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En 1976, Alberte integraba la corriente peronista 26 de Julio. En
1954 fue edecán de Juan Domingo Perón y un año después encabezó la
pelea contra los representantes de la llamada Revolución Libertadora en
la Casa de Gobierno. Su participación en la resistencia peronista le valió
la baja por "rebeldía" y el arresto. Después de un refugio en
el Brasil regresó a la Argentina en 1959. Presidió la Agrupación
peronista de Militares Retirados y, en 1967, fue designado por Perón como
su delegado en la Argentina.
Media hora antes de ser
asesinado, Alberte terminó de redactar una carta dirigida a Jorge Rafael
Videla en su carácter de comandante del Ejército. En el escrito
denunciaba el secuestro y asesinato de un militante de su agrupación.
"Las morgues renuevan diariamente sus depósitos de cadáveres
acribillados y los órganos de seguridad no se asombran, de ningún modo,
sino que lo aceptan como común y normal", aseguraba el militar.
Alberte estaba con su esposa y
una de sus hijas cuando la patota de las fuerzas conjuntas invadió su
departamento. Las mujeres fueron arrojadas al suelo boca abajo y
amenazadas con armas automáticas mientras el cuerpo del ex edecán de Perón
se estrellaba contra el patio del primer piso del edificio. Luego, el
oficial que comandaba el grupo tomó el teléfono y
pidió una ambulancia a la guardia del Hospital Militar Central.
De acuerdo a los datos reunidos
por la familia, en el vehículo que llegó al domicilio de Alberte estaban
el doctor Piccione y un teniente que se identificó como Federico Guañabens.
En el hospital, el cuerpo fue recibido por un teniente primero de apellido
Figueroa. Para poder retirar el cadáver de la comisaría, la hija de
Alberte debió firmar una declaración en la que se calificaba el hecho
como "suicidio". Pero la familia del militar, con el patrocinio
del abogado Jorge Garber, inició una larga batalla legal destinada a
esclarecer cómo sucedieron los hechos y quiénes fueron los responsables.
La causa pasó de un juzgado criminal a uno federal y de allí a la
Justicia militar. El expediente fue sobreseído y archivado en junio de
1977 sin que la familia pudiera tener acceso.
Una vez recuperada la
democracia, los Alberte volvieron a probar suerte en la Justicia. En 1984,
hicieron una nueva denuncia. Esta vez no sólo exigían que se investigara
el asesinato sino también el encubrimiento y la denegación de Justicia.
Por estos dos últimos delitos acusaban a los jueces que se negaron a
indagar. Pero en democracia tampoco fue investigado el asesinato de la que
puede considerarse la primera víctima de la última dictadura: más de
diez funcionarios judiciales --entre magistrados y fiscales-- se
declararon incompetentes.
Bernardo Alberte hijo sabe que el represor que llamó al hospital
desde su casa se identificó con su nombre y rango, lo que era necesario
para que la ambulancia llegara al lugar. Pero hasta ahora sólo pudo
recabar tres apellidos. Uno es el de Piccione, quien fue ascendido
recientemente a subdirector del Hospital Militar. "Es un encubridor
del asesinato de mi padre", afirma y exige que la Justicia indague al
médico.
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