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AFIRMAN QUE DEVOLVIERON ALGUNOS BEBÉS
Todos chicos buenos

Florencio Varela, ex funcionario de las dictaduras militares, presentó un documento que intenta demostrar que no hubo un plan de apropiación de menores, y criticó al juez Adolfo Bagnasco.

La furia de los represores apunta al juez Adolfo Bagnasco.
En otra causa, la jueza Servini de Cubría fue amenazada.


Por Victoria Ginzberg

t.gif (862 bytes) El documento anuncia: "Plan Sistemático de Apropiación de Menores-Una Falacia". Es un informe de la conferencia de prensa ofrecida por el abogado Florencio Varela --secretario de Minoridad y Familia durante la última dictadura-- en el Centro de Oficiales de las Fuerzas Armadas. Según los voceros de la reunión, se trató "del comienzo de una lucha frente a las agresiones a los militares y civiles con responsabilidad durante la década del '70". En la portada del material entregado a la prensa figura la fecha y la hora del encuentro: "jueves 24 de marzo a las 15". Curioso lapsus, si se tiene en cuenta que la conferencia se realizó ayer, 24 de febrero, y no el día del aniversario del golpe de Estado. 

  El Centro de Oficiales de las Fuerzas Armadas está presidido por el almirante retirado Alfredo J.M. Fernández. Allí fueron citados por el autodenominado "Foro de Verdad Histórica" varios periodistas --la mayoría de medios extranjeros-- para escuchar una impugnación del juicio en el que el juez Adolfo Bagnasco investiga la apropiación de menores como práctica sistemática. En el Salón "San Martín" estaban presentes también Carlos Tavares y Alberto Rodríguez Varela --abogados defensores de Jorge Rafael Videla-- y Genaro Díaz Bessone --presidente del Círculo Militar y representado por Varela en el proceso por su posible extradición a España, donde está acusado de genocidio, terrorismo y torturas--.

  Durante la primera parte la conferencia de prensa, Varela arremetió contra Bagnasco usando terminología jurídica. Su intención era "denunciar la falsedad de las imputaciones sobre la existencia de un plan sistemático" para apropiarse de los hijos de desaparecidos. "No hay evidencias ni testimonios imparciales en ninguno de los 34 casos que figuran en el proceso", se afirma en el documento. Varela insistió en que hay sólo 12 casos probados de robo de bebés --aunque las Abuelas ya lograron la restitución de más de 60-- e intentó desacreditar a los ex detenidos que declararon en la causa por ser "ex prisioneros de las Fuerzas Armadas, la mayoría conocidos ex terroristas y obvios enemigos de los acusados".

  En los papeles entregados a los periodistas se incluye también un listado "de menores hijos de terroristas comprobadamente devueltos hasta el momento" (es decir, aquellos que tuvieron suerte y no fueron secuestrados o que sus familias pudieron recuperarlos en el momento de la desaparición de sus padres). Para hacer este listado, de supuestos 200 casos, se utilizaron diversos materiales. Se tuvo en cuenta, por ejemplo,  el libro de Abuelas de Plaza de Mayo --en el que se denuncia la desaparición de 260 niños y se acredita la restitución de identidad de 63--, aunque en otros pasajes del documento se denuncia a Abuelas como un "pretexto de agitación política". Pero la fuente más curiosa es la consignada como "casos más salientes recordados por 'Veteranos del G.T 3.3 de la Escuela de Mecánica de la Armada'".

  "Respecto de los partos, que tienen aparentes testigos, cabe una pregunta: ¿el delito fue atender a las embarazadas o hubiera sido justamente además de un delito una barbaridad el no atenderlas?", se consigna cínicamente, pero aceptando que existieron los alumbramientos que en otros párrafos se ponen en duda. A la hora de las preguntas, los periodistas se miraban entre sí desconcertados. Un supuesto corresponsal colombiano con acento centroamericano quiso saber qué medidas se iban a tomar "ante las infundadas calumnias que difunde la prensa". Varela aprovechó la ocasión y también criticó al juez español Baltasar Garzón, quien --dijo-- "junto con Bagnasco deshonra la magistratura por cuestiones ideológicas".

  Varela estaba preocupado por el plan sistemático y no por los casos puntuales de apropiaciones de hijos de desaparecidos. Su inquietud podría provenir de que los investigadores de la causa que lleva Bagnasco habían pensado atribuirle responsabilidad política en el plan de robo de bebés, ya que el abogado fue secretario de Minoridad y Familia. Varela aseguró "a título personal" que "si alguien se quedó con un niño, es repudiable".

  --Quisiera saber si el resto de los presentes comparte esa afirmación --manifestó una periodista española.

  Todos los asistentes hicieron silencio.

 

 

"Unas putas embarazadas"

   El Centro de Oficiales de las Fuerzas Armadas está ubicado en Quintana al 100. Es un edificio antiguo muy bien cuidado, de salones amplios, arañas colgantes y grandes escaleras de alfombras rojas. En la entrada se puede adquirir por siete pesos el libro Subversión, la historia olvidada, de la editorial Aunar, que repartía el año pasado el ex jefe del II Cuerpo, Rodolfo Cabanillas. Por su adhesión a ese panfleto, el ex jefe del Ejército Martín Balza, relevó a Cabanillas. En una pared del segundo piso, plaquetas doradas recuerdan a los "oficiales víctimas de la guerra contra la subversión".

  --Ustedes no nos quieren --afirmó un capitán de fragata retirado que dijo llamarse Miguel García cuando se enteró de la presencia de Página/12. García intentó luego una extensa perorata para justificar el terrorismo de Estado.

  --Si fue una guerra como usted dice, ¿por qué no entregaron los cuerpos de las víctimas? --preguntó este diario.

  --Porque teníamos la izquierda internacional en contra. Esto fue armado por Rusia y Cuba. Y los terroristas no daban la cara. Además, es fácil encontrarlos.

  --¿Dónde?

  --No le voy a decir.

  --¿Y por qué no entregaron los chicos a sus familias?

  --Pero por favor. Las Abuelas sabían que sus hijas eran unas putas que andaban embarazadas para que no las detuvieran.

  El capitán de fragata Manuel García --si es que no fue tan cobarde como para ocultar su verdadero nombre-- dio una muestra así de la hidalguía y la caballerosidad con que gente como él trató a mujeres embarazadas, prisioneras e indefensas.

 

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