Por
Cristian Alarcón
Damián
Quiroz atendió el celular pasada la medianoche, con la camisa de seda
abierta y peinándose con la mano. "Vivo", respondió a la
pregunta desesperada del otro lado. Hacía pocos minutos tenía una
pistola "a pocos centímetros de la boca", cuando quedó en
medio de un tiroteo del que creyó no salvarse. Los dos ladrones murieron.
Damián fue el único rehén ileso. Su amigo Mario Bogado recibió un tiro
que le atravesó el intestino, el hígado y se frenó milagrosamente a un
centímetro del corazón. El colectivero Hugo Bono sufrió una herida
leve. "Terminó mejor de lo que calculaba. Pudo haber habido un rehén
muerto, por eso digo que ayer Dios fue mitad policía y mitad juez",
reconoció el juez Héctor Yrimia a Página/12. Se refería a los segundos
en que, según coincidió con fuentes policiales, los ladrones dispararon
primero, y los GEOF respondieron con la contundencia ya dicha. Ayer, después
de la crisis, la madre de Bogado y varios juristas consultados por este
diario coincidieron en criticar el operativo "por haber puesto en
peligro la vida de los rehenes", más allá de la suerte.
Yrimia es de los que se
enorgullece de arremangarse como ayer: a treinta metros de los ladrones,
con el chaleco antibalas y la pistola en la cintura. Así fue desde que
llegó a la agencia de motos SA Automotores, en Avenida de los Incas 5063.
Damián, el dueño de la concesionaria, y su amigo y empleado Mario Bogado
estaban adentro con los ladrones. Mariano, otro amigo, se había escondido
debajo de una escalera. Afuera, Yrimia se juntó al Grupo de Operaciones
Especiales de la Policía Federal, entre ellos el negociador Pablo y el
comisario Carlos Pereyra. Con Pablo se conocían de un seminario sobre
toma de rehenes organizado por la DEA en Buenos Aires. En la práctica de
aquel curso, al juez le había tocado ser el negociador que conversaba
"con el malviviente", Pablo. Ahora, en las negociaciones, Pablo
sería el bueno. El juez, su opuesto complementario. Y así los encaró
pasadas las siete de la tarde. "Yo no transijo más. De acá no se
van." Salvador Raineri, de 40, el ladrón al mando, insistió.
--Papito, nos vamos.
--La única forma de que te
vayas es que el coche empiece a volar.
--¿Por qué sos así?
--Porque soy vasco y soy muy
cabeza dura.
Fue lo último que habló con
ellos en ese "teatro de operaciones", que cambiaría en breve.
El bueno de Pablo salió al cruce. "El juez es muy duro, dejáte de
joder, entregáte", le dijo a Raineri. Tenían una pistola 9 mm, una
11,25 y un revólver 32. Salieron a la vereda con los rehenes como
escudos. Primero querían nafta para un Escort que había en la puerta. Al
rato llegaron hasta un Pointer bordó. Por los autos que había en el
camino, parecía que no podrían avanzar. "Pero falló el cordón. No
se evaluó que el tipo montaba la vereda y que iba a hacer cochecitos
chocadores. Pensamos que esos autos no se podían mover, pero los arrastró
en forma lateral", contó ayer el juez.
La persecución, con tiros
desde el Pointer seguido por una caravana de la Federal y dos helicópteros,
terminó a 15 cuadras. Los ladrones iban por Del Campo y doblaron en 14 de
Julio hacia la derecha para volver a doblar en el pasaje Balboa, donde se
encontraron con una pared que da a las vías. Bajaron. Agustina Bono, de
12 años, jugaba en la vereda de su casa que, como siempre, tenía la
puerta abierta. Entraron. Ahora tenían más rehenes: la nena, su padre
Hugo Bono, de 50, y su abuela Elsa, de 74 años. Los cursos de los GEOF y
de Yrimia indican que jamás se debe cambiar de "teatro de
operaciones". Y si sucede, va todo de nuevo.
En la casa de los Bono, en
Balboa 496, los ladrones pidieron un chaleco antibalas. Se los alcanzó
Sergio Russo, un subcomisario desarmado. "Lógicamente olvidé
decirles que no se bancaba un M16", le dijo ayer a la agencia Télam
el policía. Enfundados en sus falsos pasaportes, los ladrones volvieron a
subir al Pointer. Antes dejaron a la nena y a la abuela libres. Otra vez
Damián fue sentado encima del conductor. Pasaron media hora arriba del
auto, al que la policía ya le había desinflado las cuatro ruedas. Desde
allí tuvieron el ultimo diálogo con Yrimia. Le pidieron periodistas. Se
los negó. "¡Che, juez! Si no me sacás los coches para irme, yo los
mato a todos", fue la última advertencia. "No te saco ningún
coche", contestó por megáfono Yrimia.
Fue cuando empezaron los tiros
intimidatorios de los ladrones. "Tuvimos que empujar a la prensa
porque dos veces apuntaron al bulto hacia donde estaban", aseguraron
fuentes de la Federal. En la línea de prensa, el asunto era más que caótico.
Entre ocasionales trompadas a los camarógrafos más tozudos y suicidas, y
varios cuerpo a tierra, pasaron diez minutos más. Según un familiar de
Quiroz, los ladrones creyeron que los matarían dentro del auto y por eso
salieron.
Eran las 23.56. Alrededor de la
esquina de 14 de Julio y Del Campo había más de cien periodistas y unos
200 policías uniformados que tenían orden estrictísima de no disparar.
Raineri llevaba a Bono como escudo. Lucero, el de bermudas, tenía a Damián
con la pistola en la boca y atrás a Bogado, de remera. Cruzaron la
avenida hacia la estación Artigas. Los GEOF los seguían a tres metros,
acorralándolos con los M16 de mira telescópica. Yrimia les había
repetido toda la tarde "quiénes eran los buenos", mostrándoles
las fotos de los rehenes. Aunque la hipótesis era que en tres horas los
ladrones cansados se entregarían. Nunca previeron que saldrían así.
Yrimia estaba comunicado
directamente con el comisario Pereyra y con los cuatro grupos de GEOF que
perseguían a los ladrones. La orden era "recuperación de rehenes y
neutralización de delincuentes". Neutralizar "puede ser desde
esposarlos a matarlos", dijo el juez. La decisión "técnica"
queda en manos de los GEOF. Cuando los ladrones habían hecho cincuenta
metros, frente a la estación se encontraron con una moto de ATC en la que
iba Fernando Christ y su compañero Pablo Machuca. Tomaron a Pablo como
rehén. Lo obligaron a acostarse en el piso. Arriba sentaron a Bogado.
Fernando retrocedió dos pasos y lo alcanzó un policía que lo cubrió en
silencio. Raineri tenía a Bono. Lucero se había quedado con Damián. El
círculo de GEOF se cerraba. "¡Abajo los rehenes!", gritaron
varias veces. Pero Damián les gritó que no podía. Christ dijo ayer que
escuchó los tiros justo cuando a Damián el ladrón le apartó unos centímetros
el arma de la boca, pero que no sabe quién abrió fuego.
El juez y las fuentes de la
Federal aseguran que dispararon los ladrones: "Sueltan un poco a los
rehenes cuando quieren agarrar la moto. En eso uno dispara al bulto,
hieren a dos policías en las piernas. Inmediatamente responden el
fuego". Tras el muro que separa la calle de las vías de la estación
Artigas había varios francotiradores con las miras en las cabezas de
Raineri y Lucero. Se supone que esos fueron los tiros certeros que los
dejaron tirados, el uno sobre el otro. Los policías y el juez cuentan que
Raineri cayó sobre Lucero y en el piso Lucero usó el arma para disparar
una última ráfaga que sería la que hirió a Bogado, a Bono y al tercer
GEOF en la pierna. "¡Cómo habrá sido de bravo!", comentaba el
juez cuando los cuerpos ya eran fotografiados por los peritos. Cinco
minutos después, desde su celular, Damián recibió el llamado de su
madre. "Hola, mamá. (...) Ya está, ma. (...) Todo bien. No pasó
nada. (...) Nos trataron bien, eran unos pibes bárbaros."
CUATRO JURISTAS CRITICAN EL OPERATIVO |
"Es hora de aprender"
Fernando
Maroto (juez de la Cámara Penal de San Isidro)
"Casos como el de ayer
deben servir para aprender, pero ojo esto debe hacerse sobre la
verdad, no sobre la mentira. El procedimiento por el cual muchos se
felicitaron ayer no fue lo exitoso que dicen, ya que hay dos personas
muertas y dos heridos, uno de los cuales está muy grave. Desde ya que
no es fácil estar en situaciones así, pero ya hemos pasado varios
casos y es hora de empezar a aprender cómo manejarlos. Por sobre todo
creo que hay que preservar las vidas humanas, estoy convencido de que
por cómo se actuó ayer estuvo Dios presente, ya que los jóvenes que
hoy están heridos podrían estar muertos. Creo que la salida con
rehenes a veces no se puede evitar, pero hay casos como los del penal
de San Juan o Misiones en los que la situación fue manejada con mucho
mejor criterio. A mí lo de ayer no me cierra, y menos los comentarios
exitistas de la policía y algunos periodistas, cuando han muerto dos
personas. Más si como ocurrió el jueves no hay por parte de los
asaltantes la intención de llevar las cosas a mal puerto."
"Descenlace
patético"
Martín Etchegoyen Lynch (fiscal de San Isidro)
"Lo de ayer es una
muestra más de que, cuando se usa la fuerza, cosa que no comparto, se
usa mal. Sin duda los grupos de elite están trabajando erróneamente,
pese a que asisten a cursos. Ayer otra vez el nerviosismo se impuso
sobre lo que realmente hay que hacer. Es increíble que los asaltantes
hayan podido salir de una casa con los rehenes y poder entrar a otra y
tomar nuevos. De haber habido un loquito pudimos estar frente a otro
Ramallo. Unicamente hay que dejarlos salir si es para entregarse, si
no la experiencia indica que hay que negociar hasta las últimas
consecuencias. De hecho, los grupos de elite tienen los medios técnicos
para saber qué pasa en el lugar con los rehenes, y con
francotiradores se los podría haber neutralizado; pero acá siempre
se hace lo contrario y siempre se termina con heridos y muertos. Técnicamente
lo de ayer fue desastroso, si yo fuera miembro de la familia de
Paternal le hago un juicio al juez y a los grupos tácticos por
inoperantes. El descenlace directamente fue patético. Con un buen
vallado y órdenes precisas la situación con la prensa y los curiosos
se hubiese solucionado."
"Fue
un show"
Eugenio
Zaffaroni (director del Departamento de Derecho Penal y Criminología
de la UBA. Legislador)
"Los límites de la legítima
defensa están muy claros en el Código Penal. Las lesiones que se
causan a terceros no están justificadas, son ilícitos por lo tanto
éstos tienen derecho a demandar al Estado. Afectar a terceros está
fuera de los límites de la legítima defensa. En casos como el del
jueves no se defendió la vida de los rehenes, sino la propiedad y la
libertad. Se los tendría que haber dejado partir. Con las fotos e imágenes
que ya se habían obtenido enseguida se los podía identificar con lo
cual no iban a poder ir muy lejos; más cuando no se trata de
terroristas internacionales, ni de criminalidad organizada como en
este caso. Entre el valor vida de una persona y el acto de detener a
un ladrón debe primar la vida de la persona. Procedimientos con estas
características no se producen en ningún país civilizado del mundo.
El desenlace fue un show. Creo que el proceder policial fue un espectáculo
para los medios. No me hubiera gustado tener el revolver al cuello
como ese muchacho y sentir que el Estado está actuando tan
irresponsablemente sobre mi vida."
"Proteger la vida"
Leopolodo Schiffrin (miembro de la Cámara Federal
de La Plata)
"Yo
siempre he sostenido que en estos casos hay que dejar salir a los
delincuentes y salvaguardar la vida de los rehenes. Por supuesto no
dejarlos ir de cualquier manera: se los puede seguir en helicóptero,
se mantiene una vigilancia discreta. Una vez que dejan en libertad a
los rehenes, ahí sí empieza la persecución. Pero esta vez primero
se puso miguelitos, después se los persiguió en patrulleros y los
rehenes resultaron heridos, uno de ellos de gravedad. En el caso
Ramallo yo critiqué la actuación de Villafuerte Ruzo; también
criticaría a este juez. Porque privilegian un criterio de autoridad
en lugar de preservar las vidas humanas: por no violar esa autoridad
se pone en peligro un bien concreto, como es el de las vidas humanas.
Los jueces deben proteger la vida, si no cometen una seria falta. No
hay concepción de autoridad que se pueda poner por encima de las
vidas de los inocentes. Tampoco de los culpables, claro, pero menos aún
de los inocentes.
|
QUIEREN LEYES MAS SEVERAS
Euforia en el Gobierno
El presidente Fernando de la Rúa se entusiasmó. No sólo aprobó
la actuación de la policía en la resolución de la toma de rehenes
originada en Villa Urquiza sino que además pidió --otra vez-- por
el endurecimiento de las leyes. Bajo ese eje recordó que promoverá
una reforma del Código Penal y dijo que "son necesarias más
leyes severas para quienes cometan delitos con armas: hay que
demostrar que la ley tiene más fuerza que el delito".
E
l jefe de Estado no fue el único. La plana mayor del Gobierno y el
jefe de la provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf, salieron ayer
a aprobar con efusivas definiciones lo hecho por el grupo GEOF y el
equipo dirigido por el juez Héctor Yrimia. A poco de terminado el
proceso, Ruckauf escogió entre las calificaciones la de
"excelente" para evaluar el desarrollo de la Policía
Federal. Y tras hacerlo, argumentó su fallo: "El objetivo era
preservar la vida de los rehenes, que se logró".
En su función de
presidente, De la Rúa ejercitó su propio raíd. Primero visitó a
Mario Bogado --el rehén herido-- en el hospital Tornú y luego, en
el Churruca, a los tres policías internados allí. Fue en estos
escenarios, desde donde volvió a repetir los reclamos de
endurecimiento de leyes, anticipados en el discurso de apertura de
las sesiones ordinarias en el Congreso. "Hay que rogar a Dios
--pronunció-- que nos ayude frente a la agresividad de esta
delincuencia, que debemos combatir porque hay que demostrar que la
ley tiene más fuerza que el delito". En ambas oportunidades,
destacó "la capacidad y serenidad de los efectivos
policiales", y la "buena preparación y la cooperación de
los jueces que actuaron, que permitieron llevar a buen término el
episodio".
El final de ese episodio y, en particular, la intervención
de las tropas del grupo GEOF fueron alabadas también por el
secretario de Seguridad, Enrique Mathov. El funcionario del
Ministerio del Interior se encargó de destacar el "grado de
capacitación y entrenamiento" de la Policía Federal y sostuvo
que tanto para la autoridad política como para la policial "la
prioridad máxima" fue en todo momento salvaguardar la vida de
los rehenes.
|
|