|
Aproximadamente a la 1.45 del
domingo 20 detonó frente a la puerta de la iglesia un artefacto que
inicialmente calificaron de "casero". Destruyó la puerta del
templo, rajó el techo, hizo añicos los vitrales y varios bancos de
madera y hasta afectó a comercios de enfrente. Por su efecto y los
elementos utilizados, la bomba no fue construida ni colocada por un
improvisado. El artefacto tenía 200 gramos de trotyl, que es un explosivo
más bien militar y difícil de conseguir. Además, el mecanismo de
relojería requiere de cierta experiencia, sobre todo en la colocación. O
sea que los posibles responsables integran una banda de matones, con o sin
uniforme.
El gobierno provincial destinó
a la investigación a uno de sus hombres de confianza, el comisario
inspector Oscar Troncoso, quien trabaja en el mayor de los hermetismos.
Pese a todo, trascendió que la pesquisa se orienta hacia la furibunda
interna política existente en la zona, en base a los siguentes elementos: * Antes de las elecciones del año pasado, la bóveda
familiar del entonces candidato y ahora intendente fue abierta por
desconocidos en plena noche, en el cementerio de General Lavalle. Sacaron
los féretros de algunos de los familiares, incluyendo al padre de Magadán,
y hasta hacharon varios ataúdes. * Todas las miradas acusatorias se dirigieron
hacia el intendente del Partido de la Costa y candidato del PJ, Juan de
Jesús, un hombre muy cuestionado y acusado judicialmente por distintas
maniobras. * A su vez, la gente del PJ acusó a los
radicales de una autoprofanación para mejorar sus posibilidades
electorales --terminaron ganando la intendencia--, aunque también se le
achacó el ataque a la bóveda a alguno de los dos sectores enfrentados
del propio radicalismo. Dentro de la lista también había una interna
infernal entre el inminente secretario de Gobierno municipal, Jorge
Grande, y el secretario de Turismo, Gustavo Melones.
"Esto es un chiquero. El
que tiene mentalidad para hacer semejante profanación, también tiene
mentalidad para poner el explosivo en la puerta de la iglesia",
reflexionaba anoche uno de los investigadores. La hipótesis sería que
con la bomba se intentó el caos municipal. Por ahora, la pista que se está
tratando de recorrer parte de la inscripción del número 666, símbolo
del Diablo, que -�contrariamente a lo que se dijo en un principio-�
fue pintada cinco o seis días antes del atentado. "Como no hay
antecedentes en esta zona ni de pintadas nazis ni de grupos de esa
orientación, suponemos que esto lo pintaron para distraer."
Convencidos de que la clave está en la feroz interna política del
municipio, los oficiales de la Bonaerense resolvieron comparar el estilo
del 666 con todas las pintadas políticas de la zona. O sea que se trata
de una prueba caligráfica para ver si de esa forma pescan a la agrupación
que está detrás de la bomba.
En los corrillos políticos y
en la población la versión que se considera más fidedigna es otra. El
padre Cabero, fiel al estilo de los carismáticos, realizaba encendidos
discursos contra la droga y la corrupción e incluso intervino en algunos
casos de chicos adictos. Cabero despierta el fanatismo de un sector de los
asistentes a la iglesia y un cierto rechazo de otra franja de los
feligreses.
En ese marco, las mayores sospechas están puestas en los
distribuidores de drogas de Santa Teresita y en la vinculación de
oficiales policiales con esa mafia. Se sabe que el propio comisario
Troncoso evalúa seriamente esta hipótesis, teniendo en cuenta que varios
de los personajes que aparecieron en el caso Cabezas dominan la zona e
incluso viven por allí. Entre ellos, el llamado Patrón de la Costa, el
ex oficial Juan Carlos Salvá --una especie de ahijado de quien fuera jefe
de la Bonaerense, Pedro Klodczyk--, que habita en un exquisito chalé del
no menos exquisito Barrio Golf. También, anda por allí otro ex oficial
echado de la fuerza por el caso Cabezas, José Luis Dorgan, y varios
hombres vinculados a la política que, más de una vez, fueron acusados de
la relación que tienen con la noche y las drogas. En Santa Teresita se
produjo, además, el famoso crimen del nutriero, en el que policías
mataron a un cazador por una cuestión de coimas y fue allí también
donde asesinaron en forma bastante misteriosa a una prostituta de la zona.
Como se ve, la bomba contra la iglesia --un hecho que no registra antecedentes en la Argentina de los últimos años-� esconde detrás una historia oscura. Política, profanación de tumbas, distribución de drogas, policías: esas son las hipótesis. No es poco para un pueblo tranquilo.
|