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ENTREVISTA A ALEJANDRO URDAPILLETA, QUE SERA PROTAGONISTA DE "MEIN KAMPF"
"Haré una caricatura de Hitler"


Para la puesta de Jorge Lavelli, que se estrenará el 17 de marzo en el San Martín, el actor encarnará al Führer de un modo atípico, que provocará no pocas controversias. Urdapilleta dice que "el público va a estar riéndose y, al mismo tiempo, va a estar preguntándose de qué se ríe".

 

Alejandro Urdapilleta vaticina que la obra va a ser polémica, en especial para los judíos


Por Roque Casciero
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"Adolf Hitler está como de moda, ¿no?", se pregunta en voz alta Alejandro Urdapilleta, quien tiene la misión de encarnar al genocida alemán en Mein Kampf (una farsa), la obra de George Tabori ambientada en la ciudad de Viena. La puesta de Jorge Lavelli se estrenará el 17 de marzo próximo en el teatro San Martín y seguramente provocará polémica, porque trata con un tono casi grotesco la relación entre un Hitler joven y brutal con un judío que lo protege y alecciona. "Hay un morbo con toda esa época y además parece que volviera todo el tiempo --continúa Urdapilleta--. Con Joerg Haider, por ejemplo, que apareció en Austria justo en el momento en que yo me pongo a hacer Mein Kampf... ¡Para mí que está todo armado por (el director del San Martín) Kive Staiff! No sé bien qué pasa con Hitler, pero evidentemente algo resuena. Todavía están los que hablan de mano dura y del 'algo habrá hecho'. Creo que no evolucionamos nada: tenemos televisión satelital, pero seguimos agarrándonos a trompadas porque otro toma el taxi que paramos".

  --¿Cómo recibió el ofrecimiento de encarnar a Hitler?

  --No lo pensé por el lado de que era Hitler. Me gustó el hecho de hacer una obra con Lavelli y también que es una obra grande, de muchos actos. Y además, que es cómica, porque venía de hacer Almuerzo en casa de Ludwig W. y estaba podrido de llorar. Quería que se escucharan las risas del público. Incluso acepté sin haber leído todo el libro, porque sólo me habían dado el primer acto.

  --¿Cómo es meterse en la piel de Hitler?

  --Me duelen todos los huesos (risas). Tengo que subir y bajar escaleras, usar ropas de cuatro centímetros de grosor, cagarme de calor... Estoy sintiendo el campo de concentración en mi cuerpo. Es una obra dura de hacer, un trabajo muy exigente. Pero meterme en la piel de Hitler... No lo pienso como Hitler, es un tipo joven que viene del campo y que después se va a transformar. Es una farsa, aunque no sé bien qué quiere decir eso. Es grotesca, cómica, casi una caricatura. No es el Hitler que uno necesitaría ver los videos y estudiarlo para componer el personaje. La obra tiene una parte medio payasesca en la relación con Herzl, que es el otro personaje principal.

  --Parece un contrasentido mencionar las palabras "Hitler" y "divertido" juntas.

  --Sí, es muy loco. Ese es el chiste de la obra: el público va a estar riéndose y, al mismo tiempo, preguntándose de qué se ríe. El personaje es un bruto de campo, joven, con unos bigotazos gigantescos, que después se va transformando, pero el público verá que es Hitler. La obra es una autocrítica de los judíos (Tabori lo es), se mete incluso con el tema de perdonar o no. Habla de la Ley del Talión y de la ley cristiana de poner la otra mejilla. Muchos se preguntarán por qué razón el judío Herzl se relaciona con el germen de monstruo que era el Hitler joven. Y es raro, porque Herzl es un místico, un religioso, que está escribiendo un libro llamado Mein Kampf, que habla de Dios. El tipo cree en el perdón, de repente llega esta bestia, que es como la otra cara, y se crea una relación hasta de amor entre ambos. Es una crítica a lo que pasó en esa época: cómo fue que empezó todo, por qué los judíos permitieron que sucediera, cómo no los defendió la sociedad europea de entonces. Y la obra mete el dedo en la llaga, buscando en cositas cotidianas como afeitar o vestir a Hitler, adoctrinarlo y convencerlo de que puede ser político, regalarle un sobretodo porque hace frío o ayudarlo como si fuera un hijo. La obra va a ser polémica, en especial para los judíos, porque se mete con los motivos por los que uno se junta con su parte oscura, aunque sea tratando de cambiarla. ¿Qué sentido tiene ponerse a tratar de arreglar a un hijo de puta haciéndole el bien? Hay una trampa en eso.

  --¿A qué conclusión llega la obra?

  --La obra plantea el tema del perdón como la solución a toda la mierda en que vivimos, pero como una solución imposible en lo práctico. Y con humor, a la vez. Hitler queda como un mamarracho, como un boludo que se toma todo en serio, que no soporta los chistes porque siempre se olvida el final, que prefiere la vida en serio y el decoro. El llega a Viena con veleidades de pintor, lo que es un hecho histórico, pero es un mediocre total. La obra tiene algo de varieté, algo así como números: en un momento, Hitler muestra sus cuadros y son horribles. Todo es "al atardecer"; la va de poético, pero no tiene sentimientos, no sabe llorar.

  --Aun a sabiendas de que usted detesta hablar de métodos actorales, ¿puede explicar cómo compuso este personaje?

  --El sistema de trabajo de Lavelli es muy diferente de lo que generalmente se hace acá. Podría decirse que es casi un puestista, porque primero dibuja cada acto, pone la obra: movimientos, a veces hasta tonos. Aprovecha el espacio de un modo increíble; es un maestro en eso. Y después que dibuja todo, uno trabaja en su casa. Para adaptarme a ese sistema, al principio llegué tranquilo y actué poco --que es algo que pone nerviosos a los directores--, porque necesitaba absorber la energía grupal y ver qué sucedía. Después entré a trabajar el personaje, aunque no sé bien cómo. Además, con este dibujo que él hizo, no era cuestión de ponerse a improvisar ni hacer una búsqueda stanilavskiana, gracias a Dios. Porque eso de ir al zoológico para estudiar cómo camina el pelícano... (risas).

  --Lavelli declaró que pensó en usted porque necesitaba "gente libre e imaginativa, que no esté sometida a criterios psicologistas".

  --Es que hubiera sido un disparate elegir un actor de ésos del pelícano para hacer esta obra, porque es como un grotesco. Si uno se pusiera a buscar la psicología del texto, sería un boludo. La locura la tengo, aunque, por ahora Lavelli no me dejó usarla mucho, así que no sé bien para qué buscó eso (risas). Vamos a ver qué pasa en estos ensayos que faltan. Los actores ya tenemos pensado destrozar todo por completo. Lavelli no lo sabe, se va a enterar por esta nota.

 

Adiós a una dupla

Aunque él mismo duda en reconocerlo, actuar en Mein Kampf (una farsa) marca para Urdapilleta el inicio de una nueva etapa en su carrera. Por un tiempo largo no volverá a actuar junto a su eterno compañero de tablas Humberto Tortonese: "No queremos que se nos asocie con un dúo tipo 'El Gordo y el Flaco'. Basta, eso se acabó. No es que estamos peleados, simplemente tenemos ganas de hacer otras cosas. Además, quiero hacer obras que no sean mías, porque por ahora no tengo mucho que decir. Ya dije mucho, ahora estoy masticando otras ideas, necesito absorber cosas".

  Algunos textos de las obras que Urdapilleta protagonizó en reductos como el Parakultural están compilados en Vagones transportan humo, el libro que acaba de publicar. "Estoy encantado, porque es como dejarle a la gente un testimonio de lo que hice en los 80 --afirma el actor--. Es como un hijito... Medio deforme, por supuesto (risas). Es rarísimo ver en un libro cosas que uno ha escrito medio en pedo y que ha usado en sótanos oscuros. Tiene de todo: dibujos, cuentos, cosas que son más tipo literatura... Aunque digo literatura y me da vergüenza."

 

 

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