Por Gustavo Veiga
Cuántas
veces se señala con el dedo acusador a los barrabravas que agreden y
matan y cuántas otras pasan inadvertidos los señores de saco y corbata
que le golpean la puerta del vestuario a un árbitro. La crónica
periodística satura a menudo con los primeros y causa estupor cuando se
refiere a un político como el actual gobernador tucumano, Julio Miranda.
Y es que este personaje no debía haber estado donde fue sorprendido
-visitando al juez Jorge Ferro en su camarín después de un partido �caliente��
y, menos aún, en una actitud poco clara e inamistosa hacia la autoridad
de un simple encuentro de fútbol en que su equipo, Atlético Tucumán,
había perdido. El caso Miranda permite echar una mirada hacia atrás y
evocar historias de �aprietes� hacia los árbitros que, en más de una
ocasión, han sido como marcas en el orillo de hombres que integraban
alguno de los poderes del Estado: legisladores, jueces y también
policías.
Mario Gallina, un ex referí que hoy sigue vinculado al fútbol por la
seguridad deportiva, recordó una vez que �en Salta, siendo juez de
línea de Norberto Coerezza, se presentó el jefe de policía y nos dijo:
�Hoy tenemos que ganar nosotros��. El hecho ocurrió a comienzos de
la década del 70 y como Coerezza era el chef de Campo de Mayo y conocía
a varios generales, le dio un papelito a una persona para que se lo
llevara a un coronel que estaba en las plateas. Era el jefe del comando de
Tanques Salta, que terminó custodiando el partido.
Otro ex árbitro que dio sus primeros pasos en el fútbol como línea en
el ascenso, contó que �durante un partido de Primera C, en la cancha de
Barracas Central, jugaban el equipo local y Flandria. Era el 30 de junio
de 1975 y no me olvido más porque al otro día estalló el �Rodrigazo�.
El juez del partido era Valentín Baños y anuló un penal que ya había
sancionado. Se armó un quilombo bárbaro y cuando llegamos al vestuario,
Baños dijo que iba a suspender el partido por falta de garantías. El
presidente de Barracas, que era un diputado del Frejuli por la Democracia
Cristiana, vino hacia donde estábamos nosotros, sacó una pistola y dijo:
�Acá las garantías las doy yo�. Terminamos en la comisaría vestidos
de referí un día que hacía un frío de locos y, encima, a mí me
quemaron el auto�.
Conocida es la aceitada relación entre la política y el fútbol y, como
personajes con ciertas cuotas de poder, se manejan a sus anchas en este
campo fértil para hacer negocios y conseguir réditos electorales. Luis
Barrionuevo, el actual presidente de Chacarita y uno de los sindicalistas
de la CGT que apoyó la Ley de Reforma Laboral votada el jueves en
Diputados, dijo con más crudeza que muchos de sus pares hace un tiempo:
�Yo soy el jefe de la barra brava�.
Esta desusada contribución para entender como la política, la violencia
y el fútbol son ingredientes de un mismo cóctel explosivo, sitúa el
tema de los �aprietes� ante una pregunta de difícil respuesta: ¿qué
hacen quienes deben dar el ejemplo en una cancha? Muy poco, casi nada... O
sí, hacen lo que el sábado 12 de octubre de 1996 ocurrió en la cancha
del Club Tristán Suárez, cuando este equipo acababa de perder 3-1 con
Tigre. Ese día, Edgardo Amarilla, el joven vicepresidente de la entidad
local, ingresó al campo de juego con la inequívoca intención de agredir
al juez de línea Adrián Soldini porque había anulado un gol. Oscar
Vergara, el titular de Tristán Suárez, y dos policías lograron
detenerlo en su propósito.
Amarilla resultó ser, además, un hombre que se inició en la política
de la mano de Alejandro Granados, el actual intendente menemista de
Ezeiza. Llegó a ser concejal por el PJ en ese distrito, presidente del
Concejo Deliberante y funcionario del PAMI. En marzo de 1997, el árbitro
Alejandro Sliwa denunció en un durísimo informe al Tribunal de
Disciplina de la AFA que durante el entretiempo del partido entre San
Martín de San Juan y Belgrano de Córdoba, fue amenazado por tres
personas que lo aguardaban en la puerta del vestuario sin que la policía
local interviniera. Según el juez, que luego abandonó su carrera
deportiva, esos individuos invocaron el nombre del gobernador de la
provincia y el de un diputado sanjuanino. Le habrían exigido que diera
vuelta el resultado �el encuentro se suspendió cuando ganaban los
cordobeses 2-1� por �órdenes de arriba�. En San Juan respondieron
con una denuncia contra el ex referí por simular una agresión. El club
local, San Martín, era presidido por el entonces diputado nacional del
PJ, José Chica Rodríguez.
El interior, con sus clásicos regionales y disputas casi de entrecasa, a
menudo presenta casos de violencia donde aparecen personajes de origen
político. Gallina no olvida que por su tarea en la seguridad deportiva
bonaerense, denunció a un director técnico de un equipo de Balcarce que
durante un encuentro por el Torneo Regional incitaba a la violencia. Hizo
una presentación formal por escrito y comprobó que el denunciado era el
intendente a cargo de la ciudad donde nació Juan Manuel Fangio. Resta
agregar que, según el ex referí �al árbitro de ese partido lo
terminaron moliendo a palos�.
Acaso nada debería sorprendernos, entonces, en un ambiente al que uno de
sus principales dirigentes, Fernando Miele, describió como �una mafia�
el 17 de setiembre de 1996, durante un reportaje que le concedió a la
revista El Gráfico. Ni siquiera, actitudes como la del gobernador
tucumano, quien hasta que asumió la primera magistratura de su provincia,
era el presidente de Atlético Tucumán, equipo al que supuestamente
intentó defender de un arbitraje perjudicial ingresando al vestuario del
referí. Una visita de cortesía de la que ya se arrepintió pidiendo
disculpas a la sociedad tucumana cuando comprobó que la dimensión de la
denuncia presentada contra él puede costarle demasiado cara.
�Entró por la fuerza�
Jorge Ferro, el árbitro que denunció al gobernador tucumano Julio
Miranda, explicó durante un diálogo con este medio que �el
próximo martes ampliaremos nuestra declaración ante el Tribunal�,
y ratificó que el político peronista y ex presidente del club
Atlético Tucumán �irrumpió en el vestuario por la fuerza y
pateando la puerta�. Según el referí denunciante, quien es
secretario general de la Asociación Argentina de Arbitros (AAA), el
hecho ocurrido el jueves 17 duró aproximadamente tres minutos y del
mismo participaron tanto el gobernador como su hermano José, quien
fue acusado de agredir al juez de línea Raúl Bravo.
�Yo estoy tranquilo, espero que la gente se entere de una situación
así a partir de nuestra denuncia y, además, que con nuestro proceder
se logren mayores garantías para los árbitros�, agregó Ferro. El
informe del juez quedó en manos del Tribunal que ahora podría
suspender a Miranda en su condición de socio del club tucumano (ver
�Aquel apriete...�) y, también, castigar a Atlético con una
multa equivalente al precio de varias entradas. Mientras tanto, el
fútbol continuará suspendido en Tucumán hasta nuevo aviso. |
Aquel apriete Bravo, Bravo
El gobernador Julio Miranda podría ser suspendido en su condición
de socio del club Atlético Tucumán si así lo decide el Tribunal de
Disciplina de la AFA en base al informe que presentó el árbitro
Jorge Ferro. El antecedente más cercano de un caso parecido ocurrió
con el actual diputado nacional por la Alianza, Alfredo Bravo, quien
el 21 de mayo de 1995 se introdujo en el vestuario del árbitro
Humberto Dellacasa (h.) para pedirle explicaciones por haber expulsado
a Enzo Francescoli durante un partido con Deportivo Español. En su
descargo, el legislador dijo unas horas después del episodio que �ingresé
al vestuario en mi condición de representante de los socios de River,
ya que ocupo ese cargo en la asamblea de asociados del club. Mi
intención no fue utilizar los fueros parlamentarios�.
Debido a ese episodio, Bravo fue suspendido por el Tribunal en su
condición de socio de River, le informaron a Página/12 en la AFA.
Dellacasa manifestó que el diputado �vino al vestuario con la
intención de saludar y se le permitió el ingreso, y bueno, ya no era
un saludo sino que simplemente venía a hacer críticas con amenazas,
a decir que me iba a hacer una nota, que iba a ir a la AFA, que me iba
a hacer expulsar�.
En aquel partido, River, dirigido por Carlos Babington, perdió 2-0
con Español en el estadio Monumental. |
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