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A las 9.30, Fernando de la Rúa
estrenó la reunión del Consejo que se diferenciaba llamativamente de las
ediciones anteriores: tenía participación plena. Todas las provincias,
salvo Córdoba, estuvieron representadas por sus jefes de gobierno. También,
en la segunda línea se notaba un lleno total: ministros del área, jefes
policiales de la Federal y provinciales, secretarios, subsecretarios y,
por primera vez, tres legisladores nacionales invitados: Horacio
Jaunarena, presidente de la Comisión de Seguridad de Diputados; Carlos
Corach, que esta vez participó como presidente de la C.S. del Senado; y
Beatriz Raijer, titular de la Bicameral Fiscalizadora de las Fuerzas de
Seguridad e Inteligencia.
La invitación a los
legisladores no había sido en vano. En su discurso, De la Rúa instó a
los parlamentarios a agilizar el trámite de las leyes que aumentan las
penas por delitos con armas de fuego, y el endurecimiento del régimen de
excarcelación. En ese aspecto, su discurso contó con un consenso
generalizado. Todos los representantes, a su turno, coincidieron con él.
También instó a "combatir la corrupción policial allí donde
aparezca, como modo de recuperar la confianza de la ciudadanía". La
propuesta tiene como eje la creación o rejerarquización de las oficinas
de asuntos internos y mayores controles sobre el servicio policial, y la
creación de mecanismos de participación ciudadana barriales, municipales
o provinciales, para fijar prioridades y efectuar un seguimiento de la
gestión de los uniformados.
A su turno, el jefe de gobierno
porteño, Enrique Olivera, coincidió en el tema. Su planteo fue el de
controlar la corrupción tomando como modelo las comisiones de control
estadounidenses sobre la policía. Antes que él, Ruckauf arrojó flores
al Presidente, encomiándolo por la organización del encuentro. Después,
el gobernador bonaerense planteó el trabajo en conjunto entre la Policía
Federal y las Departamentales de Aldo Rico, especialmente en la zona en
que el conurbano y los límites de la ciudad se transforman en tierra de
nadie. "Es una buena y necesaria coincidencia", señaló a Página/12
un allegado al gobierno porteño. "Pero antes hay varios pasos que
cumplir. Para que sea posible, la ciudad tiene que tener su propia policía.
El acuerdo se va a firmar en abril. Hace falta determinar qué tipo de
seguridad se quiere. Y recién después se podrá establecer un plan en
conjunto."
Cada uno de los representantes
provinciales, a su turno, delineó los problemas delictivos locales. Pero
el que más marcó el acento fue Ruckauf. Fue después de escuchar a De la
Rúa. "Hay que disminuir el nivel de armamento entre la población.
Tengo la impresión de que estamos en un colchón de armas", había
dicho el Presidente. Ruckauf no desperdició la ocasión para insertar la
propuesta de seguridad que lo llevó a la Gobernación: "Es un tema
controvertido y controvertible. Me parece bien que se desarme a los
delincuentes, pero no me parece que desarmemos a la población y la
dejemos inerme".
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