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Ayer, cuando todos esperaban
que un apóstol se "quebrara" y contara la verdad de lo sucedido
entre el 30 de marzo y el 7 de abril del '96 en Sierra Chica, la noticia
fue el silencio de Ocanto. Así lo comunicó Carlos Kobl, el defensor
oficial que lo representa desde hace cuatro días. Ocanto, beneficiado por
los testimonios de los rehenes a quienes custodió durante el motín, el
lunes pasado no fue a la jaula donde los presos siguen el juicio, decidido
a declarar que fue obligado a hacer esa tarea.
Se suponía que además, por haber estado en el riñón de la toma,
aportaría una versión completa de los hechos. Ayer, Juan Galarreta,
quien se excusó de representar a Ocanto porque declararía contra el
resto de sus defendidos, se ocupó de pedir la recusación de los fiscales
Silvia Etcheverry y Gustavo Echevarría, al asegurar que entrevistaron a
presos para inducirlos a declarar contra los acusados.
Por la tarde se supo que los
cabecillas no tardaron mucho en pinchar un teléfono público desde donde
se comunicaban con sus familias y con otras cárceles, que también habían
sido tomadas en una red de motines que llegó a ser nacional. Ayer el
Inspector General del SPB, Julio Barroso, en 1996 director de
Construcciones --y quien contó que supo de la muerte de Cepeda por
Yanos--, recordó una de esas conversaciones telefónicas, a las que
escuchaba a través de otra "pinchadura". En ella, el apóstol Víctor
Esquivel, a quien consideró el hombre Nº 2 en las jerarquías del motín,
llamó a la cárcel de Olmos, donde estaba su amigo Marcelo Zabaleta y le
dejó un mensaje: "Que no se preocupe, que Agapito va al horno con
fritas". Agapito
Lencinas era un superbuchón del Servicio Penitenciario que hacía dos décadas
daba vueltas por penales provinciales y se había convertido con su metro
noventa, cierto carisma, y un excepcional manejo de la faca, en líder de
"la banda de los guachos", llamada así por ese hábito de
iniciar a los "nuevos", sexual y forzosamente, en la tumbera
costumbre de la sodomía. Ayer se volvió a hablar de él y de cómo fue
masacrado junto a cuatro de sus lugartenientes, en un lapso que no duró más
de 20 minutos: el lunes 1º de abril entre las 9 y las 9.20 de la mañana.
El inspector Barroso, encargado de realizar la investigación interna para
el sumario administrativo que se instruyó tras el motín, contó ayer lo
que varios presos le relataron hace cuatro años: "Me aseguraron que
el primero en caer fue el gordo (Víctor) Gaitán Coronel, al fondo del
pabellón 8. Esquivel le dio un tiro en la cabeza. Mataron a cinco en
quince minutos", resumió. Barroso hizo gala de su narrar en lenguaje
carcelario y hasta dibujó en el aire el facazo con el que fue ultimado
Lencinas. Finalmente contó las exequias de Agapito, que las tuvo: uno 20
presos le pidieron a un pastor evangélico que, en medio de una oscuridad
de tumba, diera una misa en el pabellón 12, donde más tarde su cuerpo
sería troceado.
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