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EICHMANN PRESTA TESTIMONIO 40 AÑOS DESPUES DE SU EJECUCION
Autobiografía de un burócrata de la muerte

Por cuatro décadas, y razones que variaron desde la negación de derechos a sus herederos hasta el deseo de evitar que funcionara como contrapropaganda, los diarios del jerarca nazi Adolf Eichmann fueron guardados en secreto en Israel, pero ayer fueron divulgados. El motivo: sostener el caso de Deborah Lipstadt en el juicio que le lleva el historiador británico neonazi David Irving.

El autor en los 60 y un fragmento de su obra.
Firmó cada una de sus 1300 páginas en su costado izquierdo.


El País de Madrid
Por Ferrán Sales desde Jerusalén

t.gif (862 bytes) Israel hizo público ayer el diario secreto del dirigente nazi Adolf Eichmann, que durante cerca de 40 años ha permanecido custodiado en los Archivos del Estado, en Jerusalén. La divulgación de la obra póstuma del coronel Eichmann, uno de los máximos responsable del extermino de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, ha sido decidida por el propio fiscal general del Estado. Sus escritos no aportan nada nuevo a la historia, aseguran los estudiosos. Es simplemente el recuerdo sombrío del Holocausto.
El testamento literario de Eichmann empezó a ser difundido el martes a las 9 de la mañana, cuarenta y ocho horas después de que el fiscal general del Estado Elyakim Rubinstein decidiera dar luz verde a su publicación, poniendo de esta manera fin a una larga y inexplicable polémica que ha durado cerca de cuatro décadas: desde el mismo día en que Adolf Eichmann fuera juzgado y ahorcado por delitos de guerra en Israel, y el primer ministro de la época, David Ben Gurión, ordenará el secuestro de su obra, negándose a hacer público el documento, entre otras razones para no enriquecer a sus herederos.
El diario de Eichmann lo componen 676 folios escritos a mano, en muchos casos llenos de tachaduras y borraduras, redactados durante los meses de agosto y septiembre de 1961, en su cautiverio, en la prisión de Haifa, al norte de Israel. La obra está dividida en tres partes; se inicia con una larga reseña autobiográfica �más de 200 páginas� que le sirve de fundamento para tratar de explicar el desarrollo de la ejecución de la �solución final� con la que supuso el extermino de una parte de la población judía. El autor efectúa a continuación un recorrido exhaustivo, país por país, por cada uno de los escenarios del Holocausto judío, haciendo desde el primer momento una especial referencia a la colaboración que los exterminadores encontraron en el gobierno francés de Vichy.
El diario retoma, en su tercera parte, el discurso autobiográfico, incluida su huida de Alemania y su llegada a Argentina, donde trabajó en la empresa de coches Mercedes Benz, para acabar enviando un mensaje moral a la juventud, desde la posición de un �converso� con respecto a los valores democráticos, que inculcaban los soldados de Estados Unidos en los campos de prisioneros de Alemania, dentro de la campaña de �desnazificación�, según el mismo relata en sus memorias.
�Toda la política es una prostituta callejera y el nacionalismo un crimen, la mayor desgracia de los pueblos�, aseguraba Adolf Eichmann, a los 56 años de edad, mientras era juzgado en Israel, después de que un comando de los servicios secretos del Mossad lo secuestrara en Argentina, donde había vivido desde la caída del Tercer Reich, bajo una falsa identidad.
La letra puntiaguda gótica, la avalancha de cifras y datos y la estructura de la misma obra son el fiel reflejo de su personalidad: un eficiente burócrata, obsesivo, con un gran poder de concentración, que carece de inspiración y de imaginación y que vive sumido en un mundo de sentimientos estériles, con una vida sexual muy limitada y aparentemente pervertida, según asegura el grafologista Eliayu Ben Tovim, uno de los excepcionales estudiosos que ha tenido durante estos años de silencio acceso a la obra de Eichmann.
El fiscal general del Estado decidió la difusión de la obra de Eichmann después de que recibiera una petición al respecto por parte de la escritora e investigadora norteamericana Deborah Lipstadt, que había recabado una copia de la obra del militar nazi para utilizarla como prueba en su defensa en la querella que contra ella ha planteado el escritor David Irving, �un peligroso portavoz para los detractores del Holocausto�. Pero detrás de esta excusa judicial-política se esconde también la reivindicación planteada por numerosos estudiosos hebreos, que reclaman una política de puertas abiertas, que permita a la sociedad descubrir con toda crudeza y realidad todas las razones del Holocausto.
La difusión y publicación de la obra de Eichmann amenaza con provocar un nuevo incidente jurídico, el que seguramente impulsara el hijo del coronel nazi, Dieter, que desde hace años reclama los diarios de su padre, como parte de su herencia. Aunque los derechos esgrimidos por Dieter Eichmann fueron ya rebatidos de un plumazo tiempo atrás por el propio fiscal general cuando se negó a ello asegurando que el escritor �no fue un delincuente común� y que por tanto no se pueden aplicar en este caso las leyes convencionales que tratan de la propiedad intelectual.

 

 

Claves

  Adolf Eichmann fue uno de los principales responsables de la ejecución del Holocausto. Alto oficial de las SS, manejó aspectos logísticos del genocidio, especialmente la organización de trenes para el transporte de las víctimas a los campos de exterminio.
  En 1961, Eichmann fue apresado en la Argentina por agentes de la Mossad que lo llevaron a Israel. Allí fue sometido a juicio por crímenes contra la humanidad.
  Sus memorias, liberadas ayer de los Archivos del Estado de Israel, fueron escritas en prisión durante ese juicio. Tienen alrededor de 1300 páginas. Fueron secuestradas luego de que Eichmann fuera ejecutado en 1962.
  El motivo inmediato por su liberación ayer fue servir como evidencia para la defensa en el juicio por difamación que el historiador revisionista británico David Irving inició contra la historiadora Deborah Lipstadt, que describió al primero como �un hombre peligroso en relación a la negación del Holocausto�.

 

DAVID IRVING, HISTORIADOR REVISIONISTA Y AGITADOR NEONAZI
Prontuario de un negador del Holocausto

Por Sergio Kiernan

Israel guardó celosamente, como a una fruta envenenada, el manuscrito póstumo del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann. La razón para quebrar casi cuatro décadas de secreto no podría ser más paradojal: un negador del Holocausto, David Irving, le está haciendo juicio en Londres a una historiadora especializada, Deborah Lipstadt, por calumnias. Y la muy peculiar ley inglesa sobre libelo obliga a la acusada a probar que Irving miente al negar la existencia del Holocausto. La profesora Lipstadt tiene que demostrar, en sede judicial, que la destrucción de los judíos de Europa tuvo lugar. En este contexto único, las muchas referencias al Holocausto en el manuscrito de Eichmann resultan invaluables.
En 1995, Lipstadt publicó el primer libro sobre la entonces novedosa corriente neonazi que pretendía demostrar �científicamente� la existencia de una �gran mentira judía�. El libro, Denying the Holocaust, se transformó en uno de esos clásicos de consulta entre especialistas, en parte por la minucia con que clasificaba las distintas tendencias y argumentos que usaban los negadores. Irving era mencionado entre varios otros y lo único que se destacaba era su peligrosidad por ser un historiador conocido, autor de varios bestseller, lo que lo separaba de un amplio pelotón de nazis impresentables, escritores incoherentes y simples mentirosos.
Sólo a mediados del año pasado, más de cuatro años después de publicada la obra, Irving presentó una demanda contra su autora y contra la editorial, Penguin, ante los tribunales de High Court, los mismos que trataron la extradición del dictador chileno Augusto Pinochet. No es que el historiador inglés estuviera defendiendo apenas su imagen académica: la década del noventa le infligió una serie de golpes muy duros en reacción a su creciente politización como vocero del neonazismo mundial. El juicio le provee una plataforma publicitaria invaluable y una revancha de los que lo denuncian.
Irving no es un historiador profesional, pero por muchos años fue respetado por su capacidad como investigador y por sus a veces espectaculares hallazgos documentales. Su primer libro, La destrucción de Dresden, reveló la suerte de centenares de miles de personas que murieron en una serie de bombardeos aliados a esa ciudad alemana. Súbitamente próspero y conocido, Irving dedicó los siguientes años a preparar su siguiente obra, La guerra de Hitler, en la que cuenta la Segunda Guerra Mundial desde la perspectiva del escritorio del Führer. Mientras que las revelaciones documentales del libro eran notables, particularmente la versión de la muerte de Hitler y del destino de sus restos, la ideología de Irving comenzaba a aparecer más claramente: para este británico, la culpa de la guerra era de su país, Hitler nunca había ordenado el Holocausto y, de hecho, ni sabía qué estaba ocurriendo. Todo era culpa de sus subordinados.
Irving acabó radicalizándose aun más en 1988, cuando comenzó a afirmar abiertamente que el Holocausto simplemente nunca había ocurrido. Idolo de los neonazis del mundo �en 1990 visitó Argentina para darles un seminario� su prestigio académico se esfumó. Alemania y Australia le prohibieron judicialmente la entrada, por agitador, mientras que su editor norteamericano devolvió sus libros y se negó a publicarlos. Marginado y sin el éxito comercial al que está acostumbrado, Irving encontró en Lipstadt un instrumento para que se vuelva a hablar de él.
La profesora tuvo que encargar un trabajo técnico de 450 páginas para mostrar que el Holocausto sí ocurrió y reunir un panel de notables que testificaran a su favor. La sola idea de que este vocero del neonazismo pueda ganar ante las cortes, con la consecuencia de impulsar y energizar a los skins y antisemitas de todo el mundo, alcanzó para que Israel revelara el secreto del manuscrito de Eichmann.

 

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