Por Laura Vales
Los
dos inspectores subieron las escaleras de la casa de las Madres de Plaza
de Mayo a media tarde. Se presentaron como enviados de la DGI y exigieron
ver los registros contables de su librería. Hebe de Bonafini los hizo
pasar. �Vinieron a inspeccionar la casa de los pobres�, comenzó por
decir mientras pensaba que esas corbatas negras, los trajes oscuros y el
color ceniciento de las caras eran como un retrato de la Parca. Tres
minutos más tarde, los hombres de negro escapaban a toda velocidad
escaleras abajo, corridos a escobazo limpio. En rigor, espantados por la
amenaza de un escobillón blandido por Hebe luego de una áspera
discusión sobre políticas impositivas.
En la DGI dicen que nunca enviaron a nadie a revisar las cuentas de las
Asociación y aventuran que debió tratarse de inspectores truchos. Como
fuera, los hombres de negro se presentaron allí el lunes de la semana
pasada. Uno era muy alto y extremadamente flaco, con el cuero pegado a los
huesos. El otro, bajo y de edad indefinida, parecía llevar la voz
cantante.
�Venimos a controlar si están en regla �anunció apenas puso un pie
en la oficina en la que Bonafini estaba junto al escritor Vicente Zito
Lema� .
El alto asintió con un pequeño rictus.
Hebe los invitó a sentarse, pero nadie se movió de su lugar. El bajo
pasó a explicar que eran inspectores de la DGI.
A Zito Lema lo sorprendió el tono imperativo de la voz. Escuchó a Hebe
insistir en su invitación a tomar asiento y a los otros contestar que
así estaban bien. El más bajo continuó con un recitado de sus cargos y
obligaciones. El otro sólo acompañaba con mínimos movimientos de su
boca y algún que otro carraspeo.
�¿Cuándo van a cobrarle a los que tienen, a las multinacionales que
son los grandes infractores? �interrumpió Bonafini�.
La respuesta fue que pedían los papeles a quien les pareciera y no a
quienes dijeran las Madres. Y lo que siguió fue un diálogo de sordos que
terminó con los dos hombres huyendo del lugar.
Durante el episodio los visitantes no mostraron credencial alguna, aunque
ni Bonafini y ni Zito Lema se las pidieron. �Casi no hubo diálogo sino
una cosa muy descalificativa�, recordó Zito Lema. �Mientras Hebe les
hablaba se fueron poniendo cada vez más agresivos y tomaron una postura
de ninguneo, como la de quien está frente a gente con la que no vale la
pena perder el tiempo o a niños con los cuales es imposible hablar.
Comenzaron a contestar de una manera tan grosera y brutal que yo me
levanté del sillón y Hebe les advirtió que si no se comportaban como
correspondía los iba a sacar a escobazos de la Casa de las Madres. Cuando
agarró el escobillón no necesitó tocarlos; los dos salieron disparados.�
�Las Madres estamos en regla, pero la cuestión de fondo es por qué la
gente de Silvani no les va a cobrar a las multinacionales que evaden
millones�, dijo ayer Bonafini. En su caso particular, agregó la titular
de Madres, no paga impuestos. �Y no lo hago porque se los gastan para
las campañas políticas; lo usan para mantener a sus amantes, para sus
casas y sus barcos y después alegan que heredaron todo de la abuela. No
sólo no los pago, sino que envié varias cartas a los responsables de
cobrarlos para explicar que no voy a aportar el dinero con el que se
compran las balas para matarnos.� El escobillón quedará para la
historia. Ayer, en la Casa de las Madres se comentaba entre risas que no
estaría nada mal, por ejemplo, integrarlo al patrimonio de su museo.
Contra los organismos
Lo sucedido en la Casa de las Madres no es el primer episodio en el
que se avanza sobre las asociaciones de derechos humanos. El 30 de
diciembre pasado, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel fue
detenido durante tres horas tras participar en una marcha de
jubilados. Un fiscal en lo correccional le abrió una denuncia por
desobediencia luego de que el titular del Servicio de Paz y Justicia
mediara entre la policía y los abuelos que todos los miércoles
manifiestan ante el Congreso por un aumento en el haber mínimo. Los
jubilados habían cortado el tránsito sobre la avenida Rivadavia y
los uniformados intentaron correrlos del lugar. Pérez Esquivel
intervino para evitar la violencia, pero terminó preso en una
comisaría porteña, hasta donde lo trasladaron en un auto no
identificado. Fue acusado de violar el Código Contravencional de la
Ciudad de Buenos Aires. En aquella ocasión, el ministro del Interior,
Federico Storani, calificó al hecho como un �lamentable incidente�.
Ayer, voceros de la AFIP juraron que el organismo nunca envió
inspector alguno a la Casa de las Madres. |
OTRAS PATINADAS DE LOS
SABUESOS DE SILVANI
El contribuyente maltratado
Por Raúl Dellatorre
Las atribuciones
otorgadas a la AFIP en nombre de la lucha contra la evasión está empezando
a generar dolores de cabeza, incluso dentro de la propia administración. En
los últimos meses, según coinciden diversos asesores tributarios de
empresas y profesionales, se vienen repitiendo los casos de bloqueos de
cuentas corrientes bancarias a contribuyentes con sus pagos al día. En
general, se trata de deudores en planes de facilidades de pago o moratorias
que, por errores de registro en la AFIP, figuraban con cuotas impagas. La
falla de los abogados del organismo recaudador podría dar lugar a denuncias
penales contra la repartición.
En su demanda por instrumentos más eficaces en la lucha contra la evasión,
Carlos Silvani, titular de la AFIP, obtuvo del Congreso que el organismo a
su cargo quedara facultado para ordenar la inhibición del uso de cuentas
bancarias de los contribuyentes descubiertos en mora en sus obligaciones
previsionales. El mecanismo es bastante simple: se intima al pago y si no
hay respuesta en un plazo breve, un juez administrativo de agencia de la DGI
(dependiente del Tribunal Fiscal, no del Poder Judicial) ordena al sistema
bancario el bloqueo de las cuentas a nombre del contribuyente. Los bancos se
informan diariamente por Internet del listado de los inhibidos y están
obligados a aplicar el bloqueo si los contribuyentes sancionados figuran
entre sus clientes.
El método es efectivo, pero está resultando muy controvertido en la
práctica, ya que no son pocos los casos de infelices contribuyentes que,
teniendo sus cuentas impositivas al día o habiendo respondido de inmediato
a las intimaciones de la AFIP con la cancelación de la deuda, se
encontraron con la sorpresa de que sus saldos bancarios resultaban
inmovilizados a los pocos días.
De acuerdo a la consulta que pudo hacer Página/12 entre estudios contables
impositivos que atienden a gran número de empresas medianas y a
profesionales liberales, los casos más frecuentes de �errores� de la
DGI se produce sobre deudores en planes de pago. �Estos casos tendrían
que ser objeto de una denuncia penal, pero por lo general los abogados de la
AFIP buscan convencer a los contribuyentes de que les acepte las disculpas,
porque saben que el error les cuesta el puesto�, comentó a este diario
una asesora contable de empresas. �Está mal que el contribuyente acepte
no hacer nada�, agregó, �pero el daño está hecho y, en general, la
gente prefiere sacarse de encima el problema y olvidarse de la AFIP antes
que hacerle pagar por los trastornos y la pérdida de tiempo que les provoca�.
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