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Un plan para humanizar las requisas en las cárceles

La CIDH sancionó al país por un caso de violación de derechos humanos en el control de visitas a presos. Ayer se puso en marcha un plan piloto en la unidad de Ezeiza para evitar los abusos.

Las chicas tenían como misión intentar pasar drogas al penal.
Pero el sistema no detectó diez pastillas de psicofármacos.

Por Horacio Cecchi

t.gif (862 bytes) Un nuevo y sofisticado método de requisa en penales fue puesto en práctica ayer con un simulacro en el Complejo Penitenciario Federal 1 de Ezeiza. El sistema, que pretende evitar los habituales abusos sobre los familiares de los presos, intenta cumplir con un reclamo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que sancionó al país por un caso de violación de los derechos humanos en uno de esos controles. El plan prevé utilizar perros adiestrados, detectores de metales, cámaras y equipos electrónicos. Por el momento, será puesto en marcha un plan piloto en unidades modernas como la de Ezeiza o Marcos Paz. Pero ya se estudia la posibilidad de adecuarlo a las unidades del interior. En tanto, Devoto, Caseros y los pabellones de detenidos del Moyano, el Borda y el Muñiz serán reemplazados cuando el CP de Ezeiza quede concluido.
La secretaria de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios, Patricia Bullrich, aseguró que el nuevo método busca �evitar la agresión sobre los familiares, alejando el contacto de los agentes sobre las visitas�.
Ayer, en el penal de Ezeiza, trece estudiantes escondieron objetos prohibidos y los penitenciario se lanzaron a descubrirlos antes de que llegaran a manos de los visitados, siete jóvenes que hacían de internos.
�El sistema nuevo �contó Bullrich� permite detectar casi todo lo que entra, con lo que si se detectan armas o drogas al penal, la responsabilidad recaerá sobre el Servicio Penitenciario.� Para ello, la nueva cárcel de Ezeiza fue equipada con sistemas de detección de metales, brigadas de perros antinarcóticos, visores ubicados estratégicamente en todo el penal y, especialmente, en la sala de visitas, y un sistema electrónico que detecta movimientos sobre el suelo en el perímetro del complejo.
El penal fue provisto de sofisticados controles de seguridad electrónicos y videocámaras y sistemas de puertas esclusa operadas desde un control central. Los veinte estudiantes �siete varones y trece chicas� llegaron dispuestos a birlar la vigilancia. Fueron divididos en dos grupos. Las mujeres, del lado de las visitas. Los hombres, como presos. Ellas fueron provistas de bolsitas con materiales bañados en sustancias aromatizadas. Las había perfumadas a la cocaína y a la marihuana. También les entregaron un blister de diez pastillas de un psicofármaco y un pelo de sierra �un finísimo hilo de acero cubierto con piedra de limar, utilizado por los cirujanos para trepanar cráneos y por los internos para serruchar barrotes�. La idea consistía en que las chicas lograran pasar los objetos sin ser descubiertas y entregarlos a los varones, dispuestos a pegarse un viaje de fuga o de otro tipo.
El primer escollo fue Inti, que husmeó hasta ponerse a rascar el respaldo de las sillas de dos de las visitantes. Luego, debieron pasar por el hocico de Angie, una ovejero alemán de la Brigada Perros de la Federal, que aguardaba al pie de los detectores de metales. Transpuesto el arco, semejante al de los aeropuertos, una agente del SPF pasaba por el cuerpode la visitante una barra detectora, mientras que un agente enguantado controlaba si en las ropas o la piel había residuos de drogas. Aquellas que levantaban sospechas eran introducidas en boxes para un cacheo.
Drogas y pelo de sierra jamás pudieron pasar el escollo. Pero ni los canes ni el instrumental moderno estaban capacitados para detectar psicofármacos.

 

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