Por Alejandra Dandan
Cuartel
General, Inspectores de transporte. Hora 6.00 am. Misión: perseguir
charters clandestinos. O al menos, intentarlo. La probabilidad de fallar
es grande: el ejército de charters que cruza la Capital está
estructurado como organización. Funcionan en cuatro células principales,
más desprendimientos. Y han montado un sistema de espionaje con una flota
de más de cien vehículos tripulados por espías. Andan en combi, trafic,
auto, moto o de a pie. Cuentan con dos sistemas de radio; uno conecta las
cuatro células; el otro las comunica internamente. Su tarea es perseguir
inspectores: monitoréandolos, anticipan sus pasos para evitar la captura
de charters y la imposición de fuertes multas. No carecen de recursos:
expertos de la CNRT afirman que comisarios y ex comisarios de la Policía
Bonaerense no sólo brindan protección a los espías, también poseen
combis que hacen trabajar como charters. Por lo tanto, la recomendación a
los miembros del Cuartel General es: no tomarlos como informantes.
Es el juego del gato y el ratón. Lo dice un espía: �Esto es así, se
hace para sobrevivir y en este juego nosotros somos los ratones�. Como
en el juego, los ratones se escapan, pero necesitan �para resistir�
prever cada movimiento del gato. En esta historia, de los inspectores. Por
eso la organización en ocasiones está plagadas de gaffes, otras veces,
de muertes.
La Panamericana fue hace diecisiete días escenario de la trama por la que
además de millones de pesos �300 millones al año�, se mueven muchos
más pasajeros. Uno de ellos murió (ver aparte) por una ráfaga de
ametralladora disparada sobre un charter. Aquello podría definirse como
desquicio. Pero no lo fue, al menos por una razón: fue consecuencia
-acaso hasta ahora la más grave� de una organización donde las balas
no están ausentes.
Esa organización existe. Quienes la encarnan y quienes intentan �con
contradicciones� combatirla, hablan de Al Capone para definirla. Aquí
Página/12 hace una radiografía de la estructura de los gatos y de los
ratones donde el juego es una mentira.
La orga
El inspector J. recibió amenazas en su casa, a otro le rompieron los
vidrios de su auto estacionado en avenida Mitre al 600. �Conocen
nuestras direcciones, teléfonos �dice uno�. En mi auto, el espejo
retrovisor es siempre mi punto de mira�. El inspector habla de los
espías que los siguen. No pueden detenerlos ni evitar la persecución: el
problema es legal. En general están habilitados para usar las radios y
tienen los papeles de los autos en regla. Entre los inspectores, los
espías reciben el nombre de �servis� u �orga�. La �orga�
actúa como célula.
En esta trama existen cuatro células fuertes más sus desprendimientos.
Actúan en cuatro zonas principales, llamadas corredores: norte, oeste,
sur y Laferrère. Por crecimiento, unidades, hombres y protección �de
privilegio�, la zona sur y Laferrère tienen las organizaciones de
charters más poderosas. El desguace de la gigantesca 148 de colectivos en
el sur y la caída de la ex Fournier �dueña de la 86, 197 y 193�
dejó pasajeros, rutas y horarios liberados y funcionó como variable de
crecimiento de los clandestinos.
En el sur, el ejército bajo las órdenes de los grupos Dicla y Gafa tiene
entre 60 y 70 unidades. �El Turco Aye, Martineli y Félix Alarcón son
quienes manejan el negocio�, dice una fuente de la CNRT. Parten de
Florencio Varela y tienen una red de espías de entre 20 y 30 autos
particulares. Los espías también fueron denunciados por la empresa El
Halcón de colectivos: es que la persecución alcanza a la línea de
transporte legal. Los siguen para detectar dónde hay aglomeración de
pasajeros que puedan ser captados. Laferbus controla el corredor
Laferrère. Pero no es una empresa. Las combis tienen cada una su dueño,
aunque el servicio de radio las fusiona como red. Está considerada la de
mayores irregularidades y la más �pesada�. Cada minibus aporta entre
75 y 100 pesos por mes para quienes coordinan la protección. El precio se
repite en cada corredor. Dicla y Gafa, en el sur, cuentan con una
estructura legal un poco más amplia: entre su flota existen autos
controlados por una SRL. Hay coches con y sin habilitación y otros por
fuera de la organización. A ellos se les cobra �por el piso�, es
decir por detenerse a levantar pasajeros en su área.
Al Capone a la criolla
Madrugada, 5.45 am. Cuartel General de Inspectores.
Afuera, sobre Constitución y Alberti, estaciona la combi-espía CVG739.
Es del sur, del grupo Dicla. Chofer y copiloto actúan bajo el código del
recontraespionaje a la criolla: ni el madrugón, ni la actividad impiden
unos buenos mates a bordo. Desde allí modulan a una de sus dos radios:
�Todo en orden/el palo no salió�. No hay palabras claves, sólo el
apodo de un inspector: Palo.
La combi del hampa llega a la esquina del Cuartel General con otros dos
autos y un hombre de a pie. Nadie deberá creer que la flotilla responde a
la misma célula: �Los grupos que nos siguen �adoctrina un agente�
son los de Laferrère y los del sur�. Así, por atrás de los mateadores
se estaciona un Peugeot de la Laferbus y otro coche negro pálido con
antena. La antecámara del show aún no se completa hasta que, despacito,
llega el último espía: un hombre a pie se detiene con el inseparable
handy en la puerta del Cuartel. No hará gastos superfluos de gasoil:
quedará como mojón, de guardia toda la mañana, hasta el relevo. Su
misión: controlar movimientos internos.
En tanto, los espías en cuatro ruedas dejarán su puesto de guardia en
breve. Lo hacen ahora. ¡Ya! y corren, porque se les pueden piantar los
inspectores que acaban de salir en dos autos y ya van por allá adelante.
Las tretas del hampa porteña
Avenida Rivadavia. La Estanciera azul metálico de los inspectores avanza
hacia Liniers. La misión: capturar clandestinos. Misión dos: despistar
espías. El inspector J. da un volantazo y preanuncia lo inevitable: �No
los vamos a perder sin cruzar cinco semáforos en rojo�.
Pero hay trucos que funcionan: un peaje. Los inspectores tienen pase
libre, los espías no. Por eso ahora el inspector ríe, un nuevo recorrido
lo ha enfrentado ante un peaje: su Estanciera enfila a un pase libre y del
retrovisor sale de cuadro la combi-espía, obligada a encarar la cola del
pase manual.
De uno y otro lado se reproducen tretas. Los inspectores, otra vez en
Liniers, tienen un clandestino a la vista. Están bajo un puente, una
maniobra rápida y algo de tránsito perdió a los espías. El campo
despejado facilita la captura. Bajan pasajeros y, detrás, el chofer que
más tarde dirá a un teléfono celular:
�No se dónde estaban, aparecieron y me cruzaron. Le lloré la carta a
uno. Me dijeron que la cosa no es como antes, que con la última
concentración la multa va a ser más leve.
La combi del hombre tenía un problema extra: no estaba con radio. Aquel
hombre salió de Laferrère. Por un peso con cincuenta, lleva a parte de
sus pasajeros hasta Liniers; por dos con cincuenta, el resto sigue hasta
Puente Saavedra. Los inspectores le hacen la multa por �técnica�
vencida (ver recuadro) y seguro también. Costo estimado: entre 10 y 15
mil. Precio del móvil: cerca de 15 mil. Precio exigido por Laferbus por
el servicio de radio: de 75 a 100 pesos por mes. Precio del equipo: 100.
Días de retención de la combi: 60. Las cuentas pueden voltear al mejor
piloto.
Para evitar estas sanciones, los choferes han llegado a encadenarse al
volante. �Porque la policía no lo puede detener arriba del vehículo�,advierte
un inspector comentando la ocurrencia de una mujer encadenada en Pompeya.
Otra treta: la CNRT no puede controlar micros vacíos. Hacer desaparecer
pasajeros es una estrategia espía. El método: un gritado �Todos abajo�
cuando se avista un puesto de control, basta para que el autobus parezca
vacío. Treta final: la carnada. Es mejor perder uno y no tres: �Los
servis �se indica� mandan una combi al muere, nosotros las detenemos
y, en ese momento, hacen pasar otras tres a una cuadra�.
Peligro: comisario con combi
Todo eso se digita por la radio. Y más. También se controlan los
cascotazos y las zonas de golpiza.
La Estanciera tiene techo y capot abollados. Fue en Pompeya, en Perito
Moreno y Sáenz. Fuentes de la CNRT denunciaron complicidad policial. El
atentado ocurrió de noche, una patrulla quedó convocada para un
operativo, pero nunca llegó. Dos autos de la CNRT fueron rodeados. Los
inspectores quedaron dentro, afuera veinte grandotes. �Se subieron
arriba del techo y patearon los autos�, dicen.
La complicidad recogió nuevas sospechas. �El sistema de comunicaciones
que tienen es tan sofisticado que, evidentemente, fue armado por policías
o ex policías o militares�, apuesta un funcionario del organismo de
control. Es que entre las estrategias de despiste, la CNRT probó varias.
Entre ellas decidió usar para un operativo la comisaría 22 como punto de
salida: los espías del sur esperaban en la puerta. Otro día en
Laferrère, se planeó un operativo. La dirección de la CNRT pidió un
día antes, vía fax a La Plata, efectivos en determinada zona: Laferbus
estaba esperándolos. En el combate abierto con Laferbus participaron
además 146 gendarmes: �La primera vez los gendarmes aguantaron �cuenta
ahora una alta fuente del organismo�, la segunda vez también. La
tercera, la patota de protección de Laferbus los encaró: golpeó a los
inspectores y los gendarmes se replegaron. No volvieron más�.
Policía caso III: �En octubre llamó un comisario de Quilmes �dice
una fuente�, dijo que habitualmente él daba una mano con los
operativos. Bueno, dijo que habíamos detenido una combi suya, que a ver
si se la podíamos devolver�. La CNRT dijo que no. La combi tenía
pedido de captura. �O sea �sigue la fuente� se la había chupado él
y la estaba haciendo trabajar con un chofer�.
Policía caso IV: Jorge es chofer de un micro sin habilitación. Hace un
tiempo �da la casualidad �dice� que yo trabajaba por la zona de
Alpino, donde está un tal Cali. Para entrar ahí te pedían alrededor de
200 y 300 pesos por día. Pero ahí, te levantaste un pasajero dos minutos
antes de lo que te toca y te matan eh. Al Capone es un poroto�. Jorge
sigue: �Tienen policía pagada�. Un espía de Dicla sugirió el
destino de la recaudación:
�No tendría que decir esto, pero en este país todo el mundo te quiere
cobrar: así que imaginate...
Un patrullero está cerca.
Una pelea por migajas
Fighiera el año pasado dejó escurrir la palabra mafias. También
allí, es cierto, la explosión adrede de un micro mató a trece
pasajeros. Pero aquel atentado tenía un destinatario preciso: la
empresa Almirante Brown. Y tuvo un objetivo: amedrentar para controlar
las rutas del norte, el tránsito de extranjeros y la
comercialización oscura, pero millonaria, de inmigrantes. La
investigación, a poco de finalizar, tiene en la mira a una empresa
norteña competidora en esa franja de la Almirante Brown. En
Panamericana, sólo uno de esos motivos aparece en la base del
atentado: el control por la ruta. No hubo aquí un negocio extra,
capaz de adosar millones al transporte de pasajeros. Es más, podría
pensarse en una pelea por migajas. Una pelea entre pobres. En la
Panamericana las balas fueron por un grupo de obreros cautivos que
había conseguido ganarse Muñoz �chofer del micro baleado� por
astucia. Ofreció más que la competencia, aunque es difícil pensar
con tamaña definición lo que ocurre bajo el puente. �Yo los pasaba
a buscar por los ranchitos, si hacía falta los despertaba�, dijo
Muñoz. Con él los obreros ahorraban los sesenta y cinco centavos de
viaje hasta Puente La Noria. No más. |
La otra batalla, en el campo legal
�Acá hay una cosa clara: la CNRT tiene órdenes de sacar del
medio a los charters�, dice un empresario de trasportes y agrega:
�Nos van a terminar destruyendo, nadie puede cumplir con todo lo que
le exigen�. Los empresarios del sector más sólidos tienen una
queja principal: las inspecciones, que consideran persecuciones
arbitrarias. Son criticadas las detenciones de combis y las normas
que, impuestas bajo la antigua secretaria de Transporte, no dejan de
modificarse. Contra estas críticas la CNRT dice: �Es como un juego
de ajedrez, nosotros pensamos cómo trabarles las forma de proliferar,
porque pensamos en una política general del transporte. Ellos buscan
el modo legal de anularla�.
La desregulación del �92 inició al sector. El decreto 656/94,
además de habilitar el servicio urbano especial (SUE) tipo charter,
habilitó �los contratados ocasionales�. Bajo esta cláusula y con
2000 pesos como inversión original aquellos expulsados del sistema
�vía desempleo� intentaron reingresar a bordo de una camioneta.
La CNRT entregó habilitaciones como transporte de pasajeros. La
única condición a cumplir era la presentación de facturas. Este
tipo de servicio fue derogado en septiembre del �99. Por eso la CNRT
dejó de entregar o renovar habilitaciones. Sin embargo hoy no puede
multar a las combis por no poseerlas. El motivo: los charter
consiguieron un recurso de amparo contra esa derogación y por lo
tanto �sólo por este motivo� no pueden secuestrárseles los
autos.
De todos modos, la CNRT afila otros mecanismos: revisa la llamada �técnica�
que es la autorización que expide la Sigen después de los controles,
con fecha de vencimiento. De aquí se desprenden la mayoría de las
faltas que se adosan a las de seguro vencido: una vez vencida la
técnica, el charter deja de estar asegurado.
Dentro del parque automotor total dedicado al charteo, el 50 por
ciento �según datos de la CNRT� persiste en forma totalmente
clandestina. La otra fracción mantiene formas variables de legalidad.
Los corredores del norte y el oeste están considerados como los más
prolijos y entre ellos el del oeste con menos tránsito de charters.
El motivo es la poca rentabilidad de esta ruta por el buen
funcionamiento de La Lujanera y el tren.
Existen presiones del sector de transporte público regular. Los
empresarios han conseguido que en la nueva normativa se prohíba el
ascenso y descenso de pasajeros en los puntos considerados de
transborde. Esto -rechazado con fuerza por los charters� es también
punto de partida para facturar infracciones. |
CRONICA DESDE EL LUGAR DONDE
PARABA EL MICRO BALEADO
El oscuro mundo del Puente La Noria
Por A.D.
Puente La Noria.
3.00 am. Nada que hacer, pura sensación de pánico. El movimiento se
concentra en la única franja iluminada: la terminal de 25 líneas de
colectivos regulares de la zona sur. El puente es zona de trasbordo, pero
no todavía. Los diez hombres parados frente a un colectivo son nada
frente a las diez mil personas que convoca este sitio durante el día.
Sólo el hombre del puesto de diario se atreve otra vez a abrir el kiosco
y cuenta que lleva siete robos encima. El hombre tiene el puesto frente a
la terminal de los �legales�, en la mítica Rotonda. Esa es la base de
los no legales. Es el lugar donde se detuvo el micro José Muñoz por
última vez: la parada que tocó el jueves 10 de febrero a las 5.15 antes
de salir para la Panamericana y recoger a José Manuel Baamonde. Poco
después, las balas disparadas desde un Galaxi azul lo mataban. Página/12
estuvo en el lugar. Aquí el cuadro de un atentado en el que se �ha
tirado a matar�.
La Rotonda del puente es, también, el lugar donde un puestero intenta
vender fruta a nadie durante toda la noche y donde aparcan tres coches
viejos que han instalado un cartel de �remise� con una luz de
ambulancia.
Y en la rotonda se hacen las 3.30 y bajo el puente frena La Cooperativa,
el colectivo trucho que ha traído gente del barrio Santa Catalina. Se
bajan muchos, entre ellos una mujer. No hay pánico ni susto entre ellos.
Hay apuro: atraviesan la Rotonda tan grande como una plaza y forman fila.
No hay parada, sólo una avenida todavía poco circulada hasta que llega
una combi. Acaba de frenar: la mujer de Santa Catalina viaja a Pilar en
ese charter que le promete que su boleto de 2,50 le servirá para viajar
sin escalas. Cola, gente y también la combi se esfuman. No está más,
todo otra vez está gris oscuro.
Las combis de La Noria están reclutadas por un grupo fuerte y algunos
parias. El fuerte es el de �El Boliviano�. Sus sistemas de radio y la
estructura de protección son reflejo de esta zona: aún es pobre y
precaria, �se están armando�, comentará más tarde un agente de la
CNRT. Hay combis con asientos para doce o dieciocho personas, pero
también las hay sin asientos y otras con sillas plegables en los pasillos
para ganar más lugares. Puente La Noria, aunque se considera como punto
caliente de trasbordo de pasajeros, no es uno de los más importantes ni
más rentables para las combis clandestinas.
En La Noria la mayoría tiene por destino el corredor norte,
principalmente Pilar o Escobar. Ese corredor es considerado no sólo poco
conflictivo sino además el que reúne a servicios más �legales�. Es
la vía usada por los habitantes de los countries, pero también por
obreros constructores de esas casas y operarios de la zona industrial de
Pilar. Son ellos quienes salen de Puente La Noria o las zonas vecinas.
Muchos servicios no entran en la Capital y, salvo cuando están en
contacto con la General Paz, la CNRT no los detiene.
De este modo, el tipo de organización que prospera es más paria que la
de los corredores con ingreso en la Capital. Y en ese marco, se ha
convalidado un gobierno donde quienes mandan �y pueden matar� son o
quienes han llegado primero o los que poseen más flota.
El micro sobre el que han �tirado a matar�, según contaron fuentes de
la investigación, cuenta con cuatro réplicas en La Noria: son viejos,
del tipo escolar o parecidos. Entre las 5.45 am y 6.00 am dejan la Rotonda
y salen hacia el norte. Pero en la zona hay más: está el 27 de �El
Santiagueño�. Por el modelo podría confundirse con los de la terminal
de Retiro. Es un micro pituco y anda acompañado de otros tres, o a veces
cuatro: �Todos son parientes, uno lo tiene un cuñado, otro un hermano�,
va contando un chofer de esa franja. El Santiagueño tiene fama de
quisquilloso.
José Muñoz fue el chofer del micro baleado. Fue quien denunció al
interno 27 por un apretón fulero, reciente. Otro chofer amigo contó: �A
míel 27 me agarró un día en Escobar, me dijo que quería la Rotonda
despejada hasta las seis. Quería que nosotros arrancáramos después�.
En la zona había un Scania: también fue acusado por el chofer como el
hombre que lo amenazó hace un mes tirándole el colectivo encima. En la
zona había otro micro, antecesor de Muñoz en el recorrido desde El
Olimpo a Pilar. Un vecino y ahora ex pasajero dice: �A ese hombre le
dispararon un día antes que a Muñoz, está muy mal�.
Ni Muñoz, ni ese hombre volvieron a la Rotonda.
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