Por Carlos Polimeni
Desde Mendoza
Había
tocado más de dos horas y media ante un público sorprendido por el
zapping constante de su mente, pero el lobo que lo habita seguía
inquieto, amenazante. Charly García miró a la multitud como un general a
su tropa y lanzó una de sus frases con destino de slogan: �Viva la
sinfonía, muera el rock chabón�. La multitud, mucho más chabona que
sinfónica, lo ovacionó como su grey a un predicador sacado. Un rato
antes había disparado al público, mayoritariamente joven, otra frase
demoledora: �Ustedes ¿dónde estaban cuando los milicos desaparecían
gente?�. El paso de García por Mendoza, como estrella de la décima
fecha del ciclo �Argentina en vivo�, tuvo, como era previsible, una
coda policial. Cinco horas después de terminado el show, que vieron unos
cuarenta mil espectadores, el músico terminó involucrado en un incidente
�ver aparte� que lo obligó a prestar declaración ante un juzgado, y
que por varias horas de ayer sepultó la repercusión artística de su
estadía en esta ciudad.
El show de García fue fuera de lo común, por varias cosas. Empezó media
hora antes de lo previsto, fue deslucido en el tramo con Mercedes Sosa y
se desarrolló en cinco tramos, según la modalidad impuesta por el líder
de la secta Say No More, que lucía inspirado en escena y deprimido fuera
de ella. La síntesis que el domingo trasmitirá ATC necesariamente
dejará afuera buena parte del color que tuvo la performance del artista y
su grupo, siempre una caja de sorpresas. Los hechos artísticos sucedieron
más o menos como sigue. Los policiales van por separado.
A las 20.30, cuando todavía no había anochecido en Mendoza, García
comenzó a hacer su prueba de sonido, con más de veinte mil personas
repartidas en las tribunas y el césped del estado mundialista. Diez
minutos después y con los músicos vestidos de calle, García pidió que
subieran el telón, y para sorpresa de todos, incluso de los
organizadores, comenzó su actuación, con �Pasajera en trance�. La
presencia de Nito Mestre para dos censurados viejos temas de Sui Generis,
�Juan Represión� y �Botas locas� �eyectados de la versión
original de Instituciones por el productor Jorge Alvarez� produjo uno de
los momentos más festejados por el público. �El día que apagaron la
luz�, un tema todavía no grabado oficialmente, con destino de hit, fue
a continuación una de las varias perlas que García ofrendó a la
multitud.
La segunda parte, la más esperada por una porción importante de la
concurrencia, fue la menos lucida. Mercedes Sosa salió al toro, a
intentar suplantar con oficio la absoluta falta de ensayo de las canciones
que iban a interpretar, pese a sus numerosos intentos por conseguirlo. Con
la tucumana intentando pilotear la situación y un grupo que mostró sus
partes más flacas, se sucedieron �Cómo mata el viento norte�, �De
mí�, �Cuchillos�, �Rezo por vos�, �Casandra Lange� y �Hablando
a tu corazón�. Mientras la gente aún aplaudía la concreción de esta
especie de remedo de presentación en vivo de Alta fidelidad, Mercedes
salió disparada de escena, subió a un auto que la esperaba con el motor
en marcha y se fue del estadio. García la llamó para por lo menos un
tema más, pero la cantante ni siquiera lo oyó. Estaba molesta, aunque no
se lo dijo. Charly no dijo nada, pero sintió el desaire. Bajó a su
camarín con cara de niño abandonado.
Faltaban aún otras tres salidas, ante un público que no entendía del
todo la dinámica, pero que en buena parte aguantó hasta el final. Charly
hizo todo lo que de él se espera en escena, desde el �Himno Nacional�
a juguetear con bajarse los pantalones, desde romper micrófonos o
arrojarlos al público a destruir su guitarra, o a derrumbar su teclado,
con sucesivas caras de que el rock and roll es así. En un punto, sabe lo
que hace; alimentar la fama del personaje que se ha chupado, hace tiempo,
al señor Carlos Alberto García Moreno. En otro, no lo sabe: se deja ir
como un surfer por una ola que no sabe dónde lo llevará, a la que casi
siempre domina.
En estas tres salidas hizo todos sus grandes éxitos, soportado por la
banda donde Mario Serra en batería y María Gabriela Epumer en guitarra y
voz salvan las papas, Erica y Ulises Di Salvo meten cuerdas cuando pueden
y el resto se las ingenia para hacer como si todo estuviese bien. A esta
altura, resulta inútil hablar de versiones mejores o peores; temas como
�Nos siguen pegando bajo�, que tocó luego del Himno, �No llores por
mí Argentina�, �No voy en tren�, �Cerca de la revolución�, son
en sus recitales invitaciones al karaoke, paseos por la memoria afectiva
de dos o tres generaciones, postales que explican por qué García es
quien es en la historia de la música en la Argentina. Y por qué
fanatiza, y está siempre al borde. El borde es lo suyo.
Cuando el show terminó, después de la medianoche, había una unánime
sensación de alivio y satisfacción en el mundo de la organización �400
personas, para este show� habida cuenta de que la responsabilidad que
significa para cualquiera respaldar un recital de García debería ser
considerado casi trabajo insalubre. �Para mí, junto a la fecha de
Bariloche, fue lo mejor de lo que va del ciclo�, dijo Alejandro Gómez,
director nacional de Promoción Cultural, máximo responsable de �Argentina
en vivo�. La misma cara tenían Fernando Moya y Horacio Grinbank,
responsables de la puesta de los conciertos. Nito Mestre estaba exultante.
Los músicos satisfechos. La gente, encantada. A todos les cambió
radicalmente la cara cuando se despertaron, unos mucho más temprano que
otros. Es que la estadía de Charly en Mendoza no se agotaría en un solo
show. Faltaba el de la madrugada. Pero eso es otra historia.
Fiona se fue llorando
Fiona Apple interrumpió un concierto a los 45 minutos, porque
estaba insatisfecha con el funcionamiento del sistema de sonido. La
joven cantante y compositora estadounidense, que acaba de editar su
segundo disco �cuyo título tiene nada menos que 92 palabras y que
comienza con la frase �Cuando el dolor...��, se había quejado
varias veces por deficiencias técnicas en el escenario del teatro
Roseland Ballroom de Nueva York y pidió a los críticos presentes que
no calificaran con mucha dureza el concierto. Unas 3000 personas
presenciaban la presentación oficial de este disco, sucesor del
multivendedor Tidal, editado en 1997 cuando Apple tenía apenas 18
años. Ante lo inexorable de la situación, la chica comenzó a llorar
después de una canción y abandonó el escenario, supuestamente para
hacer una breve pausa. Sin embargo, no volvió más, frente al estupor
del público, y un portavoz salió para explicar a los presentes que,
en otro momento y con mejor sonido, ella compensaría al público con
otro concierto. En la página web de Apple en Internet se disparó de
inmediato una intensa discusión, con reacciones desde �qué
desastre� hasta las más moderadas que pedían darle a la estrella
una pausa. �Sólo es un ser humano�, alegaron. |
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