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"PASO A PASO", POR LA COMPAÑIA TITIRITERA DEL SAN MARTIN
Casiopea, la tortuga valiente

La destreza de los titiriteros y la sutileza de la puesta son los principales atractivos de una obra ideal para chicos de 2 a 6 años.

Casiopea es una tortuga que quiere llegar al casamiento del rey león


Por Inés Tenewicki
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En una versión muy apropiada para chicos de dos a seis años, el grupo de Titiriteros del San Martín acaba de reestrenar Paso a paso, una adaptación del cuento Tranquila Tragaleguas la tortuga cabezota. Al igual que la literaria, la tortuga de gomaespuma de estos diestros titiriteros también es cabezona, obstinada, perseverante, tenaz, tozuda, y pueden continuar los adjetivos, insuficientes todos para calificar a Casiopea, cuya virtud número uno es, como la gran mayoría de las tortugas de ficción, la de no arredrarse ante nada y continuar hacia adelante, paso a paso, hasta llegar.

  Porque el inflexible objetivo de la protagonista, en este caso, es llegar a la gran fiesta que, con motivo de su boda, celebra el Gran Sultán Leo Vigésimo Octavo, el león. Llegará cueste lo que cueste, a pesar de las advertencias, limitaciones y peligros. Llegará, inclusive, a pesar de la propia muerte del león. Llegará a una fiesta muy distinta, a un casamiento inesperado, pero llegará. Más allá de las dificultades, de la distancia, del tiempo e inclusive del fin de la vida. "La manera más certera, infalible y justa de llegar es por el camino caminar, un paso y otro paso hay que dar", es la moraleja, en versión musical, de la obra.

    La adaptación titiritesca de Carlos Almeida resulta entretenida y casi nunca pierde el ritmo, aunque éste sea más bien parsimonioso, en consonancia con la marcha de una tortuga que tiene todo el tiempo del mundo. Movimientos suaves en una puesta colorida, pequeños personajes que acompañan el trayecto, sutiles variaciones en la escenografía, iluminación jugada a la creación de espacios distintos y retablos movibles que van generando nuevas escenas ayudan a conservar la dinámica y a mantener el interés.

  Uno de los fuertes de la puesta es el diseño y la realización de los títeres, a cargo de Florencia Salas y Roberto Docampo, que apuntaron a configurar un elenco de personajes variados y visualmente atractivos, en una concepción estética que privilegia el colorido sin estridencias, las ondulaciones suaves, los vuelos. Por otro lado, el permanente abordaje humorístico presente en el libro y en la letra de las canciones y la música, a cargo de Tito Loréfice, operan como recursos muy interesantes para aderezar un relato en el que no se escenifican conflictos potentes, más allá de la aparición de distintos personajes que intentan detener la travesía de la heroína: una bandada de cuervos leguleyos, una pareja de tucanes tangueros, una peligrosa araña aparentemente andaluza, un rebaño de policíacos dinosaurios, unos caracoles pusilánimes, un elefante piadoso.

  Cada escena, determinada por la intervención de estos diferentes personajes que se cruzan en el camino, parece poner en juego la exhibición de distintos tipos humanos, y reírse de ellos. Los represores, los cobardes, los legalistas, los hipócritas, los llorones, entre otros, aparecen como objeto de una mirada irónica --encarnada por un coro de graciosos títeres llenos de plumas-- que se burla de la debilidad, el temor al esfuerzo, la flaqueza, y de su cara oculta: la intolerancia y el autoritarismo. En la otra vereda se destacan los solidarios, como el elefante, y los que acompañan y embellecen, como las flores o el gusano. Y los que aman, como Beppo, el tortugo enamorado de Casiopea, quien tampoco le teme a nada aunque su objetivo sea diferente: él no se propone llegar a ningún lugar más que al corazón de su amada. El periplo del tortugo, incansable detrás de Casiopea, queda algo desdibujado y sus posibilidades dramáticas parecen desaprovechadas en un papel demasiado secundario. Su romance, aunque se anuncia desde el comienzo, queda relegado a un final feliz, que de esta manera cierra la obra con confites para todos. Es que Casiopea, que sabía que llegaría, como lo sabe el público, no sabía que llegaría a su realización amorosa, a su propia boda, a su destino de tortuga que siempre llega aunque no sepa realmente adónde va.

 

Para ir

* A los trotes Vaqui Rosa, comedia musical romántica para chicos pequeños con canciones y títeres, los sábados a las 18 hs. En Liberarte, Corrientes 1555 ($5).
* La Cenicienta, versión de teatro-danza, los domingos a las 16 en el Centro Cultural Adán Buenosayres, Av. Asamblea al 1200 (a la gorra).

* Imaginario, laboratorio de colores, comic, clown y varieté de la Compañía Buster Keaton, los sábados a las 18 en el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930 ($5).
* Los deportes de la risa, espectáculo de mimo de Jorge López, los sábados a las 16. En el Centro Cultural Adán Buenosayres, Av. Asamblea 1200 (a la gorra).
* Un siglo en un ratito, del grupo Museo Viajero, con objetos de uso cotidiano del último siglo. En el Museo Saavedra, Crisólogo Larralde 6309, los domingos a las 19 ($5).

 

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