Planificar
Por
Antonio Dal Masetto |
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Noche de furia en
el bar. Los parroquianos están indignados y sedientos de sangre.
¿Motivo? Las investigaciones evidencian que los funcionarios se
estuvieron afanando todo.
�No es posible que nadie reciba nunca su justo castigo. Propongo la
guillotina.
�Los judíos que son un pueblo de sabiduría antigua lapidaban a los
culpables, así que metámosles cascotazos a todos los malandras.
�Si vamos a basarnos en la antigüedad, tenemos a los romanos que los
crucificaban a lo largo de la Via Apia.
�Prefiero los turcos, cimitarra bien afilada y andá a cantarle a
Gardel.
�Yo no me puedo olvidar que fui bautizado y opto por las técnicas del
Santo Oficio: a la hoguera con los facinerosos.
�Muchachos �dice nuestro filósofo Espoleta�, de qué sirve matar al
lobo si la loba está preñada. Liquidan a uno y después viene la cría.
Tengamos calma, cabeza fría y corazón caliente, este es un problema
grave, planifiquemos. Voy a colaborar con una anécdota que nos ayudará a
pensar el tema. Cuando chico vivía en el campo con mi familia y el agua
de la casa la proveía un molino de viento que dos por tres reventaba. Los
culpables eran los loros que tenían la maldita costumbre de hacer sus
nidos entre los engranajes del molino. Mi viejo cazó uno y lo colgó de
las patas delante de los nidos. Los loros nunca más volvieron. Lo mismo
hizo con las comadrejas que se comían los pollitos y los huevos. Colgó
una en la puerta del gallinero y santo remedio. De ahí en más los
pollitos prosperaron y vivieron felices y contentos.
�Excelente sugerencia, Espoleta, vamos a colgar a un funcionario de las
patas en Plaza de Mayo y lo dejamos ahí para escarmiento de todos sus
compinches actuales y futuros.
�Paren la mano, compañeros �dice Espoleta�. Nunca sugerí semejante
cosa, soy enemigo acérrimo de cualquier tipo de soluciones sanguinarias.
�Entonces quién lo entiende, Espoleta. De qué nos sirven las historias
del loro y la comadreja si a los corruptos los vamos a andar tratando con
guantes de seda.
�Ustedes siempre tan extremistas. De mis anécdotas lo que hay que
rescatar no es la parte violenta sino el efecto aleccionador. Por supuesto
que las alimañas siempre van a tener ganitas de meter la mano donde no
deben, pero si la acción punitiva es bien contundente y edificante les
garantizo que lo van a pensar dos veces y se van a abstener.
�Es lo que decimos nosotros, los agarramos y los colgamos en la Plaza de
Mayo.
�Otra vez se están dejando llevar por la pasión. Anoten, que les voy a
dar la receta. Se toma un funcionario corrupto, se le quitan todos los
bienes mal habidos, se lo da vuelta, se lo sacude prolijamente hasta que
se le caiga la última moneda y después se lo deja en bolas. Y esto
último no es una metáfora: desnudo como cuando lo parió su madre. Así
en cueros, se lo sienta en la escalinata del Palacio de Justicia y se
designa como custodio a un vigilante (ninguno de esos policías brutales,
coimeros y de gatillo fácil, sino uno de los buenos, de los de antes,
esos vigilantes gordos que tenían la parada en la esquina y cuidaban a
los chicos y ayudaban a las viejitas a cruzar la calle, ¿se acuerdan?).
Al funcionario se le pone un lindo collar y una correa para pasear perros,
que el policía tendrá bien sujetadita. A la mañana se lo saca y a la
noche se lo guarda. Si hace calor no va a tener problemas, si hace frío
se lo proveerá de una manta, si llueve se le arma un toldito. Para que no
pase ni hambre ni sed, se le dará pan y agua a voluntad. Y esto a la
vista de todo el mundo. Les aseguro que es un ejemplo que nadie se va a
salvar de entender, cultos oanalfabetos, de mente amplia o de cabeza de
piedra. Muy didáctico para los párvulos. De manera que si pasa un padre
con su niño, indefectiblemente se producirá el diálogo que sigue.
Niño: �Papá, ¿por qué está así ese señor?�. Padre: �Porque
metió la mano en la lata, Oscarcito�. Niño: �Papá, a mí no me
gustaría que me pase eso�. Padre: �Entonces nunca metas la mano en la
lata, hijito querido�.
Aplauso cerrado. Todos adherimos a la propuesta.
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