El amable mayor
Peirano se está poniendo nervioso. Hace justo un año escribí una nota
en esta contratapa: "El amable mayor Peirano". Se trataba del
caso de Elisabeth Käsemann, estudiante alemana asesinada en 1977 por la
dictadura militar de Videla. Elisabeth Käsemann había sido secuestrada,
torturada bestialmente y llevada al campo de concentración "El
Vesubio". De allí la sacaron para asesinarla en Monte Grande. Todo
ha podido ser reconstruido. Elisabeth Käsemann era hija del más famoso
teólogo de la Iglesia Evangélica alemana, Ernst Käsemann, profesor en Tübingen,
quien al enterarse del asesinato de su hija viajó a la Argentina para
recuperar su cadáver. El profesor Käsemann me relató a su regreso a Tübingen
--yo estaba exiliado en Alemania-- todos los detalles de las humillaciones
que debió soportar para que le entregaran los restos de su amada hija. Me
dijo que sentía "ira, vergüenza y duelo" por todo lo que
soportó para lograrlo. Me confió que la embajada alemana, para ayudarlo
a encontrar los restos de su hija, lo puso en contacto con un oficial
argentino quien después de jugarla de amable le señaló que eso iba a
costar dinero. El profesor Käsemann tuvo que comprar el cuerpo de su hija
por 26.000 dólares, que los entregó a ese "nexo" de
"nuestras" Fuerzas Armadas. Hace un año el gobierno alemán
reconoció que el nexo de la dictadura argentina con la embajada germana
era el "mayor Peirano". Que no se llamaba así sino que se
escondía bajo ese apelativo ya que su verdadero nombre es Carlos Antonio
Españadero, y es mayor retirado del Ejército.
Pues bien, el mayor Españadero,
alias mayor Peirano, ha publicado en Internet
(http://home.ba.net/-gastonsa/) una desaforada diatriba contra mi persona
donde me califica de "justiciero". Como "justiciero"
él define a una persona "atractiva, hasta seductor, diestro en el
uso de cualquier arma" pero que "actúa al margen de las leyes
que es una manera de suponer que son delincuentes". Y termina con el
lenguaje propio de la época en la que fue sirviente. Dice: "Por
supuesto el justiciero no está solo, como los terroristas, sabe que a
través de otros justicieros organizados en grupos de poder puede
atemorizar hasta la justicia". Claro, la única forma de terminar
toda discusión o esclarecimiento de la verdad es llamar
"terrorista" a quien trae pruebas de su cobarde oficio.
En la nota del mayor Españadero
se llega a lo desopilante: me transcribe los principales artículos de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Justo uno de los
representantes de la más deleznable de las dictaduras argentinas,
creadora del sistema de desaparición de personas, viene a tapar sus
desnudeces morales con la palabra Derechos Humanos. "Españadero,
alias Peirano", lindo título para un tango de Discépolo.
Españadero, en su artículo,
califica a Elisabeth Käsemann de "terrorista". Es una cobardía
más del uniformado. Como ella no vive más no puede responderle. Además
cae a propósito en una equivocación (no disculpable en un miembro de los
servicios) de calificar de a Elisabeth de "miembro de la organización
terrorista Montoneros", como si con eso ya justificara su asesinato.
Elisabeth nunca perteneció a Montoneros. Baste como muestra del estilo
deliberadamente provocativo del militar de la dictadura.
Pero vayamos a los hechos. A mi
relato que el profesor Käsemann debió pagar 26.000 dólares a un miembro
del ejército argentino para lo cual se puso en comunicación con el nexo
entre la embajada alemana y el ejército (que, como decimos, según la
embajada alemana ese nexo era Españadero alias Peirano) este responde así:
"En la época yo estaba cumpliendo una misión encomendada por la
Presidencia Argentina como miembro del servicio secreto" (Fíjese
lector: llama hoy Presidencia Argentina --con mayúscula-- a quienes habían
asaltado el poder en marzo del '76). Pues bien, si él era miembro
del "servicio secreto" era un hombre al servicio de los Videla,
Viola y Suárez Mason, personajes todos condenados por violaciones a los
derechos humanos, quiere decir que Españadero era una rueda --pequeña o
importante-- en el sistema terrorista de Estado, sistema así calificado
por la justicia. Más todavía, en la carta del 13 de julio de 1999 que el
mayor Españadero escribe a la embajada alemana dice: "soy una
persona que luchó contra el terrorismo poniendo todo su empeño a partir
de una función específica de inteligencia". Es decir, él mismo
reconoce que formó parte de la máquina represiva.
Pero prosigamos: ante mi relato
de que el profesor Käsemann se puso en contacto con el nexo entre la
embajada alemana y la dictadura, el mayor Españadero alias Peirano
responde: "casi estoy seguro den o haber entrevistado al teólogo
padre de la joven asesinada". Casi. Es decir, el mayor Españadero
está "casi" embarazado con el problema. Hace veintitrés años
que sucedieron los hechos. Yo guardo en mi memoria palabra por palabra lo
que me dijo el profesor Käsemann al regresar de la Argentina con el
cuerpo de su hija. En cambio el mayor Españadero no recuerda
"casi" o "casi" no recuerda. Una argucia malandresca.
¿Cómo justamente un miembro del "servicio secreto" --así se
autocalifica el mayor Españadero-- no va a recordar "casi" de
haber atendido a un anciano profesor que no hablaba español preocupado
por el cuerpo de su hija? La respuesta del mayor argentino es
"casi". Siempre se nos dijo que los oficiales tenían un código
de honor que no les permitía mentir y que debían siempre hacerse cargo
de la situación. El honor de Españadero es "casi". (Sería
interesante que el general Brinzoni, jefe del Ejército, cite al mayor
Españadero para que fijen juntos el alcance militar de la palabra casi.)
En sus cartas a la embajada
alemana (del 13, 16 de julio y del 7 de setiembre), en forma plañidera,
el mayor Españadero habla de su pobreza. Esto es mentira, él cobra el
retiro del ejército que es bastante más abultado que la de trabajadores
que pasaron laborando toda su vida de sol a sol y no hicieron de su vida
un laboratorio sucio de alcahueterías, difamaciones y entregas. El
general Bussi dijo también que sólo tenía su sueldo (véase Suiza).
Dice además el mayor Españadero que teme por su mujer y sus hijos.
¡No tenga miedo, compórtese,
mi mayor!
Los que secuestraron niños y
hasta fusilaron a madres embarazadas fueron los que integraron con usted
la máquina más feroz de la muerte y la cobardía. De mí, "el
justiciero", como me llama, no debe tener ningún temor. No se
manejar armas y en mi portafolio sólo llevo libros de poesías.
Cuando hice la denuncia de
Peirano alias Españadero o viceversa, el pasado año creí que el general
Balza, como responsable del Ejército, iba a iniciar las investigaciones
del caso. No, pero el general Balza al igual que en el negociado de armas
ese día no leyó el diario, faltó, estuvo ocupado o tal vez dedicado a
la natación.
Nuestro mayor dice en carta al
embajador alemán que "no soy ni un asesino ni un torturador".
Justo las palabras que escribe Eichmann en el diario que ahora se va a
publicar. Otro que casi no vio nada, casi no se dio cuenta, y si hizo
cosas fue porque recibió órdenes. Obediencia debida. Españadero
reconoce haber prestado servicios nada menos que en el batallón 601, de
1970 a 1980 y como si fuera poco, jefe de Situación General. Como se ve,
un buen muchacho. Se dedicó a jugar al ajedrez y a favorecer a las víctimas.
Si, en una carta a la embajada alemana lo dice: "desde mi cargo traté
de salvar seres humanos, con riesgos, a través de estudios y
requerimientos efectuados lealmente, posibilitando se transformaran en
resoluciones del Ejército. No hice discursos, pero hay seres que viven
gracias a estas decisiones del ejército". Extraordinario, lo mismo
que hacía Eichmann desde su oficina en Berlín. Tenemos en el mayor Españadero
casi un premio Nobel en casa, y no lo sabíamos. Casi.
Le propongo al mayor Españadero
que me inicie juicio por injurias y calumnias. Justo allí, en el juzgado
podremos los dos aclarar quién se llevó los 26.000 dólares, qué hacía
él en el 601, y todas esas cosas que desde su Batallón 601 se hicieron
con tanta precisión que se logró la denominada "Muerte
argentina", la desaparición. Casi, porque surgieron las Madres y
otros organismos de derechos humanos que trabajaron mejor que el mayor
Españadero y su servicio secreto y dejaron todo el sistema al
descubierto. A lo mejor, con su ayuda, mayor Peirano o como se llame usted, podemos descubrir toda la ignominia, hasta podríamos reivindicarlo. Casi.
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