Página/12
en Chile
Por
Luis Bruschtein
Enviado especial a Santiago
"¿El
general se orina encima?", "¡encima de Straw, se orina!",
gritaba como un desaforado un
simpatizante de Augusto Pinochet frente al Hospital Militar de esta
ciudad. "Dicen que está enfermo, porque se orina, pero sigue enferma
su mente asesina", cantaban al mismo tiempo sus detractores frente al
Palacio de la Moneda. Es así como el descontrol de las vías urinarias
del decrépito dictador se ha convertido en una cuestión de Estado. Igual
que sus piernas, después de que el hombre que había sido presentado al
mundo como un enfermo terminal con demencia senil se levantara como Lázaro
y anduviera, apenas bajó del avión que lo trajo a Chile.
Pese a la inquietud política y
la expectativa que creó el regreso de Pinochet tras 503 días de detención
en Londres, esta capital amaneció ayer tranquila, salvo en los puntos
donde se iban a concentrar simpatizantes y detractores. Los medios gráficos
publicaron ediciones especiales sobre la detención y el retorno de
Pinochet y los noticieros de televisión ocuparon más espacio que el
normal para referirse al tema, pero no se produjeron movilizaciones
masivas.
El avión "gran tanque
Aguila" que trajo el viejo dictador arribó al aeropuerto
internacional Arturo Merino Benítez a las 10.30. Las Fuerzas Armadas
chilenas habían preparado una recepción apoteósica con la
"Gran" Banda del Ejército para que ejecutara las marchas
militares que adora el general: "Los viejos estandartes" y
"Lilí Marlene", más discursos, guardia de honor y alfombra
roja. Pero el gobierno socialista-democristiano advirtió que los
reglamentos establecen una recepción de ese tipo para los jefes de Estado
y que Pinochet era un senador vitalicio, aunque aceptó que los militares
recibieran a su camarada y esta pulseada provocó algunos problemas con
los periodistas acreditados (ver aparte).
La primera sorpresa fue la
presencia de los comandantes en jefe del Ejército, la Fuerza Aérea, la
Armada y los Carabineros, además de una gran cantidad de militares
retirados y en actividad. La segunda sorpresa fue la presencia de cerca de
400 civiles, la mayoría de ellos dirigentes y legisladores de los
partidos de derecha Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata
Independiente (UDI), que durante la campaña electoral habían tomado
distancia del anciano dictador. Si bien no se encontraba el candidato
perdedor en las elecciones, Joaquín Lavín, principal referente de este
sector, tampoco se esperaba que la sola llegada de Pinochet despertara
estas viejas lealtades en la derecha política y en algunos dirigentes
empresarios.
Pero la sorpresa mayor fue
cuando se abrió la puerta del "gran" tanque Aguila y empezó a
sonar la "gran" banda del Ejército, para que Pinochet hiciera
el trasbordo hacia el "gran" Puma, el helicóptero que debía
llevarlo al hospital (todo lo que está relacionado con Pinochet es
"gran", según los locutores). El hombre apareció en la puerta
del avión en silla de ruedas, pero al dejar el ascensor que lo depositó
en tierra firme Pinochet sonrió, se paró y caminó sin ayuda y saludando
con el bastón en la mano. Algo vacilante y encorvado abrazó a sus
familiares y a los jefes militares y se dirigió al helicóptero.
La caminata inesperada de
Pinochet promete convertirse en algo así como el cruce a nado del río
Amarillo por Mao Tsé Tung. La derecha y el oficialismo de la Concertación
basaban sus estrategias en la mala salud
del
viejo dictador. La derecha ya había hablado de la necesidad de que
Pinochet abandonara la política y se retirase como senador vitalicio,
aunque sin perder sus fueros. Los partidos de la Convergencia estimaban
que la supuesta fragilidad de la salud de Pinochet atenuaría las
alternativas que podría tener un juicio en su contra. Pero el hombre
demostró que se hizo el enfermo y el viejo baboso que se orinaba encima
para provocar piedad en quienes lo debían juzgar, una vez en Chile está
dispuesto a no perder la gravitación que siempre tuvo. De hecho, anoche
mismo salió del Hospital Militar donde estuvo brevemente internado, y
pese al enérgico "Nunca Más" que el presidente electo Ricardo
Lagos dirigió a las FF.AA. con respecto a su actuación de ayer, la
ausencia deliberada de Frei en Santiago dejó una impresión de timidez
del poder civil.
La derecha había comenzado a
concentrarse desde las primeras horas de la mañana en las inmediaciones
del Hospital Militar sobre la avenida Vitacura, en el barrio residencial
de Providencia, y festejó a rabiar la caminata de su líder. La gente
ocupó las dos cuadras de la vereda ubicada frente al hospital y las dos
esquinas de los extremos, donde se cortó el tránsito. Gran cantidad de
mujeres de clase media y alta vestidas de un sport informal y previa
peluquería, chicos de escuelas privadas con sus diferentes uniformes,
hermosas chicas bronceadas y elegantes y muchos familiares de militares se
reunieron con banderas chilenas y retratos de Pinochet.
"¡Morir luchando, marxistas ni cagando!" o
"Mientras Chile exista, jamás será marxista", repitió una y
otra vez esta multitud que parece salida de una película setentista.
También tenían consejos para los corresponsales y periodistas locales
que cubrían la concentración: "¡Periodistas marxistas, digan la
verdad!". El presidente democristiano también era recordado: "Y
dónde está, que no se ve, el maricón de Eduardo Frei".
"El no quería ser
dictador, nosotros se lo pedimos --decía una señora gorda muy elegante
con la cara brillosa de tanta crema-- y aún así, todas las torturas físicas
del mundo no se pueden
comparar con las torturas morales que han sufrido Pinochet y su
familia." En otro sector, una morena explicó a Página/12:
"El viernes pasado perdí a mi Tata y hoy recuperé a mi propio Tata
--hablaba con una sonrisa por la llegada de Pinochet pese a la pérdida de
su abuelo--. Como militar, mi Tata fue compañero del general y mi madre
también está en las Fuerzas Armadas". El helicóptero con el
dictador, custodiado por otras tres máquinas de cada una de las armas,
fue recibido con gritos y llantos de emoción, dio dos vueltas sobre el
hospital y finalmente aterrizó en el helipuerto del techo bajo estrictas
medidas de seguridad. La gente trató infructuosamente de que Pinochet se
asomara para saludarlos.
En el centro de la ciudad, en
la Plaza de la Constitución, frente al Palacio de la Moneda, varios
centenares de militantes de los organismos de derechos humanos, del
Partido Comunista y algunos socialistas habían realizado una vigilia.
"La supuesta enfermedad de Pinochet fue una burla a todos los
chilenos y a los gobiernos europeos que querían juzgarlo -- expresó a Página/12
Mireya García, de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos
(AFDD)--, pero estamos mejor que antes de su detención, porque el
gobierno se ha comprometido a nivel internacional a juzgarlo aquí en
Chile y no descansaremos hasta que sea así."
Los manifestantes se encolumnaron hacia el edifico de las Fuerzas
Armadas, donde gritaron "¡Asesinos, asesinos!", "Ahora
resulta indispensable que la justicia juzgue y castigue a los
culpables", en tanto que el gobierno también era fustigado:
"Gobierno traidor, protege al dictador". Los manifestantes
marcharon luego por las peatonales céntricas, hicieron una parada frente
a los tribunales y regresaron a la Plaza de la Constitución, donde
convocaron para hoy a una Jornada contra la Impunidad. Entretanto, se
presentaba otra causa contra Pinochet, la número 60, por el secuestro de
un estudiante secundario en 1974, y comenzaban los trámites para
conseguir el desafuero de Pinochet para ser juzgado, algo que la caminata
de ayer del viejo dictador y la intransigencia recalcitrante de sus
seguidores harán mucho más difícil de lo que se creía.
CLAVES
* La recepción triunfal a Pinochet por la cúpula
militar y los partidarios del ex dictador, junto a la sorpresiva
caminata de este último no bien su silla de ruedas tocó la autopista
del aeropuerto internacional constituyeron una doble demostración de
fuerza del pinochetismo frente al próximo gobierno
socialista-democristiano y a la sociedad civil opuesta al
autoritarismo.
* Detrás de esta
demostración hay tanto desprecio por el gobierno británico que
permitió la salida de Pinochet por "motivos humanitarios"
(ver pág. 5), como una amenaza poco disimulada frente a quienes
quieren procesar al general por los 60 casos que la Justicia chilena
acumuló desde el arresto del ex dictador en Chile.
* El socialista Ricardo Lagos, que asume la presidencia
el próximo domingo 12, puede quedar en una posición muy desairada si
la Cámara de Apelaciones o la reaccionaria Corte Suprema niegan el
desafuero necesario para procesar al ex senador vitalicio
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Primera pulseada
Por
L.B.
Unos
200 corresponsales extranjeros, más los periodistas locales, habían
comenzado a instalarse durante la madrugada de ayer en el aeropuerto
Arturo Merino Benítez, en Pudahuel, para seguir la ceremonia de
recepción de Pinochet. Cerca de las nueve de la mañana, el coronel
del aire Ricardo Gutiérrez, de Relaciones Públicas de las Fuerzas
Armadas, les pidió que se retiraran. Los periodistas protestaron,
pero debieron salir del aeropuerto. A medida que llegaban los
legisladores derechistas, presionaron para volver a entrar.
Finalmente pudieron hacerlo y comenzó una cadena de desmentidas
sobre quién había dado la orden de sacarlos. Los militares decían
que ellos no, y daban a entender que la orden había llegado desde
las autoridades civiles. A su vez, el ministro del Interior, Raúl
Troncoso, negó que se hubiera dado esa orden.
Los militares trataban de
hacer un acto de festejo por "la recuperación de la soberanía
nacional" y el gobierno trataba de que no se hiciera un acto de
homenaje a Pinochet. "Que lo reciban sus compañeros militares
me parece lógico --explicó el presidente del Senado, el
democristiano Andrés Zaldívar-- lo mismo si lo quieren recibir sus
simpatizantes, lo que no tiene sentido es que se le dé la
bienvenida con honores de jefe de Estado". Tanto socialistas
como democristianos insistieron en recordar que Pinochet había sido
perdonado por razones humanitarias y que regresaba a Chile para ser
juzgado, pero la derecha no se resignaba. En esa puja, alguien dio
la orden para sacar a los periodistas, como si fuera el resultado de
alguna negociación donde la recepción se hacía, pero sin carácter
institucional y con cierta privacidad. Finalmente los periodistas
entraron y Pinochet fue recibido ante el mundo como un héroe, pese
a que no asistió ningún representante del gobierno. Fue la primera
pulseada con Pinochet en Chile.
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"¿Quiénes
ser hijous de pouta?"
Por
L. B.
El
periodista de la BBC Steven Sviic estaba en la Fundación Pinochet
cubriendo una conferencia de prensa de su presidente, el general
Luis Cortés Villa. El hombre no entiende bien castellano así que
pidió a los grupos pinochetistas que estaban en la sala que
repitieran sus consignas para grabarlas. "¿Quiénes ser hijous
de pouta?", preguntó con su acento british y con cierta
ingenuidad porque se lo estaban diciendo a él y a los españoles.
Los pinochetistas creyeron que los estaba provocando y el hombre
quedó en medio de una turba de gordas furiosas que lo zamarrearon
como si fuera el papá de Jack Straw y tuvo que salir escoltado por
los carabineros. "Yo ser muy respetuoso --se excusó Sviic--
perou estaban como locas, hablaban palabrotas y hacían gestos
obscenos". |
DOS
OPINIONES |
El realismo
Por Rosendo Fraga *
La
detención de Pinochet en Gran Bretaña en función de una orden de
captura de un juez español generó una serie de hipótesis sobre la
puesta en marcha de una Justicia extraterritorial, que iba a imponer
valores éticos más allá de las fronteras.
La idea de que las
democracias de los países desarrollados iban a perseguir a los
dictadores más allá
de las fronteras parecía iniciar una nueva etapa en las relaciones
internacionales, en función de la cual los valores éticos podían
imponerse sobre el realismo y los intereses.
La liberación de Pinochet
pienso que vuelve a poner las relaciones internacionales en el ámbito
del realismo y los intereses, donde históricamente han estado.
Es que más allá de los
argumentos jurídicos de la detención y de la liberación de
Pinochet, la percepción es que los intereses, ya sean políticos o
económicos, no pasan desapercibidos.
Algo similar sucede con
Kosovo y Chechenia. La intervención de la OTAN contra los serbios
impulsó la hipótesis de que se abría una nueva etapa en las
relaciones internacionales, en función de la cual el poder militar
de Occidente iba a impedir la agresión contra las minorías.
Pero la pasividad de
Occidente frente a los muertos en Chechenia mostró nuevamente cómo
los intereses se imponen sobre los principios en materia de
relaciones internacionales.
Es así como la detención
de Pinochet y la intervención de la OTAN en Kosovo parecen mostrar
al mundo occidental en una política internacional principista, en
la cual los valores éticos ocupan un lugar central. En cambio, la
liberación de Pinochet y la pasividad de Occidente frente a las
masacres de Chechenia son la contracara, en la cual el pragmatismo y
los intereses se imponen sobre los principios.
Podrá plantearse que en
realidad es un proceso de tensiones entre una y otra tendencia, pero
también puede interpretarse que en realidad se trata de un juego cínico,
en el cual los principios se esgrimen cuando es conveniente y el
pragmatismo cuando resulta necesario.
*
Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
El idealismo
Por Antonio Skármeta*
Era evidente que este destino iba a cumplirse.
Pero el hecho de que esté liberado por razones humanitarias o de
compasión revela claramente que no fue liberado porque sea
inocente. Hay un pre-juicio mundial ya realizado que lo ha puesto en
su lugar, y la influencia que esto va a tener en Chile es obra del
gobierno democrático porque no lo dejó abandonado a su destino
sino que trajo a su propio verdugo a Chile. Y esto significa que va
a tener que haber un gesto inmenso desde el ejército y la derecha
de encauzarse en el cuadro democrático. Creo que lo que viene ahora
es que esos dos sectores van a tener que reconocer, mal que les
pese, que no tienen influencia mundial para conseguir la liberación
de Pinochet, sino que un gobierno de características socialdemócratas,
progresistas, democrático como el que tiene Chile, a pesar de todos
sus defectos, es más capaz de defender a una figura, por
cuestionable que sea, que los militares golpistas y fascistas, que
tienen pocos aliados en el mundo.
* Escritor chileno.
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