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"Los talles que se están
ofreciendo son más chicos que los reales. En el fondo, lo que intentamos
es crear conciencia, porque existe una presión cultural muy grande por la
delgadez extrema. Hasta las chicas flacas no encuentran ropa y esto las
pone en riesgo de desarrollar trastornos del comportamiento
alimentario", explicó a Página/12 la diputada bonaerense María del Carmen Banzas de
Moreau, esposa del senador y autora real de la iniciativa. "El
proyecto se inspiró en legislación similar vigente en Francia y Cataluña",
señaló. Recientemente, el Senado español propuso una suerte de pacto
social contra el imperio de los talles extrachicos (ver aparte), pero, a
diferencia de la iniciativa de Moreau, apunta a lograr un gran consenso
sobre la necesidad de vender ropa acorde con el tamaño de la gente.
El proyecto local, en cambio,
impulsa la transformación en forma compulsiva. Prevé un plazo de 240 días,
una vez promulgada la ley, para que los diseñadores "cubran todas
las medidas antropométricas de las adolescentes" en sus prendas y
los comercios tengan la variedad de talles en su stock. Para los
infractores, establece multas de 100 a 10.000 pesos, y el cierre de la fábrica
o el local por un máximo de cinco días, si son reincidentes.
"No se puede sujetar a
toda la industria a los mismos talles. No creo que el proyecto tenga una
base sólida. Es impracticable porque cada marca tiene un estilo, apunta a
un tipo de mujer. Además, la gente elige el modelo de acuerdo con la
contextura de su cuerpo. Una mujer que mide 1,60 metro y es robusta, por
ejemplo, no se pone un shorcito que deje ver la cola: busca una prenda que
le afine la silueta", cuestionó Santiago Jovenich, director creativo
de la marca Vitamina. Jovenich precisó que Vitamina viene realizando
estudios antropométricos del cuerpo femenino desde hace cinco años.
"En base a los resultados, cada dos años y medio adaptamos los
talles. Antes hacíamos tres --small, medium y large--. Con los estudios,
agregamos dos más: extra small y extra large, e incluso, en algunos
productos, como pantalones y camisas, también tenemos XXL", señaló.
El diseñador Roberto Piazza
también criticó la iniciativa. "No creo que sea viable. Los
senadores deberían preocuparse por pensar campañas para que las mujeres
se sientan más valoradas, más allá de encontrar un talle que les
entre", opinó.
Para la jefa de Nutrición del
Hospital Italiano, Susana Gutt, y la psiquiatra María Ester Strada, del
equipo de Trastornos de la Alimentación del Hospital Durand, la propuesta
es "favorable". Tanto Gutt como Strada coincidieron en que la
estrechez de los talles es un planteo recurrente en sus consultorios por
parte de adolescentes, e incluso, mujeres más crecidas que buscan bajar
de peso. "Sin duda --aseguró Gutt--, el tamaño de los talles hace
que algunas mujeres quieran adelgazar aun siendo delgadas. Hay mujeres que
quieren empezar una dieta porque usan un large." Sin embargo, Strada
aclaró que este conflicto en el probador puede "influir en el
desarrollo de un trastorno alimentario, pero no es su causa
desencadenante. La bulimia o la anorexia tienen un basamento psicológico
y familiar. El problema con la ropa es colateral", precisó.
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