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UN LAPIDARIO INFORME DE LA SIGEN SOBRE LA UNIVERSIDAD DE LA RIOJA
Cuando los números no cierran

Según el dictamen, la universidad pagó sobreprecios siderales, que incluyen millones de pesos por aire acondicionado. No dio ningún dato acerca de cuánto recaudó en concepto de aranceles, ni a qué dedica esas sumas. Además dio cuatro informaciones distintas acerca del número de sus alumnos.

Rafael Bielsa, el titular de la Sigén que presentó el viernes su informe al presidente De la Rúa


Por Irina Hauser
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Las cuentas no cierran en la Universidad Nacional de La Rioja (UNLaR). La Sindicatura General de la Nación (Sigén) corroboró que la casa de altos estudios de la tierra de Carlos Menem pagó sobreprecios superiores a 4 millones de pesos en aire acondicionado y por lo menos otros 3 millones injustificados en la construcción y equipamiento de la Ciudad Universitaria de la Ciencia y la Tecnología. Según un informe que el síndico, Rafael Bielsa, entregó el viernes al presidente Fernando de la Rúa, "la UNLaR no dispone de un sistema que le asegure conocer la cantidad de alumnos que cursan", un dato crucial al momento de solicitar presupuesto. En cuatro reportes sobre el total de estudiantes que elevó entre el 31 de diciembre y el 18 de febrero, dio cuatro cifras totalmente diferentes. Además, contra las disposiciones de la propia institución, la Fundación de la Universidad (FUNLaR) no lleva ningún registro del monto que recauda en aranceles y el destino que les da. Todo esto sin contar que hay actas de exámenes y otros registros sospechosamente escritos a mano.

  El documento de la Sigén --el organismo que ejerce el control interno de las cuentas del Estado-- es el resultado de una auditoría sorpresa que un equipo de especialistas realizó durante febrero en la UNLaR. La Oficina Anticorrupción ya lo tiene en sus manos y los investigadores no descartan que el caso termine en una denuncia penal. La pesquisa, realizada frente a sospechas sobre la existencia de mecanismos de desvíos de fondos, apuntaba a terminar otra iniciada el año pasado, que quedó trunca cuando los auditores fueron echados del rectorado entre insultos y empujones. También pretendía verificar información sobre presuntas irregularidades académicas y financieras que figuraba en una denuncia anónima que el área recibió a comienzos de este año y que Página/12 publicó en exclusiva.

  El aire cuesta caro. Uno de los ejes del informe, al que tuvo acceso este diario, señala manejos turbios en la obra de construcción de la Ciudad Universitaria, que terminó a fines de 1998. En la compra e instalación del equipo de aire acondicionado de 1200 toneladas de refrigeración se pagó, según la Sigén, un sobreprecio de 4.250.000 pesos. El presupuesto original indicaba que costaría 1.300.000, pero terminó disparándose misteriosamente a 9.750.000. Según informes de ingenieros con que cuenta el órgano de control público, teniendo en cuenta que el precio de plaza por tonelada no excede los 3500 pesos (a los que se suman gastos generales de alrededor del 15 por ciento y pago a los gremios por otros 10 a 15 por ciento), el costo total nunca pudo haber superado los 5.500.000.

  Otras extras. La UNLaR, explicó el síndico general adjunto Jaime Farji, "pagó un 15 por ciento de más en equipamiento informático, en la instalación de la red y en parte del mobiliario". "Sin justificación de calidad --añadió Farji--, la universidad usó el sistema `del contratista designado` por el cual le indica al adjudicatario de la obra a quién debe subcontratar para ciertas tareas y le paga un 10 por ciento más por gastos generales y un 5 por ciento en carácter de beneficio." La adjudicataria de toda la obra fue la Unión Transitoria de Empresas (UTE) Hochtief y Río Manso S.A, propiedad esta última del intendente riojano Luis María Agost Careño y en la que la esposa del ex ministro de Justicia Raúl Granillo Ocampo ocupó la vicepresidencia.

  Un premio jugoso. La casa de estudios riojana le pagó a la UTE 2.500.000 pesos por haber anticipado la finalización de la obra. Sin embargo, señalan los investigadores, "el contratante nunca había requerido que se acelerara el fin de la obra, tal como indica la reglamentación".

  A lo grande. En un principio, la obra de la Ciudad Universitaria había sido adjudicada por 42 millones de pesos. "Sin embargo terminó costando 53 millones, sin contar el mobiliario y la contratación de documentación de obra que elevó la cifra a más de 60 millones", señaló Farji. Al margen de la multiplicación del costo, dice el experto, "no hay constancias en el Ministerio de Educación que fundamentaran que la demanda de educación superior ameritaba una obra de semejante envergadura".

  Falta de control. "La UNLaR no dispone de un sistema de registración que le asegure conocer la cantidad de alumnos que efectivamente cursan en esta casa de altos estudios", dice el reporte. De hecho, en menos de dos meses la Sigén recibió de la Secretaría Académica tres datos distintos: el 31 de diciembre informó que el total de alumnos era 18.609, el 1º de febrero dijo que eran 22.191 y el 18 de febrero, 10.617. Una de las brechas más grandes aparece en el total de alumnos de la sede de la capital: en la primera fecha sumó 15.555 estudiantes, en la segunda 17.953, en la tercera 10.418 y en la última 8768. Según conclusiones que la Sindicatura manejaba el año pasado, la UNLaR había declarado cerca de 1600 matriculaciones más que el total de egresados de escuelas secundarias de la provincia.    

  Actas bien caseras. En la revisación de 3 registros con 410 actas de exámenes, 104 (el 25 por ciento) tenían nombres de alumnos agregados a máquina, otros añadidos a mano con diferentes tintas, tachaduras y enmiendas sin salvar y estudiantes que aparecen dos veces en un acta.  

  Plata con destino incierto. La FUNLaR funciona como una entidad privada, presidida por el vicerrector, se encarga de cobrar un arancel de 10 pesos mensuales a los alumnos y administrar ese dinero. "La ley de Educación Superior autoriza a percibir aranceles pero no a utilizarlos para gastos corrientes ni sueldos", explica Farji. La UNLaR usó esa plata para insumos para trabajos prácticos, limpieza y sueldos de docentes de Abogacía y de Medicina. "No se verifican rendiciones por parte de la fundación de la recaudación y administración de aranceles", afirma la Sigen, aunque una resolución del Consejo Superior dice que debe hacerlo mensualmente. El informe cuestiona: "La gravedad de los hallazgos detectados como resultado de la labor de la auditoría, permite concluir que la Universidad Nacional de La Rioja ha derivado recursos de su patrimonio para constituir y sostener una entidad de derecho privado que, como tal, se halla fuera de las normas que regulan la administración financiera del Sector Público".  

 

Para el libro Guinness

  El nuevo informe de la Sigén tiene algunos otros datos y conclusiones sorprendentes. Parten de la base de que "hay un débil sistema de control interno y una falta de información confiable, útil y oportuna". 

* "El descuento del 3 por ciento en concepto de aporte de la obra social, a cargo de los empleados, tiene como base la remuneración de un profesor titular con dedicación exclusiva". Hay casos de ayudantes que cobran 60 pesos y se les descuentan 30,41.

* No se cumplen los requisitos que impone la normativa para otorgar becas. Y en la mitad de las otorgadas no consta el certificado de alumno regular.

* Nunca se creó el Consejo de Asignación que, por resolución del Consejo Superior, "debía efectuar un contralor del uso de los recursos contribuidos" y establecer un mecanismo de información de gastos.

* Está todo dado para comprar bienes inapropiados o sin justificación y hasta pagar bienes no recibidos, "una situación anárquica", agravada por expedientes sin numeración, facturas que no coinciden con los cheques emitidos.

* En el área de recursos humanos aparecen "legajos incompletos y casos de incompatibilidades detectados sin acciones correctivas".


Barra hace de contrapeso

  Mientras la Sigén, que está a cargo de un hombre de la Alianza, saca sus primeras conclusiones sobre irregularidades puntuales en la UNLaR, la Auditoría General de la Nación (AGN), liderada por el menemista Rodolfo Barra, está recogiendo datos para sacar las suyas propias. Barra mandó su propia auditoría sorpresivamente, mientras la sindicatura terminaba la suya. El rector de la universidad riojana, Enrique Tello Roldán, admitió a este diario que el contenido al que apuntaban ambas investigaciones era similar: el ingreso y aplicación de fondos específicos transferidos por Educación, el sistema de pago y designación de docentes y la relación con instituciones conexas como la FUNLaR y la obra social". Ayer Barra no contestó los llamados de este diario. 

 

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