UNO Cubrir, atar, envolver conforman la Santísima Trinidad Verbal del artista búlgaro nacionalizado norteamericano Christo Javacheff y su esposa la francesa nacionalizada norteamericana Jeanne-Claude de Guillebon. El matrimonio anda por ahí cubriendo, atando y envolviendo con una pasión que roza lo obsesivo y lo colosal. Porque a los Christos (como los mencionó Andy Warhol en sus Diarios) les gusta envolver cosas grandes: monumentos de Vittorio Emanuele y Leonardo Da Vinci, puentes de París, Reichstag de Berlín, islas de Florida. Seguro que vieron lo que hacen alguna vez, en alguna foto: la súbita modificación de lo gigante con saña liliputiense. La obra como Gulliver yacente dispuesta y entregada al nudo, la tela, el velo, la desaparición que la vuelve más evidente que nunca. En sus Diarios, Andy Warhol menciona de pasada a �Los Christos� pero �cosa extraña en él y en su prosa tan despiadada como telegráfica� no abre juicio alguno, no emite opinión. Tal vez, seguro, el credo estético de los Christo merece el respetuoso y admirado silencio de quien tuvo la idea de pintar latas de sopa de tomate pero nunca se le ocurrió envolverlas después. DOS Por estos días, los Christos han regresado a la Barcelona �donde su presencia y conferencia colapsó la capacidad del auditorio del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona� que alguna vez los invitó a envolver el Estadio Olímpico de Montjuïc para desenvolverlo durante la inauguración de los Juegos Olímpicos. No pudo ser. Como tampoco se llegó a envolver el monumento a Colón o la Fuente de Jujol en Plaza Espanya. La cosa quedó en bocetos y son bocetos lo que los Christos han traído a la Galería Joan Prats de las Ramblas. Porque la obra práctica de este matrimonio �cuando consiguen concretarla� es efímera y tarde o temprano todo vuelve a la normalidad. Los bocetos �cuadros inmensos, pequeñas acuarelas, estudios en detalle de lo que podría ser si los dejaran� es lo que permanece y lo que se vende caro y les permite financiar, después, la práctica de semejante teoría. Los Christos no aceptan patrocinadores y su modus operandi tiene algo de los aventureros de Verne o de los corsarios de Salgari. Tomar el mundo por asalto, atarlo, salir corriendo en busca de un nuevo destino. TRES Ahora, la cuestión se llama The Gates y se llama Over the River. El primer proyecto consistirá en llenar el Central Park neoyorquino con infinidad de paneles de casi cinco metros de altura donde se colgarán telas de color amarillo que ondearán en el viento como ciertos estandartes de ciertas películas chinas. �Visto desde los edificios circundantes de Central Park, The Gates, semejará un río de oro que aparece y desaparece entre los árboles�, explican los Christos en el catálogo de la muestra/manual de instrucciones. Los dibujos sorprenden y deslumbran. El proyecto en cuestión se originó en 1979 y se encuentra ahora en fase de ejecución. Es decir: los Christos están juntando tela para comprar tanta tela. La otra obra en tránsito consistirá en cubrir varios kilómetros del río Arkansas, en Colorado, con una tela suspendida entre tres y siete metros por encima de la corriente y que �otra vez los Christos dixit� �que permitirá a los visitantes acercarse al proyecto y disfrutarlo desde arriba, en el coche, y desde abajo a pie o a bordo de balsas. Durante un período de catorce días, la obra de arte temporal Over the River formará parte de las actividades recreativas y de la vida natural del río�. Y agregan: �No generamos nada que sea comercial. Nunca. Nos parece bien que la gente que vive a nuestro alrededor y alrededor de nuestros proyectos haga dinero. Pero si alguien quiere utilizar nuestro nombrecomercialmente, nos negamos. Si hubiéramos hecho una sola cosa comercial jamás habríamos conseguido permiso para empaquetar el Reichstag, ¿no?�. CUATRO Fue la fotógrafa Annie Leibowitz quien una vez
consiguió envolver y atar a Christo para una foto. La foto está en el
libro Portraits. Ahí, Christo de pie, en el Central Park, cubierto como
por una mortaja y de pie y vertical como resucitado mesías predicando
desde el arte absoluto la desarticulación efectiva de la maniobra más
consumista de todas: envolver como para regalo aquello que no tiene precio
y no puede comprarse. Dejarlo un tiempo ahí para que la gente lo vea y lo
entienda y lo aprenda. Después, irse a otra parte.
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