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Di
Masi comenzó su alegato asegurando que durante el juicio oral se constató
que el 13 de enero de 1998 se llevó a cabo una entrevista entre Alfredo
Astiz y Gabriela Cerruti. El represor destapó una botella de agua mineral
y escuchó las frases que fueron publicadas en la revista 3puntos
un día después de su encuentro con la periodista. "¿Sabés por qué
mata un milico? Por un montón de cosas: por amor a la patria, por
orgullo, por machismo, por obediencia". "Soy el hombre mejor
preparado para matar a un político o a un periodista." "Todos
los días vienen camaradas a pedirme que encabece una sublevación",
fueron, entre otras, las palabras que le valieron a Astiz más de diez
denuncias por apología del delito.
El fiscal consideró que las pruebas reunidas durante el proceso
--los testimonios de Cerutti; Héctor Timerman, ex director de 3puntos;
Claudia Acuña, ex editora de la revista; el capitán Aurelio "Za
Za" Martínez, nexo entre Cerruti y Astiz y el decreto de destitución
del represor-- confirmaban que Astiz "reivindicó hechos del pasado
reciente sabiendo que sus dichos iban a ser publicados". Di Masi, que
expuso rápidamente su alegato, fundamentó el pedido de condena en que el
represor "no desconocía el carácter de periodista de Cerruti"
y, al menos, "consintió la posibilidad de publicación" de la
entrevista.
"No puedo dejar de señalar
que en mis 25 años y tres meses de experiencia en Tribunales quizá difícilmente
haya estado frente a un caso en que los términos justicia y derecho
fueran dejados de lado de manera tan burda", abrió la defensora de
Astiz. Martínez de Buck, que pronunció su discurso con energía y
convicción, intentó pintar al Angel rubio como un perseguido y recordó
que catorce testigos --la mayoría marinos-- declararon acerca de la
"vocación por la democracia que existe en el pensamiento y
sentimiento del señor Astiz, mal que les pese a algunos."
Finalmente Martínez de Buck
repitió los razonamientos que desplegó a lo largo de las cuatro
audiencias anteriores, es decir, que Astiz no concedió un reportaje a
Cerruti, sino que mantuvo una "charla informal" con ella y que,
además, la periodista desvirtuó y cambió sus palabras. Si Cerruti
pudiese recordar dos horas de conversación sin tomar nota "figuraría
en el libro Guinness", dijo.
Según Martínez de Buck, el
marino que se infiltró en las agrupaciones de derechos humanos durante la
dictadura y que participó en el grupo de tareas de la Escuela de Mecánica
de la Armada no pudo haber dicho lo que se le atribuye porque sus valores
son, entre otros, "el respeto al poder político, subordinación a la
Constitución, amor a la patria, desinterés, espíritu de sacrificio,
entrega constante y capacidad de morir por los ideales ajenos". Sobre
el final de su alegato, la defensora oficial acusó a Cerruti de ser
parcial por haber cantado, según consta en uno de sus libros, "son
todos asesinos los milicos del Proceso" y por ser la mujer de un hijo
de un desaparecido.
Astiz leyó su descargo de una hoja manuscrita. En primer lugar
agradeció la "capacidad, dedicación y la valentía" de su
abogada y afirmó que, desde que "la guerra" terminó, buscó
"el camino de la paz y la reconciliación de todo el pueblo
argentino". El represor manifestó además que no está de acuerdo
con que "el fin justifica los medios".
El juez Claudio Bonadío anunciará la sentencia el miércoles. Se trata del mismo magistrado que, cuando procesó a Astiz en mayo de 1998, consideró que el represor era consciente de que su conversación con la periodista iba a ser publicada.
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