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Ayer falleció Norma Lew, presidenta y una de las fundadoras de Memoria Activa, la agrupación que todos los lunes se reúne en Plaza Lavalle, frente a Tribunales, para reclamar que continúe la investigación y se esclarezca el atentado a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que ocurrió el 18 de julio de 1994. Norma era asistente social, tenía 57 años y murió de cáncer. Había trabajado durante más de tres décadas en la AMIA, donde se desempeñaba como directora de Acción Social, puesto en el que se ocupaba, sobre todo, de solucionar temas vinculados a la pobreza judía. El día que explotó la bomba, ella también estaba en la mutual y tuvo que ser rescatada de los escombros. El mayor de sus dos hijos murió en el atentado. Después de pasar varias semanas internada, y aunque le quedaron secuelas físicas, Norma empezó a reunirse con otros familiares de víctimas y surgió la idea de conformar el grupo. Quienes la conocieron cuentan que fue convirtiéndose en la líder del grupo por su carácter y por su historia personal. Y que, pese a ser menuda, a su fragilidad física, tenía una envidiable fuerza. Ella fue quien, a través de sus vínculos con la comunidad judía de Nueva York, dio impulso al trabajo de Memoria Activa en el exterior.
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