Lázaro vive y está en Chile
En una imagen lista para figurar en todos los
documentales futuros sobre Chile, Augusto Pinochet volvió a su tierra
natal, liberado por el gobierno británico por "motivos
humanitarios". El viejo enfermo y malherido se convirtió en un
anciano que lleva bien sus 84 años. Se abrazó con sus incondicionales,
caminó normalmente y estuvo sólo un día en el Hospital Militar. La
prensa británica se burló del gobierno comparando a Pinochet con Lázaro,
mientras en el resto de Europa las opiniones iban desde la condena hasta
la situación política en Chile hasta la celebración de una justicia
internacional que, a pesar de todo, habría avanzado.
PRIMERAS
BANDAS
El Mercurio (Santiago)
Pinochet
ha recibido el beneficio de un tratamiento de los medios y jurídico muy
particular: no por sus delitos, sino porque tiene el físico necesario
para el papel y porque osó además ser partidario en su época del
liberalismo económico. En primer lugar, dentro de la escala de violencia
política, se puede observar que está muy por detrás de Mengistu de
Etiopía o de Amín Dadá en Uganda (ambos vivos y en libertad) para citar
a dos retirados, o por detrás de los generales argentinos y brasileños y
los sandinistas de Nicaragua, que fueron sus colegas y contemporáneos. En
lo que respecta a los dictadores en el ejercicio de sus funciones,
Pinochet es un amateur si se compara su balance humanitario con el de
Fidel Castro o Hafez Assad. Recordemos de paso que el autor de la masacre
de Tiananmen ocupa hoy en día altos cargos en China.(Guy Sorman, politólogo
francés)
La Tercera (Santiago)
El
país que recibió a Pinochet dista mucho del que dejó hace año y medio.
A partir de 1998, Chile atravesó por una dura crisis económica, presenció
la elección presidencial más reñida y concretó el esfuerzo más serio
para dar una solución definitiva a las violaciones de derechos humanos
con la mesa de diálogo. Pinochet tampoco es el mismo. Regresa a Chile un
hombre de 84 años, cansado, enfermo, distinto del ex gobernante cuya sola
imagen era capaz de influir en el escenario político chileno. Su ocaso físico
y político coincide con el surgimiento de un consenso entre los chilenos:
sobre todo a partir de la elección presidencial, se puede apreciar que,
para una gran mayoría de la población, Pinochet ya es parte del pasado.
En esas condiciones, y ya asentados todos los cambios que ha vivido tanto
el país como el propio senador vitalicio, su regreso puede ser
considerado como un hecho positivo.(Editorial)
La Hora (Santiago)
No
puede existir duda alguna de que en Chile las razones denominadas
humanitarias, es decir aquellas que impiden procesar a quien no está en
condiciones de colaborar en su propia defensa por razones de deterioro
mental, tienen plena vigencia y aplicación y son de rango constitucional.
Puede resultar doloroso e incluso irónico que esta noble institución del
derecho sea puesta a prueba en el caso Pinochet. Pero no por ello deja de
ser parte esencial de todo orden jurídico democrático. En todo caso, las
razones médicas deben ser objetivas y de conocimiento público. Aquel que
se exime de ser juzgado en razón de su condición de salud no tiene
ninguna expectativa de privacidad legalmente reconocida respecto de sus
antecedentes médicos. (Jorge Schaulsohn)
SEGUNDAS
BANDAS
El Mundo (Madrid)
No
hay arrepentimiento en Pinochet ni asomo de disimular lo contrario. Y el
patético homenaje de los altos mandos del Ejército indica que, lejos de
una reflexión crítica en su seno sobre su actuación en el pasado, Chile
debe esforzarse, con tanta habilidad como contundencia, para librarse del
peligro de dar carta de naturaleza a una democracia tutelada por los
militares. Porque donde Pinochet fue realmente derrotado es en las urnas
de su país por una mayoría de ciudadanos, entre los que están quienes
el viernes mismo lo llamaron "asesino" en las calles de
Santiago, que reprobaron la dictadura y su barbarie. El vacío al que lo
ha sometido el gobierno revela que los chilenos volvieron a hacerlo en las
recientes elecciones. El escándalo de su regreso no tiene, a pesar de las
apariencias, nada de triunfo.(Editorial)
ABC (Madrid)
Hoy,
cuando el aire está más infectado, me avergüenzo de ver a Pinochet vivo
y libre. Pero esa tristeza sin redención no me impide constatar las
zaparrastrosas demagogias que algunos ventajistas han esgrimido con motivo
de la repatriación del tirano. Esa infamia que se trata de arrojar sobre
el gobierno español, acusándolo de promover la impunidad de Pinochet, es
una mentira burda. El gobierno español se ha visto obligado a enfrentar
una situación excepcionalmente peliaguda, cuyo desenlace se adivinaba
catastrófico ante la ausencia de órganos judiciales con jurisdicción
internacional. El gobierno ha tenido que apechugar con la condena de
actuar como convidado renuente en una ceremonia tristísima en la que la
realidad ha impuesto fatídicamente sus estrategias. Un criminal vuelve a
infectar hoy el aire con su oprobiosa libertad; trabajemos para que el
futuro no nos depare espectáculos tan indignos, pero no contribuyamos a
infectar el aire con las miasmas de la mentira.
(Juan
Manuel de Prada)
TERCERAS
BANDAS
The Times (Gran Bretaña)
De
haber tenido que enfrentarse Pinochet a un juicio, éste se hubiera
celebrado no aquí donde fue arrestado ni en el país de sus presuntos
delitos, sino en España. Aparte de la renuencia de España a perseguir a
sus conciudadanos por delitos cometidos bajo la dictadura de Franco, son
necesarias nuevas normas básicas para la persecución legal en terceros
países, si es que el precedente legal sentado por los Lores no se quiere
desacreditar y poner en duda como una "justicia colonial", según
la queja de los latinoamericanos. ¿Deben los fiscales de terceros países
disponer de poder incuestionable para pasar por encima de las amnistías
proclamadas por democracias como Sudáfrica o Irlanda del Norte en busca
de la reconciliación política? Tales cuestiones no pueden eludirse.
Muchos saludarán el caso Pinochet como un triunfo, pero contiene aspectos
que deberían preocupar a todos los auténticos liberales.
(Mary
Ann Sieghart)
Libération (Francia)
Finalmente,
razones de salud permitieron a Augusto Pinochet escapar de la Justicia.
Todos los que han pedido la extradición del ex dictador chileno no
esconden su enojo frente a lo que consideran una nueva victoria de la razón
de Estado. Sin embargo, nada será como antes, ni para él, que ya no es más
intocable, ni para su propio país, ni para tantos dictadores viejos en
todo el mundo (...) Se ha creado un precedente histórico el 24 de marzo
de 1999, cuando, por segunda vez, los lores decidieron que Pinochet podía
ser juzgado en España por los hechos de tortura cometidos después de
setiembre de 1988, día de la ratificación por parte de Londres de la
Convención Internacional contra la Tortura. (Marc Semo)
Le Soir (Bélgica)
El
regreso de Pinochet a Chile es una noticia triste. El ex dictador,
responsable de la muerte de tantas personas, no responderá, sin duda,
responder jamás por sus actos delante de un juez (...) Pero en todo caso,
lo que no se comprende es la actitud del ministro del Interior británico
Jack Straw. ¿Por qué anunció que iba a esperar los últimos comentarios
de las diferentes partes de la causa antes de liberar a Pinochet, si de
todos modos no los iba a tener en cuenta? Muchas voces autorizadas
indicaron que, de acuerdo al examen médico realizado, Pinochet podría
ser juzgado. ¡Al menos podría haberse hecho un contraexamen oficial! El
reglamento del caso Pinochet, por Jack Straw, no es
"humanitario", es, desgraciamente, puramente político.
(Editorial)
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