Por Horacio Cecchi
Un
nuevo y sofisticado método de requisa en penales fue puesto en práctica
ayer con un simulacro en el Complejo Penitenciario Federal 1 de Ezeiza. El
sistema, que pretende evitar los habituales abusos sobre los familiares de
los presos, intenta cumplir con un reclamo de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, que sancionó al país por un caso de violación de
los derechos humanos en uno de esos controles. El plan prevé utilizar
perros adiestrados, detectores de metales, cámaras y equipos
electrónicos. Por el momento, será puesto en marcha un plan piloto en
unidades modernas como la de Ezeiza o Marcos Paz. Pero ya se estudia la
posibilidad de adecuarlo a las unidades del interior. En tanto, Devoto,
Caseros y los pabellones de detenidos del Moyano, el Borda y el Muñiz
serán reemplazados cuando el CP de Ezeiza quede concluido.
La secretaria de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios, Patricia
Bullrich, aseguró que el nuevo método busca �evitar la agresión sobre
los familiares, alejando el contacto de los agentes sobre las visitas�.
Ayer, en el penal de Ezeiza, trece estudiantes escondieron objetos
prohibidos y los penitenciario se lanzaron a descubrirlos antes de que
llegaran a manos de los visitados, siete jóvenes que hacían de internos.
�El sistema nuevo �contó Bullrich� permite detectar casi todo lo
que entra, con lo que si se detectan armas o drogas al penal, la
responsabilidad recaerá sobre el Servicio Penitenciario.� Para ello, la
nueva cárcel de Ezeiza fue equipada con sistemas de detección de
metales, brigadas de perros antinarcóticos, visores ubicados
estratégicamente en todo el penal y, especialmente, en la sala de
visitas, y un sistema electrónico que detecta movimientos sobre el suelo
en el perímetro del complejo.
El penal fue provisto de sofisticados controles de seguridad electrónicos
y videocámaras y sistemas de puertas esclusa operadas desde un control
central. Los veinte estudiantes �siete varones y trece chicas�
llegaron dispuestos a birlar la vigilancia. Fueron divididos en dos
grupos. Las mujeres, del lado de las visitas. Los hombres, como presos.
Ellas fueron provistas de bolsitas con materiales bañados en sustancias
aromatizadas. Las había perfumadas a la cocaína y a la marihuana.
También les entregaron un blister de diez pastillas de un psicofármaco y
un pelo de sierra �un finísimo hilo de acero cubierto con piedra de
limar, utilizado por los cirujanos para trepanar cráneos y por los
internos para serruchar barrotes�. La idea consistía en que las chicas
lograran pasar los objetos sin ser descubiertas y entregarlos a los
varones, dispuestos a pegarse un viaje de fuga o de otro tipo.
El primer escollo fue Inti, que husmeó hasta ponerse a rascar el respaldo
de las sillas de dos de las visitantes. Luego, debieron pasar por el
hocico de Angie, una ovejero alemán de la Brigada Perros de la Federal,
que aguardaba al pie de los detectores de metales. Transpuesto el arco,
semejante al de los aeropuertos, una agente del SPF pasaba por el cuerpode
la visitante una barra detectora, mientras que un agente enguantado
controlaba si en las ropas o la piel había residuos de drogas. Aquellas
que levantaban sospechas eran introducidas en boxes para un cacheo.
Drogas y pelo de sierra jamás pudieron pasar el escollo. Pero ni los
canes ni el instrumental moderno estaban capacitados para detectar
psicofármacos.
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