Por Cristian Alarcón
"Al atardecer arrastran el cuerpo del Agapo, Nippur y Gaitán,
hasta el pabellón 12. Lo veo por la reja. Ellos miraron para adentro, yo
me hice como que no vi nada, no quería que entraran a hacer alguna
maldad". El preso Jorge Missiano vivía cuando comenzó el motín de
Sierra Chica en el pabellón 10, de homosexuales, y fue uno de los más de
sesenta hombres que al tercer día, después de la matanza, corrieron a
refugiarse en la capilla del penal, detrás de unas puertas tapiadas con
bancos, mesas y confesionarios, sometidos al terror, el hambre y la sed.
Missiano contó ayer su historia ante el tribunal que juzga a los
amotinados. Dijo que decidió hablar porque los cabecillas asesinaron a su
mejor amigo. Y "por lo que le hicieron a la doctora (María de las
Mercedes) Malere, siendo que cuando el Servicio Penitenciario le pegaba al
interno, ella era la única que le hacía recursos de amparo". Luego
reiteró, entre relatos de cuchillazos y canibalismo, su preocupación
porque la jueza "seguro está amenazada".
Agapo es Agapito Lencinas, el líder de la banda ajusticiada por
los rebeldes, y Nippur y Gaitán, dos de sus laderos: Víctor Polieschuk
Palomo y Miguel Angel Gaitán, el Gordo. Esos son los cuerpos que Missiano
vio cruzar frente al pabellón 10. "No vi quién los llevaba porque
quise agachar la cabeza. Escuché que uno le dice a otro: 'Pará que
este gil me lleva la faca', y se la saca a uno de los cuerpos, eso lo vi
con mis ojos". Nunca vio el de su amigo, Daniel Niz Escobar, el Viejo
Rolo, otro "soldado" de Agapo. Según lo que "gente de
ellos mismos" le habría contado a Missiano, lo "bajan por
defender a Lencinas".
El cumpleaños de Missiano es el 31 de marzo y --entre tantas
razones--, por eso no se olvida la fecha de las muertes del 1º de abril.
Después de la imagen del "traslado", los presos del 10
empezaron a pensar en un refugio más fuerte. Ya se habían negado ante
Guillermo López Blanco, quien llegó buscando "42 pibes para el túnel
que se estaba haciendo". Sólo cuatro presos salían para buscar
comida para el resto. "Después nos enteramos de que habíamos comido
pastel de carne de muerto. También hicieron guiso, pero se notaba que era
carne amarillenta, eso no lo comí", declaró.
La presión se hizo insoportable. Al pabellón llegaron los hombres
comandados por "Pelela (apodo de Jorge Pedraza), Popo (Brandán Juárez)
y el Cabezón Víctor", a quienes Missiano señaló como los capos
del motín, buscando a un pibe "que era homosexual de Agapo". No
se lo entregaron. "No dejar semilla de la banda de Agapo", contó
Missiano que escuchó de los apóstoles. La segunda vez que los presos se
negaron a poner el hombro en el túnel, los amotinados se subieron al
techo y comenzaron a golpear con fierros, sutilmente, unas rejas por las
que insinuaban que entrarían. Cuando fue de noche, y con el acuerdo de
los guardias que les hicieron señas desde el muro cercano a la capilla,
sesenta hombres corrieron, chocándose, tropezando, cayéndose algunos,
hacia la iglesia. Dicen que "el Angel" Federico Robledo Puch
corría en la montonera con una faca en una mano y la biblia en la otra.
"Nos quedamos cinco días donde no comimos más que una bolsa de pan.
Nos alcanzó para un pan para cada uno". Después, él robó papas y
unas cebollas que el hambre les permitió comérselas crudas.
Y no fue por eso que habló Missiano. Habló por amigo muerto y por
la jueza. "Sé que está amenazada ella o su madre", insistió
ayer. "La doctora zafó mucha gente de la unidad. Yo la quiero mucho.
La vi demacrada cuando declaró, creo que desde que empezó el juicio se
le hizo el tiempo una eternidad", dijo.
Un pie en la zapatilla
Campechano,
el guardia Héctor Lado contó ayer una escena clave del motín y un
hallazgo. La escena: vio cómo se refugiaba en la guardia el preso José
Cepeda Pérez. "Salió corriendo y se metió adentro porque se
había armado el rechifle". El rechifle consistía en una turba
de apóstoles corriéndolo para matarlo. Lado contó que finalmente el
preso fue entregado y asesinado. El caso desvela a la fiscalía, que
ayer pidió que vuelvan a declarar todos los funcionarios
penitenciarios testigos del hecho, para que sean careados si se
contradicen. El hallazgo: Lado contó que durante las requisas
posteriores al motín vio entre los objetos encontrados "una
zapatilla nueva cortada al ras del tobillo, adentro estaba el
pie". Aunque ese pie, que fue visto por otros, nunca fue
periciado, porque nadie sabe dónde fue a parar. |
"Mi madre no
es una basura"
La voz de Marcelo Brandán Juárez, unos de los líderes del
motín señalado por cuanto testigo habla como verdugo de varios de
los muertos de Sierra Chica, dejó ayer oír por primera vez su voz.
"A mi familia la está destruyendo moralmente el
periodismo", bramó detrás de la jaula en la que se ve obligado
a seguir el juicio. El hombre, adjetivado durante el último mes con
calificativos que suelen no bajar de "bestia", estaba ahora
a punto de llorar. Con una rabia que le encendía la cara y le afinaba
el tono de capo, Brandán se quejó de "las agresiones del
periodismo que son cada vez más intensas". "Todos tienen
madre, yo también tengo madre. ¡Mi madre no es una basura!",
clamó ante el presidente del tribunal, Adolfo Rocha Campos. "¡Soy
un ser humano como cualquiera! ¡No somos animales!", bufó, con
un micrófono en la mano. Y le preguntó al juez "cómo se sentiría
usted si estuviera en mi lugar, si la tratan de prostituta a su
madre", en referencia a la nota de un semanario. "Que hablen
de mí cualquier cosa. Pero a mi familia que no la metan más, son
gente trabajadora", pidió. |
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