Por Cristian Alarcón
Ayer fue como si quienes estaban en la sala de audiencias fueran llevados a través de la cárcel durante aquel lunes sangriento: tal la contundencia de Oscar Salinas Queliche, testigo directo de seis de los crímenes del peor motín de la historia penal argentina. El preso contó ayer cómo los apóstoles liderados por Marcelo Brandán Juárez fueron eliminando uno a uno, con sordos cuchillazos y algunos disparos, a toda una banda de enemigos, la liderada por Agapito Lencinas. Salinas brindó en su relato algunas paradojas de la masacre, como que el motín en realidad comenzó organizado por el propio �Agapo�, un viejo y poderoso preso, buchón histórico del Servicio Penitenciario, para prevenir las palizas que se podían suceder después de un frustrado intento de fuga. Lencinas, quien se habría opuesto a continuar con un motín en el que se mantenía como cautiva a una jueza, lo pagó caro. Su cabeza sirvió, según el relato de ayer, para que dos presos se diviertan haciendo �jueguitos� con ella. �Ustedes están locos�, dijo Salinas que alguien les gritó. Pero ellos sólo se reían.
Salinas Queliche es un morocho fornido que está preso desde el �93 por un robo calificado que le costó una condena de 13 años. Fue el único hombre que durante la instrucción de la causa por el motín de Sierra Chica declaró todo lo que había visto. Desde entonces es un testigo protegido y sobre su cabeza pende una informal sentencia de muerte. El 30 de marzo del �96 Salinas escuchó un griterío en el pasillo del pabellón de castigo, el 12, y la puerta de su celda fue abierta por los rebeldes. �Tomamos el penal, quédense tranquilos�, gritaban los capos entre los que enseguida vio a Marcelo Brandán Juárez, Miguel Angel �Chiquito� Acevedo, �el Cabezón� Víctor Esquivel, Jorge �Pelela� Pedraza y Agapo Lencinas. Su liberación casi se ve empañada al instante, cuando otro capo, Jorge �Pelela� Pedraza lo vio. �Mirá vos quién está acá. A éste lo conozco de Mercedes, es un gil bárbaro�, le dijo. Podía tener problemas.
A los pocos minutos Salinas se convirtió en ayudante de la banda. Dice que se negó brevemente. Ayer en la sala mostró, con la pistola 11.25 usada durante el motín, cómo fue apuntado a la cabeza por Popó (el apodo de Brandán Juárez). Pasó los dos primeros días custodiando rehenes y cocinando para los presos del pabellón 6. El lunes el clima para con Agapo y su banda ya se había enrarecido. Hubo una discusión con uno de sus laderos, Mario Barrionuevo, el Viejo Rolo. �Desde el pasillo veo cuando Brandán, el Cabezón Víctor, Chiquito y Pelela entran en la celda donde Rolo tomaba mate, cierran la puerta, se escucha un forcejeo y cuando abren estaba muerto en el piso�. �Este, que salta por los giles, también hay que darle�, dice que escuchó Salinas. Otros testigos ya habían dicho que al viejo Rolo lo mataron por intentar interceder a favor de Agapito.
�Vamos a buscar a los demás que están en el ocho�, dijo uno. Y desde el extremo izquierdo del panóptico de Sierra Chica �un montón de pibes� atravesó el patio. �Fueron a una celda en la que estaba el Gordo (Víctor Gaitán Coronel), entró Popó y le dio un tiro en la cabeza, se escuchó el disparo�. En la puerta de la celda dice Salinas que se amontonaban los presos. Un poco más atrás miraba él. Vio cómo arrastraron el pesado cuerpo por el pasillo y enseguida buscaron en otra celda a Nippur (Esteban Polieschuk Palomo). �Vení para acá que pa� vos también hay�, le dijeron.
Nippur se trepó a la cama marinera de la celda, y de ahí a un ventiluz
desde donde gritaba �por favor demen una oportunidad, no me maten. Demen una oportunidad�. Nada. �Vamos a prenderle fuego�, se le ocurrió a Pedraza. Le tiraron querosene y lo encendieron. Gritó, cayó al piso y lo terminaron de matar a puñaladas. Desde su ubicación Salinas dijo que �se veían las manos que subían nada más�. Lo acomodaron en el pasillo junto al Gordo.
�Vamos a buscarlo a Agapo.� Las muertes estaban a cargo siempre de los mismos, dice Salinas, pero caminaban junto a unos 30, entre ellos él, y eran presenciadas por cientos. Encontraron a Lencinas escondido en unacelda. �Los encara con dos facas y le corta la mano a Popó, corre y van cerrando las puertas, pero sale para la guardia. Ahí va Brandán y tira dos tiros. Uno le dio en la cabeza, se vio cuando saltaba la sangre. Se quedó parado unos segundos y cayó�. Muerto el líder, lo juntaron con sus lugartenientes en el pasillo del pabellón 8.
�Popó había hecho una lista de más de veinte personas que iban a matar y empezaron a buscarlos.� En ella estaba Daniel Niz Escobar. Tuvo la mala idea de cruzarse con los que llevaban el cuerpo de Lencinas hacia el pabellón 12. �Dejen de matar a los pibes, no es así�, alcanzó a decir antes de que le clavaran �13 puñaladas como si fuera un perro�. El último fue Carlos Cepeda, un hombre que había apoyado a la banda pero que se �dio vuelta� y no quiso descuartizar gente. �Alcanzó a refugiarse en la guardia, pero como amenazaron con matar rehenes lo entregaron. Se agarraba de las paredes pa� no entrar pa� dentro. A las patadas lo metieron.� Salinas dice que la primera puñalada la dio Pedraza, el mismo hombre que después, cuando la carnicería había comenzado, �con otro preso hicieron jueguito con la cabeza de Agapo�. Alguien, dice Lencinas, les dijo, que por qué, que si estaban locos. �Pero ellos se reían y seguían jugando.�
DEBATE POR LA SEGURIDAD TRAS OTRO BANCO ASALTADO
El robo de los dos minutos
Por Pedro Lipcovich
El asalto a la sucursal Congreso del Scotiabank �número 28 a una entidad de crédito en lo que va del año� puso al rojo el debate sobre la seguridad en los bancos. Ayer al mediodía, cuatro hombres armados entraron en la sede de Callao 169 y en dos minutos se alzaron con 20.510 pesos. Así las cosas, el subsecretario de Seguridad Interior anunció a Página/12 que, �por consenso o por decreto�, los bancos deberían poner puertas de seguridad, con detectores de armas similares a los de los aeropuertos. Pero las entidades bancarias se resisten a pagar los costos.
Adivinanza: ¿qué tienen en común un banco y un taxi? Respuesta: que en ambos casos se ven afectados por una ola de asaltos; que en ambos casos el Gobierno nacional propuso sistemas de seguridad a cargo de los patrones y que tanto los banqueros como los dueños de taxis se resisten a aplicarlos.
Los que, por ahora, resuelven fácil las adivinanzas son los ladrones: ayer a las 12, cuatro hombres bien vestidos ingresaron en el Scotiabank, a 150 metros del Congreso Nacional, desenfundaron armas cortas, amenazaron a los diez empleados y unos 20 clientes y los obligaron a ir al fondo del local. Despreocupándose de las cajas de atención al público, �fueron directamente al dinero de la caja especial�, afirmó después una fuente de la Policía Federal, que investiga la posibilidad de un entregador.
En esa caja especial estaban ensobrados los sueldos del personal de una empresa que precisamente se dedica al transporte de caudales; un total de 20.000 pesos. Los ladrones, ya que estaban, se llevaron también 510 pesos de una de las cajas. Se fueron caminando por Callao.
Los empleados del banco dijeron que fueron bien tratados. Sin embargo, un vendedor ambulante contó que había mandado a su hija de 10 años a pedir cambio a la sucursal y �le pusieron un arma en la cabeza y la amenazaron; pobrecita, volvió llorando�. Los asaltantes también golpearon a un custodio del banco, que fue atendido allí mismo por médicos del SAME.
Horacio Morro, gerente de marketing del Scotiabank, explicó a este diario que �los 20.000 pesos corren a cargo de la empresa que había contratado nuestro servicio. Los 510 pesos de la caja están cubiertos por nuestro seguro�. En cuanto a la seguridad, �cumplimos con lo reglamentado por el Banco Central�.
Carlos Martín, subsecretario de Seguridad Interior, explicó a Página/12 que �para prevenir estos asaltos hay que evitar que el delincuente entre armado al banco: una vez que desenfundó, ya es tarde porque propiciar un tiroteo en el interior sería irresponsable�. La manera de evitarlo -recomendada por la policía y aceptada por la gremial bancaria� sería instalar �sistemas de puerta doble: la primera es un detector de metales, similar a los de los aeropuertos; la segunda bloquea el paso a la persona a quien se le detectó un arma�. Este sistema �funciona en Europa, incluso en las casas matrices de bancos que acá se resisten a aplicarlo�.
Es que los banqueros �dicen que es caro y alegan que la seguridad es cuestión del Estado; pero también ellos son responsables de crear condiciones para que sus locales no sean objetos de delito�, destacó Martín, y señaló que, mientras tanto, �en la medida en que asaltar un banco sea tan sencillo como robar un almacén, van a intentarlo delincuentes con menos profesionalidad, lo cual aumenta el riesgo de que se pongan nerviosos y todo termine a los tiros�. El subsecretario se fijó un plazo no mayor de 30 días: �Buscamos una solución por consenso pero, si no se logra, recomendaremos que se haga por decreto del Poder Ejecutivo�.
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