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Casi 34 millones de españoles
votarán el 12 de este mes para renovar la legislatura más prolongada
desde el regreso de la democracia, en las primeras elecciones desde la
muerte del dictador Francisco Franco en 1975 que no serán anticipadas. El
3 de marzo de 1996, el PP presidido por Aznar ganó las elecciones con sólo
un punto de ventaja sobre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de
Felipe González, que había dirigido el país durante 14 años. Esta vez,
el PSOE esperaba llegar más preparado con una alianza programática
rojo-rosa inédita desde el Frente Popular de 1936, que sin embargo no
llega a tener el efecto electoral suficiente como para desestabilizar a
los conservadores del PP. La ventaja de los conservadores se explica en
gran parte por el balance económico ofrecido por Aznar: un crecimiento de
casi el 4 por ciento en el último año, una caída del desempleo del 23
al 15 por ciento en los cuatro años de gestión, equilibrio de las
cuentas públicas y una reducción parcial de los impuestos. "¡Vamos
a más!" es el lema electoral del PP con el que promete un
"milagro económico" que incluiría el regreso al pleno empleo y
un aumento de los gastos sociales y una "segunda revolución
impositiva".
Sin embargo, la ventaja que el
PP parece a punto de conseguir gracias al margen que dan las encuestas no
sería suficiente para conseguir la mayoría absoluta parlamentaria --176
diputados sobre un total de 350--.
Según el Centro de
Investigaciones Sociológicas (CIS), el PP obtendría 41,6 por ciento de
los votos, lo que equivaldría a entre 163 y 168 escaños de las 350
bancas. El PSOE conseguiría el 36,6 por ciento, aproximadamente 140
bancas. Y la coalición Izquierda Unida (IU) obtendría el 7,4 por ciento
de los votos, es decir, casi 10 escaños. El PSOE y la IU llegaron a un
acuerdo por el que no presentarían listas conjuntas de diputados ni de
candidato a jefe de gobierno: Almunia va por los socialistas y Francisco
Frutos, por la IU. Sin embargo, el pacto garantiza una alianza
parlamentaria luego de las elecciones que se alinearía detrás de la
candidatura del socialista, que quedaría compitiendo sólo con Aznar.
Siguiendo las cifras del CIS, el PP de Aznar tendría que recurrir
entonces a los aproximadamente 15 escaños que conseguirían los
nacionalistas catalanes, principales aliados del gobierno, para asegurar
que la reelección del actual jefe de la presidencia española tenga el
mayor respaldo posible.
La incógnita que sigue sin
develarse es cómo jugarán los votos conseguidos por los nacionalistas
vascos, que conseguirían cerca de 8 escaños en las elecciones, y que están
en un estado pésimo de relaciones con el gobierno por las recriminaciones
de Aznar en relación con sus vínculos con ETA, especialmente después
del último atentado en el que murió el dirigente socialista Buesa.
"Ellos hicieron un pacto con ETA. El brazo político de ETA, en el
que se apoyaba el gobierno autónomo vasco, no es más que un rehén de
los separatistas. La repugnancia de toda la sociedad les vencerá",
declaró ayer Aznar. Sin embargo, el frente electoral de ETA, Euskal
Herritarrok (EH) adelantó ayer que apeló la decisión del Tribunal
Supremo español que le prohíbe acceder a la publicidad electoral
gratuita disponible para todos los partidos políticos por su llamado público
a boicotear las elecciones.
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