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�JUANA DE ARCO�, DE LUC BESSON, CON MILLA JOVOVICH
Y el cielo se hizo escuchar

Las dos únicas novedades de la cartelera compiten en su afán de santidad. A la versión aggiornada de la legendaria doncella de Orleans, que ofrece el francés Luc Besson, se suma �Milagros inesperados�, sobre la novela de Stephen King, que materializa todos los lugares comunes posibles del tema. 

La modelo rusa Milla Jovovich en plena batalla, subida al caballo de la victoria.
Lejos de ser una santa, la Juana de Besson bien podía ser sólo una creyente desquiciada.

Por Martín Pérez

t.gif (862 bytes) �Ser buena, ayudar a todos, cuidar de mí misma.� Eso es lo que le aconsejan las voces a la pequeña Juana, aún inocente pero ya entonces maniáticamente feliz, al punto de correr por la campiña francesa a imagen y semejanza de La novicia rebelde. Esa niña alegre y fabuladora dejará paso �luego de una terrible matanza británica en su aldea natal� a una Juana silenciosa, ensimismada y vacía, que sólo volverá a llenarse con una irreprimible pasión que la hará hincarse ante el aún sin coronar Carlos VII para pedirle un ejército, con el cual echar a los invasores ingleses de tierra francesa y ungirlo, efectivamente, como el rey que le corresponde ser.
Guiada por esas voces que alguna vez fueron amables, pero que han pasado a taladrarle la cabeza, Juana de Arco, la Virgen de Lorraine, llevará al ejército francés a un triunfo histórico e imposible frente a los salvajes y desdentados hooligans del ejército inglés, para luego ser vencida por una diplomática traición a sus implacables impulsos celestiales, y ser condenada �tanto por los traidores así como por su freudiana conciencia� a arder en una hoguera contundente y final. Esa es la historia que eligió contar el francés Luc Besson a la hora de llevar a la pantalla grande su particular versión del tan cinéfilo mito de Juana de Arco, que ya contaron antes que él desde Cecil B. DeMille en 1916 hasta Jacques Rivette en 1994 (Jeanne, La Pucelle, con Sandrine Bonnaire como protagonista), pasando por las Juana de Victor Fleming (Ingrid Bergman), Otto Preminger (Jean Seberg), Robert Bresson y la venerada Pasión de Juana de Arco, del mítico director danés Carl Theodor Dreyer, que data de 1928. Con guión de Anthony Birkin, hermano de Jean y adaptador de El nombre de la rosa �según la crítica francesa, el mejor guión con el que alguna vez contó Besson�, lo que el director de Subway, Azul profundo y El quinto elemento (y futuro presidente del jurado del Festival de Cannes) sugiere con su extensa y ambiciosa versión de la historia es que, lejos de ser una santa, Juana bien podía ser sólo una creyente desquiciada y maníaca que en su locura guió a Francia hacia una milagrosa victoria, aun a costa de actuar en contra de sus creencias. �Vamos, Juana, sé honesta�, le exige con un golpecito en el hombro su conciencia, encarnada por Dustin Hoffman. �Vos no peleabas en nombre de Dios, peleabas en tu nombre.�
Empeñado en transmitir la pasión y la locura juvenil de Juana �oportunamente encarnada por Milla Jovovich� antes que en narrar apropiadamente su historia, Besson dividió el relato en tres secciones: un prólogo en el que cuenta la infancia de su protagonista, una primera parte dedicada a las batallas (y que termina cuando Juana es capturada por sus enemigos) y una última dedicada al juicio y a sus remordimientos, y que culmina en la hoguera. Con un cretinismo a toda prueba y un curioso sentido del humor que le lleva a presentar a John Malkovich como Carlos VII y a Faye Dunayay (con un peinado �y una vena azul en la frente� más apropiado para El quinto elemento que para la Francia del siglo XV) comoYolanda de Aragón, Bresson se encuentra realmente a sus anchas en el universo gore de las batallas medievales. Su retrato de una Juana desquiciada por la voz celestial que le resuena en la cabeza y la lleva a la guerra, y la resignada comprensión que le dedican sus generales (todos le hablan a Juana lenta y didácticamente en el film), es lo que le da vida y gracia a un film divertido y dinámico justo en sus momentos más crueles, apasionados y dementes.
Como era de esperarse viniendo de un cineasta como Besson, sin embargo, su Juana se paraliza cuando queda atrapada en espacios cerrados, sin brazos que cortar o una desquiciada Milla Jovovich �blandiendo su espada sobre su cabeza cual Soledad con su poncho� que filmar. Sin batallas, Besson se ocupa de subrayar la presencia de sus estrellas, que resignifican y juegan con sus estáticos parlamentos sutilmente (y no tanto). Cuando hay que complotar, traicionar o juzgar, Malkovich, Dunaway y Hoffman cargan con el peso de la escena, y descansa en el cinismo del espectador (y del cineasta) la posibilidad de encontrar sus discursivas escenas sugerentes, divertidas y/o aburridas. Así como preferir la locura de Juana antes que su arrepentimiento, y elegir su figura cargando al ataque como la mejor postal de un film atrevido, desquiciado y entusiasta, que �a pesar de condenarla verbalmente� apuesta a la crueldad a la hora de entretenerse (y entretener) filmando.

 


 

Tom Hanks, carcelero con carita de ángel

Ambición: Un film con pretensiones de seriedad y mensaje,que también intenta integrar el costado de literatura �barata� de Stephen King.

Tom Hanks y el gigantesco debutante Michael Clarke Duncan, unidos a pesar de las rejas.
El film de Frank Darabont es un canto a la grandilocuencia, disfrazado de producto �oscarizable�.

Por Horacio Bernades

¿Qué es lo más falso que puede ocurrir en una película de cárcel? Que los guardiacárceles sean seres de gran corazón, sumamente solidarios y modélicos padres de familia (salvo algún sádico que ande por ahí haciendo de las suyas, porque nunca debe faltar un buen sádico en una película de cárcel). Que los presos sean casi tan increíblemente buenos como ellos, salvo algún loquito que tampoco debe faltar, aunque más no sea para darle un poco de vivacidad a la cosa. Que guardias y presos se hagan amigos, hasta el punto de que los primeros lloren al ejecutar a alguno de los condenados.
A eso habrá que sumarle el decálogo más elemental de la corrección política, ese que indica que no puede haber nadie más bueno y más sabio que un negro, un analfabeto o un discapacitado (si es todo eso a la vez, mejor). Aún así, todavía no estará lista la fórmula de Milagros inesperados. Falta agregar lampazos de new age, como es la fe en sanaciones, santones y milagreros y unos guardicárceles que más parecen ángeles guardianes. Deben incluirse efectos especiales dignos de un film de terror clase Z. Finalmente, toda la grandilocuencia y ambiciones mensajísticas que sólo Ho-llywood es capaz de lograr, cuando quiere ponerse serio. Y una duración de más de tres horas. Recién entonces se podrá tener una idea aproximada de lo que es Milagros inesperados, a la que la Academia de Artes y Ciencias acaba de obsequiar con cuatro nominaciones (entre ellas, dos de las principales: Película y Guión Adaptado).
Basada en una novela por entregas de Stephen King que en Argentina se editó con el título de El pasillo de la muerte, Milagros inesperados (incoherente título local para The Green Mile) representa la segunda asociación de aquel fenómeno de librerías con el realizador Frank Darabont, quien había dirigido ya Sueños de libertad/The Shawshank Redemption. Otro drama carcelario, sí, pero bien superior a éste. Milagros inesperados narra la llegada de un preso extraordinario al pabellón de condenados a muerte, en una cárcel de Louisiana. Todo ocurre en 1935, plena época de la Depresión, y es narrado por el jefe de guardiacárceles, Paul Edgecomb (Tom Hanks, que cuando no actúa en comedias tiende a adoptar un gesto algo constipado).
Lo inusual del nuevo condenado, John Coffey, está bien a la vista. El hombre le lleva entre una y dos cabezas a los guardias, que no son gente chiquita. Dos metros catorce mide el actor, Michael Clarke Duncan, que hasta el momento se desempeñaba como chofer y agente de vigilancia, y ahora fue nominado al Oscar por este papel. Pero en su estatura (y su increíble musculatura, dicho sea de paso) reside apenas lo más visible del carácter extraordinario de Coffey. Quien, además de analfabeto, parece tener la edad mental de un niño de dos o tres años. Esa no es, todavía, la mayor de las sorpresas que Coffey tiene reservadas a sus carceleros y espectadores, pero ésta es de esas que no deben revelarse. Baste decir que el título que se le dio al film en Argentina no tendría sentido si no fuera por él.
Que las obsesiones de Stephen King por el Bien y el Mal tienden a lo maniqueo es algo que se sabe desde siempre. Pero lo que en sus novelas más logradas se sostiene justamente por la tensión entre esos dos términos, en Milagros inesperados se desbarranca por completo, al caer en la glorificación de la Bondad Infinita y la Santidad no consagrada. Que en la película están desplegadas así, con mayúsculas. Hay otra tensión que Milagros inesperados resuelve pésimamente, y es la de un film con enormes pretensiones de seriedad y mensaje, que al mismo tiempo intenta integrar el costado de literatura �barata� que le dio un nombre al escritor de Maine. No estarían mal el maniqueísmo y hasta la grosería de una lauchita aplastada contra el piso, un achicharrado en la silla eléctrica, la lluvia de polillas que brota del aliento de un sanador, el súbito rejuvenecimiento de una enferma terminal o el acceso del roedor a la eternidad lisa y llana, si vinieran dados en el contexto de un relato que no pretendiera otro registro que el del más puro trash. Pero aquí, todo eso debe aceptarse como parte de un �drama con mensaje�, y es allí donde todo deriva en una sucesión de ridículos, a cual más aparatoso.
Ya había pegado el mismo resbalón Bryan Singer, talentoso realizador de Los sospechosos de siempre, al adaptar Apt Pupil, novela en la que King intentaba una denuncia del nazismo en el marco de la literatura �barata� o pulp fiction, y que en Argentina salió directo a video. La diferencia es que ahora, esa disparatada pretensión viene en el envase, supuestamente prestigioso, de �película oscarizable�. Llena de pretensiones, con una duración �y sólo eso� semejante a las de El padrino, Dr. Zhivago y JFK e incluyendo iluminaciones varias y �lecciones de vida�.

 

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