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�Bajó el riesgo país pero no el costo del crédito�

Para Pedro Lacoste, más relevante que la reducción del riesgo país sería que los bancos bajen las tasas y el financiamiento
externo se reabra para las empresas. La nota azteca de Moody�s.

Economista y consultor Pedro Lacoste.
�Desde EE.UU. se separa a México del resto de la región.�


Por Julio Nudler

t.gif (862 bytes) �¿Qué impacto puede tener sobre la Argentina el investment grade mexicano?
�Ante todo, hay una gran discordancia entre Moody�s y Standard & Poors sobre México, y ella se debe básicamente al sistema financiero. Allí hay un gran agujero fiscal que se viene devengando, lo que determina que haya bancos con tremendos problemas de descapitalización. Por eso el sistema financiero mexicano no ha funcionado en los últimos años. Si en la Argentina no hay crédito, en México es aún peor. 
�La banca tiene en su cartera esa deuda pública...
�Sí, y la cuestión es cuánto vale hoy esa deuda. Resolver el problema de capital de los bancos exigiría elevar drásticamente el valor de la deuda pública. La alternativa es que los bancos sigan subcapitalizados. A partir del salvajate del 95/96, la sensación generalizada es que en México el repago de los créditos dejó de ser percibido como una obligación. Este es el miedo de los banqueros, que no se deciden a prestar. S&P ve el problema financiero como muy importante, y por ende mantiene a México dos escalones por debajo del investment grade. Algunos economistas mexicanos insinúan además que la decisión de Moody�s fue básicamente comercial.
�¿Comercial?
�Porque está tratando de captar masivamente el negocio de calificar la deuda de las empresas mexicanas, de modo que habría buscado una manera de congratularse. Esto le quita credibilidad a este paso de Moody�s. Más allá de ello, desde Estados Unidos se distingue claramente entre México y el resto de América latina. Gran parte de la performance mexicana de estos años se vincula con su vecindad con Estados Unidos, no sólo por estar junto a la mayor locomotora del mundo, sino también por la seguridad de un salvataje para cualquier eventual problema. Por eso, lo que decidió Moody�s respecto de México tiene poca influencia sobre la Argentina.
�¿Cómo son entonces las perspectivas de la economía argentina?
�El gobierno de De la Rúa recibió una herencia muy pesada y resolvió ir dando respuestas graduales, con pasos sucesivos, lo cual exige estar en permanente iniciativa. Se está comprobando que es un desafío muy grande.
�¿Para qué sirvió la caída del riesgo país?
�Al referirse al riesgo país muchas veces se da la impresión de estar hablando del costo de financiamiento en la Argentina, pero en realidad sólo indica el spread (sobretasa) que está pagando el país por los bonos soberanos (títulos de deuda pública). Es cierto que ese spread ha estado bajando estos meses, pero de ahí a los préstamos que son relevantes para la marcha de la economía, y fundamentalmente del sector privado, hay dos diferencias muy importantes. En primer lugar, por más que baje el riesgo país, si simultáneamente no hay una caída en el spread bancario (margen entre tasas activas y pasivas), ni la financiación a las pyme ni los préstamos personales ni los créditos hipotecarios van a abaratarse. Que el spread de la Argentina baje uno o dos puntos anuales está bien, pero lo significativo es cuándo dejaremos de pagar 15 o 16 por ciento por un préstamo hipotecario, o las pyme un 30 o 40. El riesgo país parece tener poca relación con el grueso de los préstamos en el mercado interno.
�¿Y el mercado de capitales reaccionó?
�Todavía no se ve ni se oye hablar de ninguna ON (Obligación Negociable), de ningún bono privado. No hay que olvidar que el año pasado en la Argentina hubo dos grandes grupos que hicieron default (cesación de pagos): Soldati y Alpargatas, y que los inversores de afuera se sintieron maltratados. Como consecuencia, el financiamiento externo para las empresas todavía no se reabrió.
�¿No será también que no hay proyectos rentables?
�Esa es la otra pata de la historia. En la economía hay un serio problema de competitividad. Aquí, de nuevo, el Gobierno eligió un enfoque gradual y no conflictivo, negociando pequeños avances en diversos frentes (tarifas, reforma laboral), cuando tal vez hubiese sido necesaria unaestrategia más frontal y enérgica, negociando mucho más duramente con las empresas de servicios públicos, las de peajes o los bancos. 

 

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