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Al
entrar en la muestra --que sigue hasta fines de abril--, pareciera
hallarse en un lujoso parque de diversiones para gente culta. Lo que
resulta muy coherente dado el espíritu gozoso del artista. La monumental
rotonda en penumbras alberga "Modulación en sincro 2000", una
instalación multimedia, que combina cien monitores boca arriba, con
sonido, rayos láser, espejos, pantallas, proyectores, una profusión de
tecnología con un sentido tan escenográfico como espectacular que posee
el espíritu feérico de un cuento de hadas, pero en donde todo es difuso
y no hay ningún foco de atención.
Un
rayo láser verde en forma de zizag sobre una cascada de hilos de agua
trepa los siete pisos, construyendo la obra la "Escalera de
Jacob", conduce la mirada del espectador hasta la cúpula. Allí
"Dulce y sublime", más láseres
multicolores y caleidoscópicos girando alrededor de la cúpula,
contribuyen a la señalización del espacio. El conjunto monumental lleva,
como una obra del Barroco, a una especie de apoteósis del visionario Nam
June Paik quien, sin embargo, a través del título nos indica la
contradicción entre lo dulce-terreno y sublime-divino.
John
Handhart, el curador de la muestra, luce abrumado pero orgulloso. ¿Cómo
no estarlo? Si todo funciona como un mecanismo de relojería a pesar de su
complejidad. El catálogo, ilustrado profusamente, es uno de los textos
esenciales sobre el artista y su contexto y posee un didactismo que no
siempre se encuentra en la muestra. El sitio de Internet también es otro
logro de la exposición.
No
bien se deja la rotonda, en la galería alta, casi oscura, tres
instalaciones de gran escala: un círculo, un triángulo y un cuadrado,
"Los tres elementos", desarrollan formas en un juego geométrico
y cinético que recuerdan que Paik proviene también de la tendencia del
op art y la psicodelia de los 60. Pero en el 2000 necesita de espejos,
rayos láser, motores y humo y del generoso aporte de Samsung Electronics.
Esta
muestra obliga a estar en movimiento, permite diversas perspectivas. En la
primera rampa sorprende una obra modesta y perdida, la carcaza de un
televisor contiene una vela. "Candle TV", de 1975, no sólo es
un ready made de filiación surrealista sino también una metáfora
zumbona sobre la fragilidad de la tecnología. En la segunda rampa
"TV Crown", de 1965, muestra los primitivos trabajos de Nam
manipulando con imanes y sintetizadores la señal de la televisión y
logrando objetivarla para realizar formas abstractas y usar los monitores
como soportes y el rayo catódico como una nueva tela. La presencia del
televisor es constante, construye esculturas robots, forma conjuntos de
instalaciones, se mezcla con las plantas de un jardín, se introduce en
una silla, es una nueva forma para construir arte, a la vez es una
exaltación y una burla pop a la cultura de masas, o como dice Paik al
transformarlos en partes de la figura humana, existe un intento de
humanizar la tecnología.
Según Handhart, "Paik alteró la materialidad y la composición
de la televisión y en el proceso definió una nueva forma de expresión
creativa".
Paik
junto con otros artistas contemporáneos inventó formatos: videoarte,
videoinstalaciones, video performances, videoesculturas, inventó
herramientas, concibió nuevos soportes, resignificó los medios masivos.
Acompañó y contribuyó al movimiento neo dadá, al pop, al op, al arte
de la acción, el arte conceptual, al minimalismo, a los estrechos
intercambios del arte y la tecnología, hasta decoró vidrieras. Creó
formas de comunicarse con el público a mediados de los 60 que hoy están
vigentes en el arte de los jóvenes del 2000. Quizá por eso la franja de
público interesada en su obra resulta mucho más joven que la de los
visitantes a las excelentes muestras de estos días en el MoMa o el Museo
Withney.
A
medida que se sube aparecen instalaciones que proponen ambigüedades entre
lo real y lo mediático, el espacio y el tiempo, la naturaleza y la
cultura.
Las imágenes en las pantallas recuperan la figuración trabajando
sobre la imaginería de las figuras y rostros de los compañeros de ruta
de Paik. Estos artistas revolucionarios en la década del 60 prolongaron
los gestos disolventes de las vanguardias de los años 20, el dadá y el
surrealismo y contribuyeron a dinamitar los cimientos de la cultura
establecida por la modernidad, allá en el Renacimiento. Son el músico
John Cage, el polifacético Joseph Beuys, el bailarín y coreógrafo Merce
Cunningham, entre otros.
Finalmente
en una sala no muy grande, la exposición propone una revisión documental
a través de testimonios, fotografías, proyecciones en video,
cintas de audio restauradas ad hoc y memorabilia de la obra no
objetual de Paik y sus amigos, sobre todo happenings y performances, así
como sobre su vinculación con el Grupo Fluxus, dirigido por el legendario
George Maciunas.
Tal
vez no resulte demasiado destacado el capítulo dedicado a Charlotte
Moorman, la cellista revolucionaria, creadora de los míticos New York
Avant- Garde Festivals, musa y fiel partenaire. ¿Qué hubiera pensado
ella de esta muestra? Lo cierto es que los gestos de las décadas del 60 y
70 contra la cultura establecida han quedado ahogados por el museo show,
por la catarata de sponsors, fundaciones, empresas, investigadores,
curadores, restauradores, técnicos, prensa y marketing y sobre todo por
la cantidad de dinero que esta muestra exhibe fatal e impúdicamente. Es
el 2000 y un Paik se cotiza alto en el mercado.
Pero...
¿cuál fue la respuesta del artista a aquella pregunta
"inteligente" del comienzo? Nam June Paik, muy serio, contestó:
"Puedo definirme como un optimista ingenuo". Verdad:
consecuencia. (El 14 de marzo a las 22, el programa "Play rec"
emitirá por ATC un especial de Nam June Paik.) *
Coordinadora de Artes Electrónicas de la Dirección General de Museos del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
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