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LAS PRIVATIZADAS RESPONDEN CON JUICIOS INTERNACIONALES Y TARIFAZOS
Un sueño provinciano de 3000 millones



Seis provincias del sur y norte argentino exigen a las mayores empresas petroleras, gasíferas y de electricidad deudas impositivas por tres mil
millones. El conflicto derivó en un juicio internacional contra el Estado nacional, por parte de Enron, por 500 millones. Amenazas de más demandas.

Un nuevo dolor de cabeza para el ministro José Luis Machinea


Por David Cufré
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Empresas petroleras, gasíferas y de electricidad mantienen un conflicto de extrema gravedad con seis provincias argentinas, a raíz de la demanda que estas últimas vienen realizando por deudas impositivas estimadas en la friolera de 3 mil millones de pesos. La disputa comenzó a mediados de 1997, sin que nadie sospechara en ese momento las increíbles derivaciones que podría alcanzar y que ahora comienzan a corroborarse. El gobierno de Fernando de la Rúa recibió la semana pasada un voluminoso informe de las compañías de gas advirtiendo que podría haber fuertísimas subas de tarifas y juicios en tribunales internacionales contra el Estado nacional, que es el garante de las privatizaciones. De hecho, la empresa estadounidense Enron, controlante de Transportadora de Gas del Sur, recurrió al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (Ciadi),

exigiendo una indemnización de 500 millones de dólares. Desde mediados de febrero, funcionarios de la Cancillería se encuentran en Washington --donde tiene su sede el Ciadi, un organismo dependiente del Banco Mundial-- ante el inicio de las actuaciones del tribunal arbitral por la querella de Enron (ver aparte).

  La controversia entre compañías poderosísimas y provincias del sur y norte argentino llega con este artículo por primera vez a los medios nacionales. Pero el tema acaparará en breve la atención del Gobierno y de la opinión pública, ante el riesgo de un serio perjuicio económico que entraña el conflicto para unos y otros. Además de Enron, la compañía española Endesa también apeló al Ciadi para exigir una reparación de 3,5 millones de dólares. Y otras empresas, como Repsol-YPF, Shell, Esso, Pérez Companc, Bridas, Pluspetrol, Tecna, Total Austral, Gas Natural Ban, Metrogas, Camuzzi Gas Pampeana, Camuzzi Gas del Sur, Litoral Gas, Distribuidora de Gas del Centro, Distribuidoras de Gas Cuyana, Gasnor, Gasnea, Transportadora de Gas del Norte, y las hidroeléctricas Piedra del Aguila, Alicurá y Pichi Picun Leufú podrían seguir sus pasos. Estas son las compañías a las cuales las provincias de Neuquén, Río Negro, Tierra del Fuego, Chubut, Santa Cruz y Salta exigen el pago de impuestos atrasados --de acuerdo con su interpretación-- por un monto global estimado en 3 mil millones de pesos.

  Aunque el diferendo es entre estados del interior y compañías privadas, estas últimas amenazan con juicios millonarios --Enron y Endesa ya los han iniciado-- ante un tribunal internacional (el Ciadi) contra el Estado nacional, por ser firmante del Tratado de Protección de Inversiones. El convenio fue suscripto en los '90 por el entonces canciller Guido Di Tella para garantizar a las empresas que participaron de las privatizaciones estabilidad tributaria en sus inversiones. Las compañías en conflicto con las seis provincias antes mencionadas aducen que se está violando ese compromiso.

  La controversia surgió ante una nueva interpretación de la ley del Impuesto a los Sellos realizada por Neuquén, en primer lugar, y seguida luego por otras provincias. Ese gravamen alcanza a todos los contratos entre empresas o particulares, quienes deben tributar al momento de su firma entre el uno y el tres por ciento del monto estipulado en la operación. Sin embargo, las compañías petroleras, gasíferas y eléctricas evitan formalizar sus compromisos a través de contratos. Las operaciones que concretan entre ellas --por ejemplo, entre una productora de gas y una transportadora-- son confirmadas mediante notas que no necesitan respuesta escrita. Por caso, Repsol-YPF efectúa una oferta de venta de gas a TGS mediante una carta, y establece que si en cinco días recibe un depósito en su cuenta bancaria por determinado monto de dinero, la operación quedará en firme. De ahí que en ningún momento la venta se ratifique mediante contrato.

  De ese modo, las empresas de petróleo, gas y electricidad se vieron libradas de pagar impuestos por cifras exorbitantes a los fiscos provinciales. Pero a mediados del '97, Neuquén interpretó que el mecanismo descripto daba lugar a exigir el pago del Impuesto a los Sellos, aplicando la figura legal del "contrato entre ausentes" (ver aparte). Y reclamó la efectivización del mismo desde el momento en que las compañías fueron privatizadas. Las determinaciones de impuestos varían de acuerdo con cada empresa. Pero las efectuadas por Neuquén, y más tarde por otras cinco provincias, suman aproximadamente 3 mil millones de pesos.

  Neuquén se hizo fuerte en su demanda luego de que el Superior Tribunal de la provincia falló en favor del gobierno en una causa contra Solba, contratista de la hidroeléctrica Chocón. Fue un caso testigo, que la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó en firme al considerar que no tenía injerencia en el tema. Eso ocurrió en el '97, y a ese antecedente le siguió la ratificación de lo actuado por la justicia neuquina por parte de la Comisión Federal de Impuestos, el organismo que regula la aplicación de tributos en los distritos del interior, de acuerdo con lo que manda la Ley de Coparticipación entre la Nación y las provincias. Ese organismo está integrado por ocho representantes provinciales y uno de la Nación. A partir de ambos fallos, Río Negro, Tierra del Fuego, Chubut, Santa Cruz y Salta comenzaron a aplicar la teoría del "contrato entre ausentes" y a demandar el pago del Impuesto a los Sellos.

  Otro hecho que agigantó el conflicto fue que en el '97, YPF --en ese entonces no pertenecía a Repsol-- accedió a un plan de facilidades de pago instrumentado por Neuquén. De acuerdo con versiones recogidas por este diario, lo hizo como parte de una negociación en la cual la provincia redujo sustancialmente la deuda reclamada y le perdonó multas por infracciones vinculadas con temas ambientales. A raíz de ello, otras petroleras también negociaron y pagaron el Impuesto a los Sellos. Pero en todos los casos, las empresas se reservaron el derecho de iniciar causas judiciales. Esas demandas finalmente se concretaron y hoy están en poder de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El máximo tribunal también tramita otras demandas entabladas por las demás compañías --gasíferas y eléctricas-- vinculadas con el conflicto con las provincias. Pero, además, dos de ellas ya apelaron al tribunal arbitral internacional y otras se aprestan a hacerlo en cualquier momento.

  De toda esta situación puede derivar que el Estado argentino deba indemnizar a las empresas por 3 mil millones de pesos --en caso de que todas las compañías recurran al Ciadi y éste les dé la razón, como temen fuentes oficiales consultadas por Página/12-- o que las empresas de gas y eléctricas apliquen importantes subas de tarifas para compensar la nueva carga tributaria. Otro riesgo para el Gobierno es que la controversia termine espantando a otros eventuales inversores, en momentos en que la estrategia económica descansa en la captación de capitales internacionales.

 

El balance de la discordia

La presión que vienen ejerciendo las empresas petroleras, gasíferas y de electricidad contra el Estado nacional, en función de la demanda que a su vez les realizan seis provincias argentinas por el pago de impuestos adeudados, obedece a una razón estratégica. Aunque la mayoría de esas compañías aún no pagó nada de lo reclamado, se encuentran en peligro de sufrir graves perjuicios económicos. Sus auditores externos les están exigiendo que previsionen las deudas eventuales en sus balances. Hasta el momento, las empresas han conseguido esquivar esa pretensión de los auditores, pero la presión de éstos es creciente.

  "Son montos insufribles", describió en diálogo con Página/12 un alto ejecutivo de una de las compañías gasíferas en conflicto con las provincias. "Si tuviéramos que previsionar la supuesta deuda, el último balance en lugar de ganancias hubiera arrojado pérdidas. Eso significa que no se hubiesen distribuido beneficios entre los accionistas. Y que el costo financiero por los créditos que tomamos se encarecería de un modo insoportable", añadió. En el caso de TGS, Neuquén, Río Negro y Santa Cruz reclaman el pago de impuestos atrasados por un total de 500 millones de pesos.

  Cuando estalló el conflicto a mediados del '97, ninguno de los involucrados supuso que la situación podía llegar a un estado de tensión tan alto como el actual. En principio parecía un juego de presiones que se arreglaría políticamente. Pero ante la falta de soluciones, las empresas están recurriendo a un tribunal arbitral internacional para demandar al Estado argentino, el tercero en discordia en este entuerto.

  "Las empresas utilizaron durante años un mecanismo de elusión impositiva. Nadie puede creer que operaciones por millones de dólares no se registren en contratos. Los contratos existen, pero las compañías no los presentan. Por eso empezamos a aplicar la figura legal del 'contrato entre ausentes' para cobrar el impuesto a los Sellos. Estamos dispuestos a negociar su pago, pero no a renunciar a algo que nos corresponde", fue la versión compartida por cuatro ministros de Economía provinciales en diálogo con Página/12. Los funcionarios prefirieron el off the record para no entorpecer las negociaciones, según dijeron.


ENRON RECURRIO A UN TRIBUNAL INTERNACIONAL
Un arbitro más peligroso que Giménez

Por D.C.
El Estado nacional afronta una demanda por 500 millones de dólares iniciada por la compañía estadounidense Enron, controlante de Transportadora de Gas del Sur. Esta comenzó a tramitarse a mediados de febrero ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI), un organismo creado por el Banco Mundial para resolver controversias entre gobiernos y empresas. La apelación a ese árbitro por parte de Enron es la primera señal de agudización del conflicto entre compañías petroleras, gasíferas y eléctricas privatizadas y seis provincias argentinas. Demuestra que las negociaciones políticas entre ambos grupos contendientes, con la participación directa durante el gobierno menemista de los entonces jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, y ministro de Economía, Roque Fernández, se han estancado, y que las empresas están optando por recurrir al máximo instrumento de presión a su alcance para reactivarlas e inclinarlas en su favor.

  En su reciente visita al país, el secretario de Comercio de los Estados Unidos, William Daley, expresó su "profunda preocupación" por la exigencia de Neuquén, Río Negro, Tierra del Fuego, Chubut, Santa Cruz y Salta a un grupo de compañías de pagar el impuesto a los Sellos adeudado. El funcionario extranjero expuso el tema en reuniones que mantuvo con el canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini, y el ministro de Economía, José Luis Machinea.

  La demanda de Enron se suma a otra anterior presentada por Endesa ante el Ciadi. En este caso, por la deuda que le reclama Neuquén --3,5 millones de pesos-- por las operaciones de su controlada Hidroeléctrica Chocón. El tribunal arbitral dictaminaría en esta causa antes de mediados de año. En cambio, la apelación de Enron se encuentra en el período obligatorio de seis meses de negociaciones entre las partes. El representante argentino que en este momento participa en Washington --sede del Ciadi-- de esa negociación es Carlos Riva, funcionario de la Cancillería.

  Adigas, la asociación que nuclea a las nueve distribuidoras de gas que operan en el país, remitió la semana pasada a Rodríguez Giavarini, Machinea, Federico Storani, Rodolfo Terragno y Ricardo Gil Lavedra un informe detallado de la disputa que sostienen con las seis provincias que exigen el pago de deudas por el impuesto a los Sellos. Allí se puntualiza que las compañías podrían apelar ante el Ciadi. También se advierte que en caso de verse forzadas a pagar el impuesto, trasladarán esa mayor presión tributaria a las tarifas que recaen sobre los consumidores.

 

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