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El motín se había iniciado el
viernes a las 21, cuando un grupo de detenidos aprovechó que en la cárcel
tenía lugar un espectáculo folclórico, que integraba la celebración de
la Fiesta de la Vendimia, para irrumpir, disparando al aire con una
pistola 9 milímetros, y apoderarse de 20 rehenes: nueve agentes del
Servicio Penitenciario provincial y 11 civiles, incluyendo un chico de 10
años que fue liberado horas después.
Los reclusos tomaron el control
de los pabellones centrales del penal. La cárcel fue rodeada de inmediato
por fuerzas policiales de la provincia y, desde el sábado, por 225
gendarmes que llegaron desde Buenos Aires. No está claro cuántos de los
1400 reclusos alojados en la cárcel (con capacidad para 560) adhirieron
al motín. Fueron incendiadas y destruidas la panadería, la carpintería
y la capilla.
Inicialmente, los amotinados
solicitaban vehículos, armas y chalecos antibala para que veinte de ellos
pudieran huir. Ayer a las 8.15, el subsecretario de Justicia mendocino,
Alejandro Salomón, informó que los amotinados habían depuesto esas
exigencias: "Hay algunos reclamos en cuanto a mejoras carcelarias,
cuyo cumplimiento no presentaría mayores inconvenientes". Poco después
de las 9, uno de los cabecillas anunció a un canal de televisión local:
"Hemos desistido (de la fuga) y lo que queremos son garantías".
A mediodía quedaban doce rehenes, seis guardiacárceles y seis civiles.
Las negociaciones eran
conducidas por un equipo denominado GRIS, que debutó en esta oportunidad:
"Está integrado por policías en actividad, policías retirados de
Mendoza: quien los formó hizo un curso en los Estados Unidos, y cuentan
con conocimientos de psicología y elementos modernos de comunicación y
escucha", explicó a este diario una fuente de la gobernación
mendocina. Las tratativas culminaron fuera de la cárcel, para lo cual dos
de los líderes de la revuelta --Alberto "El Cordobés"
Savorolowsky y Emilio Fraile-- fueron retirados del penal y vueltos a
ingresar.
El acuerdo alcanzado reconoce
la demora en el cumplimiento de los traslados de presos con buena conducta
a una unidad de régimen menos riguroso, admite un insuficiente control
judicial de las condiciones de detención y la deficiente atención médica
de los presos (ver recuadro).
Ayer, a las seis de la tarde,
fueron liberados los últimos rehenes. Pocos minutos más tarde salían
los diez cabecillas del motín, que serán alojados en otras cárceles
"porque en la Penitenciaría su vida no estaría garantizada, ni por
parte de los otros internos ni por parte del personal penitenciario",
según explicó a este diario el subsecretario Salomón.
A las 19.30, Roberto Iglesias,
gobernador de la provincia de Mendoza, anunció que el motín había
finalizado: "En la negociación, hemos dejado actuar a los que tienen
el profesionalismo que se requiere", dijo.
Iglesias dijo que "aceptamos los pedidos de los reclusos en
relación con una mejor administración de la política
penitenciaria", y aseguró que "no vamos a cortar el régimen de
visitas porque empeoraría la situación: los penados necesitan la
apoyatura de sus familiares". Prometió también dar curso "a
los pedidos de los reclusos de traslado a establecimientos por razones de
residencia, para lo cual empezaremos las negociaciones con otras
provincias y con la Nación".
Iglesias destacó que "la
política de seguridad de la provincia, consensuada con distintos partidos
políticos, sigue intacta". Sin embargo, denunció "el
incumplimiento" que "en cuatro oportunidades puso en peligro la
vida de los rehenes". Prefirió dar razón de sus palabras
"cuando demos explicaciones en la Legislatura", aunque anticipó
que "cuando se abren otros mecanismos de negociación, se producen
otros problemas". Salomón, en diálogo con Página/12, vinculó las crípticas palabras del gobernador con la presencia de los medios de comunicación: "Mientras negociábamos con los internos, ellos tenían aparatos de televisión y veían cómo las cámaras mostraban el despliegue de las fuerzas de seguridad. Además, como tuvimos que darles teléfonos celulares para comunicarse con nosotros, los utilizaron para hablar con canales de televisión de la provincia, que empezaron a trabajar como si fueran negociadores: eso nos desgastó muchísimo".
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