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OPINION
Un nuevo tiempo
Por Gustavo Iaies

El comienzo de la década del 90 nos sorprendió en las escuelas debatiéndonos entre los valores de una escuela nueva y creativa y el miedo a perder algunos de los logros de la escuela tradicional en la que nos habíamos formado. Era habitual la discusión acerca de las producciones escritas de los chicos, que en algunos producían admiración por la libertad con la que creaban, otros quedaban espantados por la ortografía, caligrafía y sintaxis de esos textos. Era posible encontrar a muchos colegas defendiendo la importancia de los resultados en las resoluciones matemáticas de los alumnos, con aquellos que no se preocupaban por �las cuentas� sino por la comprensión y los procedimientos.
Los padres empezaban a sumarse a estas discusiones: ¡Ya está en segundo grado!, ¿no deberían empezar a corregirle más seriamente la ortografía? ¡Le pregunto los miembros del primer triunvirato y no los conoce! ¿Por qué no le dan tarea todos los días?
En ese contexto, el Ministerio de Educación lanzaba la Transformación Educativa. La sociedad se enteraba de que cambiaría la estructura del sistema, que se estaban construyendo nuevos contenidos, se hablaba de la EGB, del Polimodal, se empezó a mencionar la idea de evaluar la calidad.
Los docentes nunca terminamos de entender el sentido profundo de la transformación, no logramos encontrar la relación entre las medidas puestas en ejecución y las discusiones cotidianas en los patios, en las salas de maestros, en las reuniones de equipo. Nos hemos acostumbrado a las nuevas siglas, los discursos se llenaron de EGB, CBC, PEI, PCI, TTP, pero se vaciaron de sentido.
Hace algunos días, en el Chaco, una directora de EGB me preguntaba por la utilidad y el sentido del tercer ciclo de la EGB, suponiendo que yo podría satisfacer su demanda, como si alguien guardara ese secreto que no le han contado. La Transformación Educativa se ha vaciado de sentido �más allá de las discusiones técnicas, de sus aciertos y desventajas, de sus aportes al debate educativo� no se ha �hecho carne� en el sistema, no nos hemos apropiado de ella, prácticamente no le hemos abierto las puertas de las aulas.
Probablemente, se haya cerrado un ciclo, el de suponer que las políticas educativas se elaboran en los despachos y luego se �bajan�. Un cambio educativo es una transformación cultural, social y política. Hablamos de las ideas y prácticas de cientos de miles de docentes, de las aspiraciones de millones de alumnos y padres, de los sueños de una sociedad.
Algunos sostienen la necesidad de que el Ministerio de Educación plantee una vuelta atrás en la implementación de la transformación. Otros dicen que debe reforzar el camino y mantener ortodoxamente lo hecho. Ambos siguen pensando en la vieja política educativa, la que se hace en los despachos y se �baja�, la de la �mesa de arena� donde se mueven muñecos. Con aciertos y errores, los avances de la Transformación Educativa acumulan el esfuerzo de miles de actores del sistema y es preciso respetar la inversión personal hecha por cada uno de ellos.
Vamos a empezar a hablar menos de EGB, TTP, CBC en los próximos días. Vamos a hablar mucho más de capacitación, de formación, de recursos didácticos, de procesos de aprendizaje, de estrategias de enseñanza, de participación de la comunidad, de innovación, de calidad de los aprendizajes, de diversidad de realidades, de equipos de trabajo, de evaluaciones significativas, de fortalecimiento de los ministerios provinciales. Necesitamos a todos los chicos argentinos en las escuelas aprendiendo más y mejores cosas.
Empieza un nuevo tiempo en la política educativa, miles de actores sociales tenemos que ponernos en marcha, tenemos que construir una mejor escuela para todos y para eso hacen falta las ideas de los defensores y de los críticos de la Transformación Educativa, de los especialistas y de los docentes, de los padres y de los alumnos. Este es nuestro desafío y tiene sentido hacerlo juntos.

* Subsecretario de Educación Básica. Ministerio de Educación de la Nación.

 

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