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El
País Por
Ferran Sales
Yihal Ben Moshe acaba de ser
condenado a 28 días de cárcel por negarse a volver a ir al sur del Líbano,
donde desde hace cerca de veinte años el ejército de Israel combate con
la guerrilla fundamentalista libanesa del Hezbollah. Este joven recluta,
que apenas llevaba siete meses en filas, había dado a sus superiores una
simple y categórica razón para no ir al frente: "Tengo miedo".
El caso de Yihal, tercer y último
hijo de una humilde familia de inmigrantes rusos afincados en Israel en
1972, ha llamado la atención de las organizaciones pacifistas y de
izquierdas, especialmente de la plataforma unitaria New Profile, que desde
hace tiempo impulsa una retirada inmediata y unilateral del sur del Líbano,
sin dilaciones y sin esperar al 7 de julio impuesto por el primer ministro
Ehud Barak.
"Yihal es un héroe,
porque tuvo la valentía de reconocer su miedo", aseguraba ayer
Michael Pundar, portavoz de New Profile, mientras afirmaba que detrás de
la negativa de este soldado no se esconden razones políticas, si no
"algo tan básico y simple como el miedo" a continuar
participando en una guerra de la que "mucha gente no comprende las
razones". La organización que lidera Pundar ha impulsado una serie
de movilizaciones por todo el país en apoyo de Yihal y de otros soldados
que como él se niegan a combatir en el frente.
El gesto de Yihal es la
culminación de un proceso iniciado hace cerca de dos meses, cuando los
soldados, destinados al frente de Líbano, empezaron a hablar en voz alta
y a través de la prensa de sus sentimientos, del miedo y de la
impotencia, que sienten cada día en el interior de sus puestos, cuando
son atacados por el fuego de los guerrilleros del Hezbollah. La voz de los
soldados, hasta ahora en silencio, está siendo aireada a los cuatro
vientos por la propia cadena estatal, Radio Israel.
"Son unos blandengues y
unos llorones" ha asegurado el general Gaby Ashkenazy, comandante
en jefe de las tropas en el norte del país, contestando así a las quejas
de los soldados, de sus familiares y de las organizaciones pacifistas que
les dan apoyo. Los insultos de este militar han provocado las iras de los
activistas, y le han obligado a dar marcha atrás, pidiendo públicamente
disculpas. Pero el fantasma y el recuerdo de la guerra del Vietnam --que
empezó a perderse en cuanto las televisión dio la voz a los soldados--
empieza a preocupar a los mandos del ejército, que insisten en la
necesidad de guardar silencio, al tiempo que han ordenado el reforzamiento
de los equipos de psicólogos y asistentes sociales que trabajan con las
tropas en el norte. Dennis Ross, el emisario de la Casa Blanca para el conflicto del Próximo Oriente, ha fracasado. "Todas las proposiciones que nos han hecho hasta el momentos son inaceptables", aseguraba ayer un portavoz del gobierno de Arafat, al tiempo que acusaba a Barak de "tratar de ganar tiempo", que le permita reemprender en fecha próxima las negociaciones con Siria (padrino de Hezbollah) y dejar la de los palestinos en un segundo plano.
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