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![]() El coche bomba explotó a un kilómetro del cuartel de la Guardia Civil, justo cuando pasaba a su lado un patrullero del cuerpo identificado con la lucha antiterrorista. Los dos militares que viajaban en el Nissan Patrol se salvaron gracias al blindaje del auto, y cinco personas que circulaban por allí fueron heridas por los vidrios destruidos por la explosión. Con la misma rapidez que el 22 de febrero �cuando otro coche bomba etarra mató al dirigente socialista Fernando Buesa y a su custodio en la ciudad de Vitoria�, pero a sólo 6 días de las elecciones, los dirigentes políticos españoles salieron a condenar el atentado. Todos, excepto el brazo político de ETA, Herri Batasuna (EB) y su frente electoral Euskal Herritarok (EH). Ambos están embarcados en una campaña de boicot a las parlamentarias, que tendría gran efecto en el País Vasco y en Navarra, donde se calcula que la participación popular será 10 puntos menor a la del resto del país, beneficiando aparentemente al Partido Nacionalista Vasco (PNV), actualmente enfrentado con el gobierno porque Aznar considera que no hicieron una �condena clara� a los etarras. El secretario general del gobernante Partido Popular (PP), Javier Arenas, aseguró ayer que �jamás cederemos al chantaje�. Pero la respuesta del socialismo, que salió de boca del candidato parlamentario por la provincia vasca de Alava, Ramón Jáuregui, fue más directa: �La sociedad vasca debe demostrar que quiere la paz, para darles donde más les duele, votando en las urnas, votando democracia y libertad�. La preocupación del socialismo es clara: la alianza con la Izquierda Unida no corre para la elección de diputados, y aun sumando luego sus votos, el PP ganaría por casi cuatro puntos que lo obligarían a conseguir el apoyo de partidos nacionalistas, con los que quedaría prácticamente garantizada la reelección de Aznar.
Vaticano, mea culpa mesurado
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