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EXCLUSIVO: CHARLY GARCIA HABLA DEL EPISODIO EN MENDOZA
"Me contrataron como una estrella, me trataron como un delincuente"

El momento increíble de ayer: García en la pileta, relajado tras un inesperado salto a la pileta desde veinte metros de altura.

Dice que lo dejaron solo, que la Justicia de Mendoza es por lo menos discutible y que le robaron diez mil dólares. García compartió con Página/12 un extenso análisis de lo sucedido en su aventura por el interior. Y después se tiró a la pileta desde una altura de veinte metros.


Por Carlos Polimeni 
Desde Mendoza

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Son las dos de la mañana y Charly García está tirado cuan largo es en una cama matrimonial del dormitorio del departamento del noveno piso del hotel que lo alojó en Mendoza. La televisión en el living parece sacada de una canción de Bruce Springsteen: 69 canales y nada que ver. Su imagen ha estado rebotando por los canales de noticias desde hace 48 horas. Mientras desde la calle llegan los ecos de una fiesta de la colectividad italiana en Mendoza, García lee la letra de una supuesta posible canción sobre esta provincia, donde siempre tiene problemas. Canta un fragmento, sobre la música de "Catalina Bahía", de Miguel Cantilo: "En Mendoza, me tiraron una piedra...". Está abrumado por los acontecimientos que se dispararon horas después de su recital aquí, y al tiempo belicoso. Dice que no se fue de Mendoza --como aconsejaban las circunstancias, luego de que el juez Gonzalo Guiñazú le tomase declaración y lo dejara libre-- porque quiere demostrar que tiene aguante, que no huye cuando lo persiguen. Y para subrayar que cree que el Gobierno nacional lo dejó huérfano de apoyo, una vez que una denuncia por agresión y acoso sexual --que el juez terminó por desestimar-- lo puso en el centro del huracán. "No entiendo esto: me contrataron como una estrella, hice un espectáculo bárbaro y cuando tuve un problema los del gobierno... desaparecieron. Ahora exijo explicaciones. ¿Quién se hace cargo de los pésimos momentos que pasé? ¿Quién me devuelve los diez mil dólares que perdí cuando la policía me detuvo?". En las agitadas horas que se sucedieron en las siguientes 36 al recital ante 40 mil personas, García recibió, en cambio, dos llamadas del ex presidente Carlos Menem.

  --¿Qué le dijo Menem?

  --Básicamente me alentó. Cuando se enteró del escándalo que me armó esta gente de mierda que sólo busca figurar, me dijo que aguantara, que todo iba a salir bien. Me aconsejó que fuese, que declarase y que no me pusiera loco. Después me llamó otra vez y me dijo que había hecho bien en no resistirme a la policía, que es una mierda, acá más que en otras partes, y que no me deprimiese. Mientras peor están las cosas, mejor van a ir las cosas, me recordó. Méndez se portó como un amigo: no se borró. No puedo decir lo mismo de otros tipos con los que me pongo a trabajar con buena onda y al menor inconveniente se evaporan.

  --¿Los funcionarios del Gobierno nacional no se comunicaron en ningún momento?

  --¿Vos los viste? Yo no. Alguien me va a tener que dar explicaciones. No acepto que me traten como a un delincuente o el culpable de algo. Es muy guacho que los tipos que me trajeron a Mendoza como una estrella, o al menos como un artista, y a los que les llené un estadio en que un montón de gente disfrutó un gran show, me dejen varado. Porque, además, yo no hice nada, me comí un garrón por ser Charly García.

  --¿Qué pasó exactamente a la salida del pub?

  --Yo iba saliendo, todo bien. De repente, una gorda, hecha una furia, me estrelló un vaso en la frente. Me llené de sangre (muestra la cicatriz, arriba de la nariz). María Gabriela (Epumer) que venía conmigo, también se manchó y se asustó. Subimos a la combi y nos volvimos al hotel. Eran las cinco. A las ocho de la mañana, la policía me tiraba la puerta abajo y me quería llevar preso. Yo estaba muy nervioso. Un médico me diagnosticó un pico de presión. Crónica TV decía que la gorda ridícula esa me había denunciado por acoso sexual, agresión y no sé qué mierda más. ¿Cómo acoso sexual a un hipopótamo? Después me contaron que dijo que le toqué una teta. Never. Jamás. Estaba a diez metros. Bueno, el juez este, que parece que se muere por salir en la tele, terminó escuchándome a mí y no a ella. Me parece que se dio cuenta de cómo venía la cosa, pero antes me hizo tratar como el peor.

  --¿Qué significa que lo trataron como el peor?

  --Me vinieron a buscar a las 8. Me presionaron re-mal. Me hicieron ir al juzgado como un ladrón y me hicieron salir delante de periodistas que me sacaban fotos como un asesino serial. Me metieron en una oficina de Tribunales donde había cuatro personas-muebles, de esas que hablan de que "todos somos iguales ante la ley", y una sola con onda. Yo no soy igual a los demás. Yo soy Charly García. Y mirá lo que tengo que pasar por serlo. La verdad, esperaba un poquito más de consideración. ¡Me leyeron mis derechos, loco! Yo sé de memoria eso que ante la ley debemos ser todos iguales. Pero, metido en esa maquinaria, sentía: no soy igual a ellos, no lo soy. Si ésa es la gente normal, yo no soy normal. Mientras tanto, el juez este, que es medio hiperkinético, iba y venía como un figuretti enchufado. Me preguntaron quién era mi abogado. Les contesté que no tenía. Me pusieron un defensor de pobres e inocentes (por ausentes). Lo que estaba bien, porque esa noche yo era eso: un pobre y un inocente. Un tipo al que estaban por procesar porque una mujer le pegó un golpe con un vaso en la frente.

  --La mujer (Gladys del Carmen Navarro, 37 años) dice que alguien le pegó un sillazo en la cabeza...

  --Yo me subí a la combi y me fui. Te lo juro. Vos sabés que yo no miento. No reaccioné. Pensé: OK, yo soy famoso y hay gente a lo que eso la irrita. Me tengo que ir. Y me fui. No sé qué pasó detrás mío con la mujer. Lo que sí sé es que tres horas después tenía media policía de Mendoza en la puerta de mi habitación en las afueras del hotel y un juez esperándome.

  --Y cien periodistas al acecho...

  --Con los periodistas... todo bien. Ellos hacen su trabajo, y muchas veces lo hacen bien. Mis problemas son con los policías, no con los periodistas. Son con los oficiales de la ley que se mueren por salir en televisión y con los políticos cagones. En Año Nuevo tuve un problema con un periodista, pero porque me dijo Yabrán. Era un fotógrafo. Le pegué y lo admití. No soy cagón, y cuando hago algo mal lo admito. No tengo por qué soportar que me saquen fotos cuando no quiero y encima me insulten. Que me digan Yabrán es un insulto.

  --¿Cómo siguió el proceso en el juzgado?

  --Dije que no tenía nada que ver con lo que me imputaban, pero me mandaron a la cárcel. Ahí, en la Penitenciaría de Mendoza, me sacaron una foto tipo presidiario y me quisieron tomar las impresiones digitales. Y exploté, dije: "Basta, locos, no le voy a tocar el pianito a este fucking remedo de justicia, voy a guardar mis deditos para tocar mi Sinfonía en el Colón". Y no puse los deditos. Los presos me gritaban: "Aguante, Charly", y esas cosas. Era muy loco, lo de siempre: te meten en cana tipos que te piden autógrafos para los hijos. Al final, nos fuimos. Estoy pensando que en este país hay demasiada gente que quiere contarle a sus amigos que humilló a Charly García. Que cada repartición policial quiere tener mis deditos digitales. Y que a Videla y a Massera los indultaron. Tengo las pelotas un poco llenas. No digo que me voy a ir del país, pero, si lo pienso, me deprimo. Me tratan como delincuente, y yo soy un artista. Todo el día soy un artista, arriba o abajo del escenario. Yo sé que soy un genio y tendría que elevarme, pero cuando le dan bola a la gente que busca figurar a mi costa... me dan ganas de desaparecer.

  --¿Por qué siempre hay problemas con Mendoza?

  --No lo sé. Acá hay un público que me adora, lo vio todo el mundo. Pero hay una policía de mierda, una Justicia de mierda y gente de mierda. No sé, loco, por ahí aquí la gente de mierda tiene más poder. También sé que un funcionario de acá que estaba en el pub contó la verdad y que eso me ayudó. No sé bien. Lo que sí sé es que me quedé. Tenía muchas ganas de irme, pero me dije: OK, la tienen conmigo, los enfrento. Tengo demasiado amor propio como para salir corriendo porque la policía me persigue. Una cosa como ésta o te desanima totalmente o te anima. Aquí estoy, a las 3 de la mañana, encerrado en el hotel, con tres amigos, pensando que alguien se tiene que hacer cargo. Por lo menos, de los diez mil dólares que tenía en el bolsillo cuando salí de acá con la policía y que no tenía cuando volví.

  --¿Está diciendo que la policía le robó?

  --No sé, loco. Estuve en la cárcel, que está llena de ladrones. Estuve en sus manos, contra mi voluntad. Ahora, estoy acá sin un mango. Diez mil pesos no es mucho, pero tampoco es poco. Todo lo que hice fue recibir un golpe, y después me metieron en un infierno. Sobreviví al infierno. Me gustaría que alguien me dé explicaciones. Alguien va a tener que pagar por lo que me pasó. Esto se llama de una sola manera: los funcionarios usan al artista y después hacen abandono del artista. Los del Gobierno nacional se borraron todos y me dejaron a merced de los buitres. Ninguno se acercó. Los estoy esperando.

 

Una agresión en Palermo

Al volver de Mendoza, el raid de Charly continuó en el barrio de Palermo. Al llegar a su casa, García --con el rostro pintado de rojo y descalzo-- se encontró con una guardia periodística en la puerta del edificio: allí, en el típico y confuso revuelo, le lanzó un puñetazo a un cronista de Azul Televisión, mientras un par de personas evitaban que un camarógrafo tomara imágenes del incidente. Pero las cosas tomaron un cariz mayor poco después, cuando desde el balcón del edificio de Coronel Díaz al 1900 cayeron primero una maceta y luego una mesa, que golpearon un árbol pero no llegaron a impactar en los movileros allí presentes, que a esa altura ya esperaban cualquier cosa.

 

EL ULTIMO ACTO EN MENDOZA, UN CLAVADO INOLVIDABLE
Yendo de   la cama a la pileta

Primero arrojó un muñeco de madera, después una pelota de goma. Y finalmente, una vez realizado el "testeo", se tiró él. Todavía en Mendoza (regresó a Buenos Aires a media tarde), Charly García volvió a provocar un acontecimiento de una excentricidad propia y así coronó su día después de una jornada agitada (ver aparte): con un clavado-parado de 20 metros, desde una suite del noveno piso directo hacia la pileta del hotel Aconcagua. "Esta es la primera cosa deportiva que hago", comentó al borde de la piscina, donde brindó una húmeda conferencia de prensa después de la hazaña concretada. Le preguntaron por la sensación. "¿La sensación?... El vacío, y después el agua mojada. ¿Miedo? Sí, un poquito, pero si no no tiene gracia", contestó el músico, a quien sólo le faltó la necesaria advertencia "Niños, no intenten esto en su casa".

  Por la mañana, y sin haber dormido, el hombre argentino del momento salió de compras por el centro de la ciudad de Mendoza. Vestido con pantalón negro, zapatillas del mismo color y una remera y, más tarde, coronada su sien con una alta galera negra de la que colgaban cuatro pañuelos de colores, García adquirió tres trípodes y tres packs de cámaras fotográficas en una negocio del ramo, un reproductor de CD y cuatro pilas chicas en una sucursal de una importante cadena de disquerías. Y, por supuesto, tres aerosoles en una pinturería. 

  "Vini, vidi, vinci" respondió socarrón cuando le preguntaron por alguna inscripción-mensaje para los mendocinos, presuntamente realizada con esos aerosoles que había comprado y estampada en su habitación. Algunos periodistas que lo interrogaban mientras él se secaba, llegaron a sugerirle si había dejado algún mensaje para el presidente De la Rúa. Es que el día anterior, un rato después de todo el momento que vivió cuando fue casi arrastrado por la fuerza a declarar ante el juez Guiñazú, había declarado a TN: "Chupete, ponete el brazalete". Lo dijo mirando fijo a cámara y con evidente carga sardónica. Después, volvió a asegurar que volverá a Mendoza pese a lo ocurrido, para tocar una sinfonía que --asegura él y nadie más que él-- presentará en el teatro Colón en mayo. Fuentes judiciales adelantaron la posibilidad de que tenga que asistir nuevamente para una ampliación de sus dichos ante el juez que interviene en la causa que se le inició.

  Después del piletazo y de una supuesta "invitación" de un abogado a abandonar el hotel --otro de los tantos rumores que circularon en los medios, tal como el que indicaba que tocaría en un local de Palermo en la noche del viernes--, pasado el mediodía, decidió regresar a Buenos Aires... pero no había plazas libres en el vuelo elegido de las 14, así que permaneció un buen rato en el aeropuerto El Plumerillo y nuevamente inició un recorrido de compras. No consiguió aerosoles, herramientas vitales para llevar a cabo su pasatiempo favorito: pintar todo lo que se le cruce. Pero sí adquirió una chalina roja y lentes de tinte rojizo, parecidos a los que suele usar el shock-rocker estadounidense conocido como Marilyn Manson, uno de sus personajes favoritos de los últimos tiempos.

 

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