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Fue como un virus, una epidemia que atacó a la defensa de Argentinos Juniors y que la hizo, de pronto, comenzar a cometer todo tipo de desatinos. El agente portador que desató la epidemia, el desencadenante fue �sin duda y sin culpa� el pobre Sanzotti. Lamentablemente para el joven arquero y para Argentinos en general, el corner que desde la izquierda venía para él y se le escapó de un modo incomprensible (muy mojada estaba...), le cayó al precoz capitán Milito y éste �tan maduro ya� la mandó adentro de zurda. Iban 29 y hasta ese momento, si
bien Independiente había insinuado más, no podían contabilizársele
llegadas netas: sucesivos remates de media distancia de Daniel Montenegro
y de Marioni eran lo más peligroso producido por los de Trossero.
Argentinos, a su vez, había tenido su mejor oportunidad con un desborde
por derecha de Cervera que cabeceó Osorio en el primer palo y salvó
Mondragón. Pero eso pronto sería historia antigua: de la media hora
hasta el final, en quince minutos increíbles, Independiente arrasó con
el desconcertado Argentinos y le hizo cuatro goles.
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