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UNA PRACTICA definitivamente INSTAURADA EN EL FUTBOL
La política de apretar referís

El reciente caso del gobernador tucumano Julio Miranda, que ingresó al vestuario de los árbitros en un partido de la B Nacional para presionarlos, reactualiza una triste y vieja historia de amenazas de legisladores, jueces y policías sobre los pitos, una historia que se ha hecho demasiado recurrente desde que la pasión tiene interpretaciones espurias.

Julio Miranda, el gobernador de Tucumán que presionó a los árbitros Ferro y Bravo.
Según Ferro, �entró al vestuario por la fuerza y pateando la puerta� y podría ser sancionado.


Por Gustavo Veiga

t.gif (862 bytes) Cuántas veces se señala con el dedo acusador a los barrabravas que agreden y matan y cuántas otras pasan inadvertidos los señores de saco y corbata que le golpean la puerta del vestuario a un árbitro. La crónica periodística satura a menudo con los primeros y causa estupor cuando se refiere a un político como el actual gobernador tucumano, Julio Miranda. Y es que este personaje no debía haber estado donde fue sorprendido -visitando al juez Jorge Ferro en su camarín después de un partido �caliente�� y, menos aún, en una actitud poco clara e inamistosa hacia la autoridad de un simple encuentro de fútbol en que su equipo, Atlético Tucumán, había perdido. El caso Miranda permite echar una mirada hacia atrás y evocar historias de �aprietes� hacia los árbitros que, en más de una ocasión, han sido como marcas en el orillo de hombres que integraban alguno de los poderes del Estado: legisladores, jueces y también policías.
Mario Gallina, un ex referí que hoy sigue vinculado al fútbol por la seguridad deportiva, recordó una vez que �en Salta, siendo juez de línea de Norberto Coerezza, se presentó el jefe de policía y nos dijo: �Hoy tenemos que ganar nosotros��. El hecho ocurrió a comienzos de la década del 70 y como Coerezza era el chef de Campo de Mayo y conocía a varios generales, le dio un papelito a una persona para que se lo llevara a un coronel que estaba en las plateas. Era el jefe del comando de Tanques Salta, que terminó custodiando el partido.
Otro ex árbitro que dio sus primeros pasos en el fútbol como línea en el ascenso, contó que �durante un partido de Primera C, en la cancha de Barracas Central, jugaban el equipo local y Flandria. Era el 30 de junio de 1975 y no me olvido más porque al otro día estalló el �Rodrigazo�. El juez del partido era Valentín Baños y anuló un penal que ya había sancionado. Se armó un quilombo bárbaro y cuando llegamos al vestuario, Baños dijo que iba a suspender el partido por falta de garantías. El presidente de Barracas, que era un diputado del Frejuli por la Democracia Cristiana, vino hacia donde estábamos nosotros, sacó una pistola y dijo: �Acá las garantías las doy yo�. Terminamos en la comisaría vestidos de referí un día que hacía un frío de locos y, encima, a mí me quemaron el auto�.
Conocida es la aceitada relación entre la política y el fútbol y, como personajes con ciertas cuotas de poder, se manejan a sus anchas en este campo fértil para hacer negocios y conseguir réditos electorales. Luis Barrionuevo, el actual presidente de Chacarita y uno de los sindicalistas de la CGT que apoyó la Ley de Reforma Laboral votada el jueves en Diputados, dijo con más crudeza que muchos de sus pares hace un tiempo: �Yo soy el jefe de la barra brava�.
Esta desusada contribución para entender como la política, la violencia y el fútbol son ingredientes de un mismo cóctel explosivo, sitúa el tema de los �aprietes� ante una pregunta de difícil respuesta: ¿qué hacen quienes deben dar el ejemplo en una cancha? Muy poco, casi nada... O sí, hacen lo que el sábado 12 de octubre de 1996 ocurrió en la cancha del Club Tristán Suárez, cuando este equipo acababa de perder 3-1 con Tigre. Ese día, Edgardo Amarilla, el joven vicepresidente de la entidad local, ingresó al campo de juego con la inequívoca intención de agredir al juez de línea Adrián Soldini porque había anulado un gol. Oscar Vergara, el titular de Tristán Suárez, y dos policías lograron detenerlo en su propósito.
Amarilla resultó ser, además, un hombre que se inició en la política de la mano de Alejandro Granados, el actual intendente menemista de Ezeiza. Llegó a ser concejal por el PJ en ese distrito, presidente del Concejo Deliberante y funcionario del PAMI. En marzo de 1997, el árbitro Alejandro Sliwa denunció en un durísimo informe al Tribunal de Disciplina de la AFA que durante el entretiempo del partido entre San Martín de San Juan y Belgrano de Córdoba, fue amenazado por tres personas que lo aguardaban en la puerta del vestuario sin que la policía local interviniera. Según el juez, que luego abandonó su carrera deportiva, esos individuos invocaron el nombre del gobernador de la provincia y el de un diputado sanjuanino. Le habrían exigido que diera vuelta el resultado �el encuentro se suspendió cuando ganaban los cordobeses 2-1� por �órdenes de arriba�. En San Juan respondieron con una denuncia contra el ex referí por simular una agresión. El club local, San Martín, era presidido por el entonces diputado nacional del PJ, José Chica Rodríguez.
El interior, con sus clásicos regionales y disputas casi de entrecasa, a menudo presenta casos de violencia donde aparecen personajes de origen político. Gallina no olvida que por su tarea en la seguridad deportiva bonaerense, denunció a un director técnico de un equipo de Balcarce que durante un encuentro por el Torneo Regional incitaba a la violencia. Hizo una presentación formal por escrito y comprobó que el denunciado era el intendente a cargo de la ciudad donde nació Juan Manuel Fangio. Resta agregar que, según el ex referí �al árbitro de ese partido lo terminaron moliendo a palos�.
Acaso nada debería sorprendernos, entonces, en un ambiente al que uno de sus principales dirigentes, Fernando Miele, describió como �una mafia� el 17 de setiembre de 1996, durante un reportaje que le concedió a la revista El Gráfico. Ni siquiera, actitudes como la del gobernador tucumano, quien hasta que asumió la primera magistratura de su provincia, era el presidente de Atlético Tucumán, equipo al que supuestamente intentó defender de un arbitraje perjudicial ingresando al vestuario del referí. Una visita de cortesía de la que ya se arrepintió pidiendo disculpas a la sociedad tucumana cuando comprobó que la dimensión de la denuncia presentada contra él puede costarle demasiado cara.

 

 

�Entró por la fuerza�

Jorge Ferro, el árbitro que denunció al gobernador tucumano Julio Miranda, explicó durante un diálogo con este medio que �el próximo martes ampliaremos nuestra declaración ante el Tribunal�, y ratificó que el político peronista y ex presidente del club Atlético Tucumán �irrumpió en el vestuario por la fuerza y pateando la puerta�. Según el referí denunciante, quien es secretario general de la Asociación Argentina de Arbitros (AAA), el hecho ocurrido el jueves 17 duró aproximadamente tres minutos y del mismo participaron tanto el gobernador como su hermano José, quien fue acusado de agredir al juez de línea Raúl Bravo.
�Yo estoy tranquilo, espero que la gente se entere de una situación así a partir de nuestra denuncia y, además, que con nuestro proceder se logren mayores garantías para los árbitros�, agregó Ferro. El informe del juez quedó en manos del Tribunal que ahora podría suspender a Miranda en su condición de socio del club tucumano (ver �Aquel apriete...�) y, también, castigar a Atlético con una multa equivalente al precio de varias entradas. Mientras tanto, el fútbol continuará suspendido en Tucumán hasta nuevo aviso.

Aquel apriete Bravo, Bravo

El gobernador Julio Miranda podría ser suspendido en su condición de socio del club Atlético Tucumán si así lo decide el Tribunal de Disciplina de la AFA en base al informe que presentó el árbitro Jorge Ferro. El antecedente más cercano de un caso parecido ocurrió con el actual diputado nacional por la Alianza, Alfredo Bravo, quien el 21 de mayo de 1995 se introdujo en el vestuario del árbitro Humberto Dellacasa (h.) para pedirle explicaciones por haber expulsado a Enzo Francescoli durante un partido con Deportivo Español. En su descargo, el legislador dijo unas horas después del episodio que �ingresé al vestuario en mi condición de representante de los socios de River, ya que ocupo ese cargo en la asamblea de asociados del club. Mi intención no fue utilizar los fueros parlamentarios�.
Debido a ese episodio, Bravo fue suspendido por el Tribunal en su condición de socio de River, le informaron a Página/12 en la AFA. Dellacasa manifestó que el diputado �vino al vestuario con la intención de saludar y se le permitió el ingreso, y bueno, ya no era un saludo sino que simplemente venía a hacer críticas con amenazas, a decir que me iba a hacer una nota, que iba a ir a la AFA, que me iba a hacer expulsar�.
En aquel partido, River, dirigido por Carlos Babington, perdió 2-0 con Español en el estadio Monumental.

 

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