Por Silvina Friera
�Crecí
de manera defectuosa, con dos cabezas y dos memorias y eso hace que sea de
muchos sitios�, dice el dramaturgo, actor y director Arístides Vargas.
Calificado por la crítica ecuatoriana como el �poeta de la escena�,
Vargas dio sus primeros pasos en Córdoba hace 46 años, pero se crió en
Mendoza. A los 19 años la dictadura militar le cortó la vida en dos.
Pasó los primeros años del exilio en Perú y luego marchó rumbo a
Ecuador, donde fundó en 1979 el grupo teatral Malayerba, integrado por
actores argentinos, chilenos, colombianos y venezolanos, que conformaron
lo que llama �un espacio del exilio y poética de la diversidad�.
Malayerba desembarcó anoche en el Teatro Nacional Cervantes con Pluma,
obra escrita y dirigida por Vargas que abrió el Tercer Encuentro de
Teatro Iberoamericano, bautizado por sus responsables con el nombre del
fallecido Osvaldo �Chacho� Dragún, alma mater de la realización de
este festival. El próximo miércoles subirá a escena Nuestra Señora de
las Nubes, cuya escritura y dirección también le pertenece. �Buenos
Aires siempre me seduce, pero antes me pesaba el fantasma del pasado y de
las cosas que viví�, cuenta Vargas en la entrevista con Página 12.
�¿Por qué eligió Quito?
�En realidad no fue una elección sino una circunstancia. A los 19
años, abandoné mis estudios en la Universidad Nacional de Cuyo y me
escapé de la Argentina porque tenía pedido de captura de la Policía
Federal y del Ejército. Tenía dos opciones de asilo: Guinea (Africa) o
Ecuador. Como pensaba regresar decidí quedarme en Quito. Hay una
destrucción moral que te hacer crecer cierto estado anímico adverso al
país que te castigó y curar eso es muy difícil.
�¿Cambió en Ecuador su percepción de la realidad política?
�Pertenezco a una generación que trabajó intensamente para cambiar la
realidad y que sigue intentando cambiarla pero desde el arte. El juego de
imaginar se debe tomar como principio de destrucción y construcción.
Imaginar mundos no sirve para nada en el contexto mercantil en el que se
vive. Nosotros no rendimos dividendos. Estamos a favor del ser humano. Si
perdemos la capacidad de imaginar, nos volvemos máquinas de producir.
�¿Cómo surgió �Pluma�?
�El puntapié inicial comenzó en México, a partir de las observaciones
de la historia de los héroes en América latina. Nació como un cuento
campesino urbanizado, en el cual el mundo rural está sometido al urbano.
Las sociedades latinoamericanas están en transición del campo a la
ciudad, pero conviven con una alta desintegración del mundo campesino con
el de las grandes urbes. Pluma es el nombre del protagonista que resiste
las reglas de un mundo dominado por el mercantilismo. Los personajes de
Pluma no tienen raíces, están constantemente volando de un espacio a
otro, de un sentimiento a otro.
�En �Nuestra Señora de las Nubes� también aparece la idea del
desarraigo. ¿Por qué?
�Hay un territorio impreciso, esencialmente conformado por la ausencia
de cosas, a veces de recuerdo. El exiliado tiene muchos rostros en la
cabeza y olvida a veces su entorno más inmediato. Nuestra Señora... es
una comarca inventada por dos personajes sumergidos en la confusión
espacial, que se desarrolla en tres niveles: Argentina, España y Ecuador.
Sin embargo, a veces creen estar en una calle o en un parque, otras en
Estados Unidos y también en Europa. Los personajes se conocen y
desconocen constantemente, a cada rato se preguntan �¿dónde te he
visto yo?�.
�¿Cuál es el común denominador de ambas obras?
�El común denominador es gente sin territorio, gente que se maneja en
espacios públicos donde se desarrolla el drama. A los personajes les
cuesta tender puentes porque no saben dónde están.
�Los personajes marginales se repiten en la mayoría de sus obras. ¿Es
una decisión estética?
�Sí, porque cuando hablás del espíritu, de lo humano, en un contexto
que no acepta lo humano como principio, te vas a los márgenes. Yo me
manejo allí. La naturaleza del trabajo artístico es contradictoria con
la sociedad de escarnio económico en la que vivimos. En los márgenes
existe posibilidad de equivocarse, se puede hablar como los locos, con un
profundo sentido de libertad, de mostrar todo aquello con lo que estás en
desacuerdo aunque no tengas respuestas. Se genera una suerte de
microcultura donde los hombres son devueltos a su estado más primitivo.
Creo mucho en lo marginal. Es un estado terrible del ser humano en el cual
identifico destellos de humanidad que exorcizan la miseria.
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