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FUE HALLADO UN ANIMAL PREHISTORICO DURANTE UNA EXCAVACION EN MORENO
Un mastodonte en el jardín de casa

Los Barrientos cavaban un pozo para instalar un tanque de agua. Y dieron con un esqueleto que podría tener hasta 300.000 años, perteneciente a un estegomastodon. El museo municipal de Moreno quiere llevarse los huesos, pero la familia teme que, al desenterrarlos, se les venga abajo la casa.

Lo primero que apareció fueron las muelas, que las terminó pesando el carnicero del barrio: tienen algo más de medio kilo cada una.


Por Pedro Lipcovich
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A cualquier familia le puede pasar, pero encontrarse con un mastodonte en el fondo de la casa siempre plantea una situación de crisis: es el caso de los Barrientos, humildes vecinos de Moreno, quienes, cuando cavaban un pozo para un tanque de agua, encontraron, a un metro de profundidad, un esqueleto que podría tener hasta 300.000 años. El director del museo de la localidad está más que interesado en desenterrar el monstruo, que se presenta "muy bien conservado", pero ellos temen que las obras pongan en peligro los cimientos, ya precarios, de su casita. La Municipalidad ofrece firmarles un documento garantizando la reparación de eventuales daños, pero los Barrientos desconfían, dudan y --en inversión de los papeles que suelen jugarse entre municipios y vecinos-- los funcionarios ya tuvieron que ir varias veces para tratar de completar el trámite de la autorización.

  El sábado 19 de este mes, en el patio de tierra de la casa de Caaguazú y López Buchardo --en el barrio Cascallares, a una cuadra del río Reconquista, en una de las zonas más modestas de Moreno--, Ramón Barrientos estaba cavando un pozo. Preparaba los cimientos del nuevo tanque de agua que proveerá --si el mastodonte no lo impide-- a las tres casitas de la familia grande: la de su hermana Liliana y su cuñado, la de sus padres y la que él ocupa con su mujer y sus hijos. Pero, a un metro y cuarto de profundidad, la pala chocó con algo duro. ¿Qué era eso, un hueso de perro? "No, m'hijo, esto no puede ser de un perro", cuenta su padre, Santo Barrientos, que le dijo aquel sábado.

  El hueso parecía macizo, de unos diez centímetros de lado. Lo lavaron, parecía una muela gigante. Ante situación tan insólita, recurrieron a la persona del barrio que ha visto más huesos de animal: el carnicero Juan Maiolino. "Vino el chico y me dice 'Mire, don Juan': entonces yo puse la muela en la balanza y pesaba 560 gramos", cuenta Maiolino, que se hizo cargo de la situación y llamó al Museo Paleontológico de Moreno.

  El mismísimo director del museo, Eduardo Schreiber, se hizo presente en el barrio Cascallares, y lo que vio lo entusiasmó: los Barrientos viven encima de un Estegomastodon adulto que podría llegar a los 300.000 años de antigüedad. En el fondo del pozo --que los Barrientos protegen prolijamente con chapas y nylon-- puede verse una osamenta de unos 80 centímetros de largo, y eso es sólo el cráneo del mastodonte; bajo tierra deberían estar los colmillos, de 1,80 a dos metros, y, quizás, el esqueleto completo, de unos seis metros de largo.

  "Si el animal está íntegro, podría tratarse de la pieza más completa y en mejor estado de conservación que se encontró hasta el momento", según Schreiber. Claro que para saber su estado hay que excavar, pero "el cráneo está particularmente bien conservado, es realmente una linda pieza". El fósil está contenido "en una capa sedimentaria correspondiente al Cuaternario, cuya edad máxima es de trescientos mil años, y la mínima de ocho a diez mil años, que es la época en que se extinguió el Estegomastodon". Si es relativamente moderno, cobrará especial interés en caso de que se encuentre acompañado por restos de actividad humana. Es frecuente encontrar restos fósiles de Estegomastodon en la región pampeana, pero hasta el momento sólo se pudo encontrar un ejemplar completo, cerca de la localidad bonaerense de Arrecifes.

  Pero los Barrientos temen que los colmillos del monstruo, en su retirada, amenacen los leves cimientos de la casita con techo de chapas donde viven Liliana Barrientos --hermana de Ramón--. "Nos van a romper todo", se inquietó ante Página/12 Santo Barrientos, quien todavía no quiere firmar la autorización para que los arqueólogos intervengan. "Lo único que nos ofrecen es un camión de tierra", de volumen equivalente al del Estegomastodon.

  Schreiber aseguró a este diario, y a los Barrientos, que "no hay ningún riesgo: por la posición en que se encuentra el cráneo no hay posibilidad de que haya que excavar donde está la casa. Les hemos dicho que una vez extraído les recomponemos el terreno". Los Barrientos, por qué negarlo, se resisten a perder la esperanza de que su mastodonte les permita, un poquito, salir de pobres. Schreiber admite que "en Uruguay y otros países, el propietario puede recibir una compensación por los fósiles hallados en su terreno, pero en la Argentina no es así, los fósiles son patrimonio del Estado. Yo entiendo, a uno le gustaría que esa familia se viera beneficiada por el hallazgo, pero lamentablemente no es posible".

  Lo que la Municipalidad les ofrece es "un documento que les asegure que, si hay algún daño, lo reparamos. Es un vehículo legal que les da total seguridad". Pero ellos no terminan de confiar en documentos firmados por funcionarios oficiales, y Schreiber se desespera: "Yo ya fui como siete veces, y siempre dicen que cualquier cosa me llaman".

  Cuando los Barrientos se decidan, el trabajo de los arqueólogos empezará con una sesión de fotografía y dibujo, para precisar, en tres dimensiones, la ubicación del fósil en la capa sedimentaria. Luego se enyesan los huesos, de manera que puedan retirarse sin riesgos con una pala mecánica.

  Según Schreiber, también "el intendente de Moreno (Mariano West) está estudiando la manera de asegurar a los Barrientos que si nos permiten retirar el mastodonte no tendrán ninguna dificultad". "Entretanto, yo les dejé todos los teléfonos, les regalé un folleto sobre los mastodontes..., pero ellos todavía no se deciden, y si no nos permiten no podemos hacer nada."

   Informe: Carla García Nowak (Agencia Universitaria de Noticias y Opinión).

 

Un emigrante del Norte

Originario de América del Norte, el stegomastodon migró hacia el Hemisferio Sur hace un millón de años, cuando se produjo la unión del continente a raíz de los movimientos del período pleistocénico. Vivió en las pampas y en el Altiplano unos 700 mil años, hasta que se extinguió, víctima de un abrupto enfriamiento de la tierra que destruyó su alimentación, o de las erupciones volcánicas.

  Se trata de un proboscídeo --como se denomina a los animales que tienen trompa-- paquidermo --por su piel gruesa y rugosa--, lo que lo convierte en el antecesor más directo del elefante, aunque de un tamaño sensiblemente mayor: podía medir hasta seis metros de largo. Contaba con dos colmillos, aunque algunos ejemplares podían tener cuatro. Era un animal herbívoro, que se alimentaba de pasto, del follaje de los árboles y totoras y juncos en las zonas de ríos y lagos. Habitaba en la llanura y en la zona precordillerana, pero no ingresaba a los bosques y selvas.

  Este miembro de la familia de los mastodontes llegó a América del Sur junto con el tigre diente de sable, la llama y el guanaco. Y se extinguió al igual que el milodón, el megaterio y el caballo sudamericano, hace 300 millones de años. Existen varias teorías acerca de las causas de su desaparición. Una de ellas la atribuye a las erupciones volcánicas. Otra, a un enfriamiento excesivo de la tierra, que eliminó los vegetales que le servían de alimento y provocó la ruptura de la cadena ecológica.

 

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