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Pero el caso puede presentar
todavía más meandros. El gobierno belga declaró su intención de
impedir por todos los medios el regreso de Pinochet; el suizo estimó que
la Convención Europea no dice nada acerca de la interrupción de un
proceso de extradición "por motivos humanitarios". Esos motivos
fueron precisamente los que alegó Jack Straw luego de que un informe de
cuatro médicos británicos coincidiera en que Pinochet no soportaría un
juicio en España. Straw se vio obligado por la Justicia británica a
entregar ese informe a los gobiernos de España, Bélgica, Francia y
Suiza. El informe levantó la polémica: algunos especialistas
consideraron que efectivamente la salud de Pinochet estaba muy
deteriorada, mientras otros estimaron que no tanto como para evitarse el
proceso judicial. En este segundo bando se ubicaron el gobierno de Bélgica
y el juez Garzón, que contrariando al gobierno español decidió seguir
adelante para pedir un nuevo examen médico. El juez francés Roger Le
Loire hizo lo mismo.
En cualquier caso, es probable
que el caso se extienda al menos hasta la semana que viene. Si es así,
será una semana cargada: el sábado 11 de marzo asumirá en Chile Ricardo
Lagos, el primer presidente socialista desde Salvador Allende. Poco antes
o poco después de ese día, el mismo enérgico general que derrocó a
Allende en 1973 volverá en una camilla, convertido en un viejo decrépito.
Y para colmo de males, era probable que el mismísimo Fidel Castro
estuviera en Santiago en la ceremonia oficial de traspaso de mando. Pero
el futuro secretario general de gobierno, Claudio Huepe, indicó ayer que
"todos los signos son en la dirección de que (el líder cubano) no
vendría".
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