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Mientras Argentina e Inglaterra aburrían en Wembley, media Europa futbolera ensayaba también sus selecciones: el último miércoles vio en acción a catorce de los dieciséis equipos que disputarán la Eurocopa en tres meses. Y casi nadie está seguro ni conforme con su equipo.
Y si no, vale la pena echar una mirada panorámica más allá del
castigado ombligo nacional para ver cómo viven su actualidad las que
parecen o deberían ser --sacando al padre Brasil, claro: 7 a 0 a
Tailandia-- las principales selecciones del mundo. En principio, el actual
campeón continental, Alemania, que la sacó barata ante Holanda 1-2, teme
el desastre y su técnico Erich Ribbeck debe seguir usando al inoxidable
Lothar Matthaeus; Inglaterra --que venía mal-- valoró el horrible empate
con Argentina y, según la prensa, reforzó la confianza en sus
posibilidades; Francia, campeona mundial, vive envuelta en dudas y necesitó
un gol del sabio Zidane a tres del final para ganarle en Saint-Denis a los
endebles polacos; Italia, como es habitual, sufrió y apenas zafó con un
penal de Del Piero ante Suecia, 1-0 en Palermo; mientras España igualaba
sin goles de visitante ante los croatas. El mal de muchos no es consuelo
de (argentinos) tontos; pero vale la pena tomar nota.
Alemania disimuló en el exiguo marcador la debacle que sufrió
frente a Holanda, pero su juego desilusionó hasta a Ribbeck, que no
encuentra la forma de renovar una selección envejecida. El conjunto alemán
aún necesita a Lottar Matthaeus, que jugó su partido 144, con 38 años,
y cada experimento con un joven jugador es un fracaso. En Francia,
supuesta favorita como campeona del mundo, el técnico Roger Lemerre tiene
dos selecciones y asegura que los jugadores de ambas tienen las mismas
posibilidades de acudir a la Eurocopa, pero también dice que cuenta con
los delanteros Thierry Henry, con Nicolas Anelka... que no entraron en
ninguna de las dos. Ante Polonia, un equipo al que España goleó el mes
pasado, Francia tan sólo se impuso por un gol de Zinedine Zidane.
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