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Para el juez Juan José Galeano
y los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, los que fueron parte de la
trama del atentado son el armador de autos Telleldín, los ex comisarios
Juan José Ribelli, Raúl Ibarra, Anastasio Leal y el oficial Mario
Barreiro. *
En el caso del Enano, lo más concreto es que tuvo en su poder la
camioneta que estalló frente a la AMIA. El magistrado y los fiscales
sostienen además que conocía para qué se iba a utilizar el vehículo ya
que --según los testimonios a los que dan validez-- Telleldín supo el
mismo día del ataque que en él se había utilizado la Trafic. También
Galeano cree que el Enano reforzó la camioneta para que pudiera
cargar con el peso del explosivo. *
Respecto de los policías, el juez sostiene que está demostrado que
tuvieron la camioneta en su
poder el domingo 10 de julio, ocho días antes del atentado. También está
probado que los uniformados extorsionaban a Telleldín, es decir que le
sacaban dinero a cambio de permitirle continuar con sus negocios ilícitos.
En ese marco, Telleldín les habría entregado la camioneta como parte de
pago de la extorsión. Las pruebas que tiene Galeano son fundamentalmente
el testimonio de Telleldín y de dos integrantes de su banda, un estudio
sobre los 10 celulares que utilizaba Ribelli, el blanqueo por parte de
este comisario de dos millones y medio de pesos al día siguiente del
atentado y también los dichos de algunos vecinos de Telleldín que
demuestran que había un operativo policial el día que el Enano
entregó la Trafic.
Desde el principio, la
colaboración de Telleldín y los policías bonaerenses con la investigación
fue escasa. El Enano tardó un año en declarar la historia de la
entrega a los policías y encima ahora sostiene que le pagaron por hacer
esa declaración. Los policías nunca colaboraron -�Ribelli fue detenido
casi dos años después del atentado--, y, es más, hubo increíbles
maniobras de la Bonaerense para distraer la investigación. De todas
maneras, lo más grave es que en general las pruebas son débiles porque
la pesquisa fue más que lenta. A ello contribuyó la evidente falta de
voluntad política para llevar adelante la investigación, al punto que
hubo momentos en que apenas se encargaban de la pesquisa unas 15 o 20
personas, cuando en el atentado de Oklahoma, en Estados Unidos, hubo 5000
investigadores y tras los ataques contra las embajadas norteamericanas, el
FBI llevó a Africa 1500 hombres para esclarecerlos. En la Argentina se
creó una fuerza de 100 investigadores en diciembre de 1997, recién tres
años y medio después de la explosión en la AMIA.
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