más sensacionalista, y sin embargo es pura belleza. Ese mismo tono justo fue el que, el domingo pasado, produjo una singular vibración al rescatar las cartas entre los escritores Boris Pasternak, Rainer Maria Rilke y Marina Svetaeva, quien cierra la serie informándole a Pasternak de la muerte de su amado �Raineke�: �Ya no iremos a ver a Rilke. Ese lugar no existe más�.
�Querida Leonor� también se reserva un espacio para el intercambio. La presencia de artistas invitados como Boy Olmi (quien representó una célebre declaración pro América de Simón Bolívar), Gigí Ruá leyendo una carta de Jackie Kennedy a Lyndon Johnson o Duilio Marzio rescatando un texto de Marlon Brando sobre Elia Kazan, introducen matices necesarios en el tono grave de Benedetto, y una vez por programa desembocan en un reportaje de tono igualmente relajado. Con ello, se produce el mejor casamiento que puede encontrarse en algo al parecer tan enfrentado como la letra y lo catódico.

 

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