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ENTREVISTA A LA CANTANTE FOLKLÓRICA MELANIA PÉREZ
Salta tiene quien le cante


Por Fernando D'Addario
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"Hago música de allá, pero me di cuenta de que hay que estar acá", admite Melania Pérez con cierta resignación, y queda claro que el allá y el acá, más allá del eventual punto de referencia que en este caso es un bar del barrio de San Telmo, alude a una necesidad que agrupa a tantos músicos populares: cuanto más criollo es su canto, más necesita de la bendición institucional de Buenos Aires, al menos si pretende trascender. El caso de Melania es atípico, casi tanto como su voz, que mezcla el sabor de la tierra salteña con la delicadeza de un timbre de cantante lírica. Hace 35 años probó suerte en la Capital Federal, volvió a Salta y, en agosto de 1999 decidió, finalmente y a los 52 años, radicarse en Buenos Aires. El sello EPSA le editó un más que interesante CD, Luz del aire, donde Melania interpreta un ecléctico repertorio criollo, que incluye desde coplas hasta huaynos, pasando por zambas carperas y tonadas. Lo presentará esta noche y el sábado próximo en Megafón (Chacabuco 1072), acompañada por Osvaldo Burucua en guitarra y Diego de la Zerda en percusión.

  No basta, sin embargo, con escucharla en CD. Su canto con caja, si bien no tiene la crudeza de, por ejemplo, una Gerónima Sequeira, es un instintivo disparador de emociones. En el reciente Festival de Cosquín fue la mimada del circuito under, privilegio que la obligó a trajinar madrugadas de peña en peña. "Yo me quedaba hasta las 8 de la mañana, pero después al otro día me enteraba de que había gente que se quedaba hasta las 11. En ese momento lo hacía sin darme cuenta, pero después tuve que estar una semana para recuperarme", cuenta en la entrevista concedida a Página/12.

  Si bien desconocida para el gran público, su historia artística le permite integrar, con brevedad y cierto pudor, los libros oficiales del folklore. Entre 1966 y 1971 integró Las Voces Blancas, una agrupación vocal que con repertorio fundamentalmente extraído del "Nuevo Cancionero" se encolumnó junto a otros grupos del género, como el Cuarteto Zupay, Los Andariegos y Vocal Argentino. "Me encandilé con Buenos Aires, era una criollita con ganas de conocer, escuchar y ver. Cuando terminó lo de Las Voces Blancas me volví a Salta, por necesidad de reencontrarme con mi gente y mi tierra". El retorno a su provincia significó, también, el reingreso al anonimato. Formó parte de un grupo vocal que había armado Cuchi Leguizamón, quien siempre admiró la delicadeza de su voz. Dejó de cantar profesionalmente. Sobrevivió dando clases de canto y recién en 1980 volvió a los escenarios formando parte del Dúo Herencia, que jamás logró trascender las fronteras de Salta. "Es que, hagas lo que hagas, si no lo muestras en Buenos Aires, parecería que no existe", insiste. Compartía la agrupación con su pareja, Hicho, que falleció hace cuatro años. Se quedó sola y sin ganas de seguir cantando, hasta que unos amigos la convencieron para que volviera.

  Melania necesita reencontrarse periódicamente con el canto aborigen de las comarcas más alejadas de su provincia natal. "Me voy de escondidas, me siento al lado de ellos, presencio los carnavales sin decir nada, para compartir sus vivencias. Entiendo ese lenguaje, no trato de interpretarlo", apunta.

  --¿Por qué cree que en una ciudad tan hostil como Buenos Aires hay gente que pueda interesarse por un ritmo como la baguala?

  --Será porque necesitan encontrar nutrientes ajenas, ya que les cuesta buscar raíces propias. Y que las hay. Yo llego a Buenos Aires y me dan ganas de cantar bagualas, traigo a mi mente la soledad del terruño y la relaciono con la soledad que existe en la gran ciudad. Con los años aprendí a querer a Buenos Aires, y a reconocerla a través de la música de Piazzolla, que fue lo primero que escuché cuando llegué a los 16 años.

  --Ya vino dos veces a la Capital. ¿Esta es la definitiva?

  --Sí, y me doy cuenta porque esta vez me costó mucho más venirme. Ya tengo una vida organizada y no puedo andar con vueltas. Sé que con esta decisión, a los 52 años, estoy empezando una vida nueva.

 

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