CARLOS ESCUDE *.
Pinochet y Elián
La libertad de Pinochet no debe alegrar a ningún espíritu
biempensante porque Pinochet debería estar preso, pero en Santiago de
Chile.
Que la transición pactada a la democracia por la que atravesó Chile
haya imposibilitado un juicio del sanguinario dictador es lamentable.
No obstante, la democratización de Chile fue bienvenida por toda la
gente bien inspirada del planeta, a pesar de las limitaciones con que
debió manejarse la Justicia chilena frente al ex tirano.
Habiendo llegado a su consolidación democrática, sólo los chilenos
tienen el derecho de modificar los términos del pacto que hizo
posible su democratización. Intentar hacer justicia desde el exterior
es faltarle el respeto a esa democracia. También es desestabilizarla.
El arresto de Pinochet en Londres casi le regaló la presidencia de
Chile a la derecha, cuyos votos aumentaron dramáticamente.
El caso es paradójicamente similar al del niño cubano Elián
González, secuestrado en Miami por las autoridades de Florida, contra
los deseos del padre del niño e incluso contra la voluntad de la Casa
Blanca, que comprende que se está cometiendo una felonía. La
popularidad de Fidel Castro en Cuba aumentó enormemente gracias al
secuestro de Elián, perpetrado por la ultraderecha
cubano-norteamericana con instrumentos aberrantes pero localmente
legales. Y el secuestro de Pinochet en Londres, perpetrado con
instrumentos parajurídicos por un juez español que aspira al rating
de Robert Redford, y sus amigos progresistas británicos, sólo
consiguió aumentar la popularidad de la derecha en Chile.
Con su abuso y falta de respeto por la soberanía de la democracia de
Chile, los progresistas europeos ayudaron a la derecha chilena. Con su
violación de derechos humanos, los ultraderechistas de Florida
ayudaron a Fidel Castro. En ambos casos se violaron principios del
derecho internacional. En ambos casos, las fuerzas políticas que
protagonizaron el episodio perdieron más de lo que ganaron en
términos de la sustancia de su causa política, aunque hayan ganado
popularidad frente a sus propios adherentes.
Pero estos abusos fueron posibles porque poco dañan a Estados Unidos,
Inglaterra y España, sus perpetradores. Tanto en el caso de Elián
como en el de Pinochet, la violación de las reglas formales del juego
provino de los países más fuertes. Chile y Cuba nada pudieron hacer.
El problema, conceptualmente planteado, era conocido por el griego
Tucídides hace veinticuatro siglos. Los fuertes hacen lo que pueden;
los débiles sufren lo que deben.
* Ex asesor de la Cancillería argentina.
LEANDRO DESPOUY *.
La decisión de Lagos
Yo creo que la gran noticia hoy no ha sido la decisión de Straw,
que forma parte de las decisiones del tipo humanitario o político que
cada Estado tiene el derecho de adoptar. La gran noticia ha sido la
decisión del futuro presidente constitucional chileno Ricardo Lagos
de hacer todo lo posible para lograr el enjuiciamiento o procesamiento
de Pinochet en Chile. Vale decir, su voluntad de que predomine el
imperio de la ley, las instituciones y la voluntad del pueblo chileno,
que en su mayoría ha querido el enjuiciamiento. Lo importante es esta
voluntad, y hay que alentarla. Creo que hay que apoyar la decisión de
Lagos porque expresa la voluntad del pueblo chileno democrático.
Apoyarla es apoyar la democracia chilena. Otro factor positivo del
caso ha sido que la Cámara de los Lores dejó claramente establecido
que la Convención Internacional contra la Tortura es aplicable a
todos los Estados que la han ratificado. Esto crea la obligación de
juzgar todos los crímenes que hubiesen sido cometidos con
posterioridad a la entrada en vigor de la misma. Esto es un progreso y
recoge la jurisprudencia de los órganos encargados de aplicar dichos
convenios en el ámbito de las Naciones Unidas. El caso también
prueba la necesidad de avanzar con rapidez en el establecimiento de
una corte penal internacional que dirima de forma universal este tipo
de situaciones.
* Representante especial para Derechos Humanos en el Ambito
Internacional. |