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Página/12 Por
Luis Bruschtein
--¿Cómo ve usted la situación
que deberá afrontar el gobierno socialista que asume el próximo sábado?
--Es complicada sobre todo por
la actitud que asumieron las Fuerzas Armadas con la llegada
de Pinochet, con lo cual hicieron retroceder a la situación política. Su
llegada triunfante fue un hecho político concreto y creó una situación
que pone entre signos de interrogación la actitud futura de las Fuerzas
Armadas y la de los partidos de derecha. Pinochet ya parecía de alguna
manera un cadáver político. Por otro lado, Ricardo Lagos ha sido muy enfático
en señalar que están dadas todas las condiciones para que los tribunales
puedan actuar. Pero ahora todo, y en especial la relación con las Fuerzas
Armadas, se va a centrar nuevamente en la discusión sobre el tema
Pinochet.
--En
Argentina, los juicios a los ex comandantes produjeron algunos
levantamientos. ¿Usted piensa que aquí puede pasar lo mismo cuando enjuicien a Pinochet?
--Yo diría que golpes es
imposible. Pero sí determinados movimientos, como fue la recepción que
le brindaron el viernes, que fue de un tono mayor del que se había
acordado. Lo único que se logró parar fueron los discursos y la alfombra
roja, pero fue un acto netamente político de apoyo irrestricto a
Pinochet... No creo que se produzcan boinazos como se produjeron aquí en
otro momento... que se levante algún regimiento, puede ser. Fue algo
latente durante la primera época, con Pinochet fuera.
--¿No
resulta contradictoria la recepción de las Fuerzas Armadas a Pinochet,
con la participación de delegados suyos en la mesa del diálogo?
--Por supuesto. Como dijo uno
de los abogados que participan en las deliberaciones, Héctor Salazar, con
ese acto la mesa no tenía mayor sentido. Y más cuando una de las
personas que participan en ella es el general del Ejército Juan Carlos
Salgado, que también estuvo en todas las gestiones del regreso de
Pinochet. Iba y venía de Londres. Es como reírse de la gente, de la
comunidad internacional.
--Usted ha dicho alguna vez que
Pinochet se ha jactado varias veces de haber engañado a sus
adversarios...
--Lo ha dicho él
constantemente durante toda su trayectoria. Se ha jactado de sus engaños.
Por ejemplo se vanaglorió mucho de que, cuando vino Fidel Castro, él
logró a través de un engaño que en verdad las Fuerzas Armadas no le
rindieran honores al presidente cubano sino al ministro que estaba al
lado. El siempre se mofa de lo "cazurro" que es. También se
mofaba de que había engañado a Allende mostrándose muy obsecuente
cuando ya estaba complotando para el golpe.
--¿Mientras
Pinochet estuvo en Londres se produjeron cambios en Chile?
--Yo diría que aquí hubo
avances increíbles desde el momento en que estuvo preso. En los mismos
tribunales se presentaron numerosas demandas y hay varios militares
presos. Y fue muy importante porque yo creo que en todo país tiene que
haber una derecha, pero que sea una derecha democrática, y los partidos
de derecha habían empezado a despegarse de Pinochet, lo que de alguna
manera les valió una enorme votación.
--También
el debate sobre derechos humanos. ¿A usted le parece que ahora hay más
comprensión por parte de la sociedad chilena sobre este tema?
--Por supuesto. Permitió que
todos los sectores políticos asumieran el tema de los desaparecidos, de
los derechos humanos. Creo que se fue asumiendo por parte de la sociedad
chilena que solamente la vía de la Justicia puede permitir una
reconciliación. Yo agregaría también que la dinámica a partir de los
90 en Chile es de poca movilización de masas. Creo que esto es característico
de muchas transiciones democráticas y creo que de esa manera se trata de
evitar que las expectativas sean tan desmesuradas y esto provoque un
desfasaje. --¿Cómo
ve las expectativas con respecto del nuevo gobierno socialista?
--Yo creo que hay una enorme
expectativa en la gente con respecto de lo que pueda hacer Ricardo Lagos,
especialmente desde el punto de vista social. En este sentido la
expectativa es enorme y Lagos lo sabe, lo ha dicho varias veces. Tampoco
pueden solucionarse de inmediato los problemas en salud, educación,
vivienda, pero implican una voluntad muy clara desde el inicio. Y por
supuesto, toda la cuestión del trabajo, toda la reforma laboral. Nuestro
país tiene leyes laborales que están muy por abajo de lo que ha firmado
en la OIT.
--Entonces, por todo lo que ha
dicho, usted no cree en la enfermedad terminal de Pinochet... --No, no, no. Hablemos claro, yo creo que todo esto ha sido una farsa. Obviamente tiene todas las cosas que puede tener una persona de 84 años: es diabético, algunos problemas en la columna, algunos problemas de memoria tendrá. Pero ni demencia senil, ni mucho menos loco o inhabilitado para tomar decisiones.
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